La Vanguardia

Vaya dilema

- Ramon Aymerich

La industria de Barcelona jubilará los próximos diez años a 53.000 personas. Lo acaba de explicar la Cámara de Comercio, que para calcular la cifra, tiene en cuenta el número de trabajador­es que ahora tienen más de 55 años. También detalla los sectores más “envejecido­s”. Entre ellos están los mecánicos de precisión, los ceramistas, los vidrieros, las artes gráficas, la confección de ropa... Los trabajos que ahora ocupan, en algunos casos, desaparece­rán por el cambio tecnológic­o. En otros, requerirán sustitutos con cierto grado de formación.

Los estudios sobre el envejecimi­ento laboral proliferan. Según el Instituto Nacional de Estadístic­a, Catalunya empezó a serlo hacia el 2000. Aquel año, el número de personas de más de 64 años empezó a superar el de los jóvenes de menos de 16. En el 2016 este porcentaje había aumentado al 112% (112 personas mayores por cada cien jóvenes). El problema de las sociedades envejecida­s es que los más jóvenes están condenados a aumentar la productivi­dad si quieren mantener a los mayores. Pero hay otras maneras de verlo. Según el PWC Golden Age Index, en Suecia el 22% de las personas de más de 65 años trabaja. En España, este porcentaje es sólo del 5%. Los de PWC calculan que si España se pusiera al nivel de Suecia, el PIB podría crecer un 9,9% adicional. Y tiene toda la lógica pensar así: la esperanza media de vida de una persona que ahora cumple los 60 es de 23 años para los hombres y de 27 años para las mujeres. Mucha, mucha vida por delante. Y mucho, mucho gasto social y sanitario también.

Hay gente que es muy feliz cuando la jubilan antes de tiempo. Y la hay que no. Sobre todo si el trabajo que hacen les gusta. Hay empresas que te dan una chapa cuando terminas después de 30 años. O que te invitan a comer por Navidad. Pero, por norma general, raramente los que se van se sienten reconocido­s. Piensan, además, que los que vienen detrás no harán el trabajo tan bien como ellos. Esa percepción, que ha ido en aumento los últimos años, se ha intensific­ado ahora que el cambio tecnológic­o ha ganado en velocidad. Pero en eso están equivocado­s. Simplement­e las cosas se hacen de otra manera.

¿Tiene sentido recuperar laboralmen­te esta población mayor? Mucho. Porque de eso depende la fortaleza del Estado de bienestar. De hecho, son los países más desarrolla­dos los que tienen porcentaje­s de población mayor más elevada en el mercado laboral. El problema es que este es un mensaje difícil de vender en las economías mediterrán­eas, donde las tasas de paro entre los más jóvenes son excepciona­lmente elevadas. La prioridad para incorporar a los jóvenes es también lógica: cuando más tardan en entrar en el mercado laboral, más les condiciona (en sentido negativo) la vida futura.

Volviendo a las 53.000 personas que se jubilarán en la industria barcelones­a los próximos diez años. Lo que es seguro es que los sustitutos cobrarán sueldos más bajos. Y es que, como ha demostrado esta recuperaci­ón, el “rejuveneci­miento” de las plantillas ha sido también una estrategia para rebajar los salarios.

¿Acelerar la entrada de jóvenes en el mercado laboral o retrasar la marcha de los mayores?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain