El Tigre de Yuzu
Esta semana ha recalado en el Grec El Tigre
de Yuzu, una obra de Kaiseki Teatre basada en la historia real que ocurrió en El Bulli hace años. Hirosyoshi Ishida, dueño del Mibu (minúsculo y casi inaccesible restaurante de Tokio que había fascinado a Adrià) y su esposa, trasladaron su restaurante a la cala Montjoi y cocinaron para un reducido grupo de comensales en agradecimiento al poder inspirador del chef catalán en sus mutuas visitas.
Si preguntan a cualquiera de los que asistieron, les contarán que fue todo un espectáculo; que el japonés y su esposa se presentaron no sólo con ingredientes, sino con muebles, con vajillas y un despliegue de objetos y de liturgia sin parangón. Mucho más difícil será que alguien les detalle aquello que gastronómicamente les fascinó o simplemente les pareció verdaderamente interesante de aquel ágape, al parecer, con más poética que sabor. No es fácil atreverse a reconocer que no se ha entendido casi nada. Por eso se agradecen testimonios sinceros como el del periodista Pau Arenós, uno de los privilegiados asistentes a aquella comida, quien en la presentación de su libro ¡Plato! (Debate), que les recomiendo, reconocía que aquel día fue a El Bulli con las mayores expectativas del mundo y la experiencia le defraudó. “Los platos no tenían sabor, pero entendí después, cuando Ishida apareció llorando por haber podido cocinar en tal templo, que el problema fue mío”.
En la presentación del libro, los asistentes reían cuando el autor explicaba con gracia su perplejidad ante platos que no llegaba a comprender. Al final de la sala lo escuchaba atento Adrià, con los ojos vidriosos por la emoción al recordar aquel homenaje y su descubrimiento de que en Japón hay personas, como el chef de Mibu, capaces de cocinar con el alma.