Los pactos del clima aíslan a EE.UU. en el G-20
Las potencias mundiales logran una declaración de mínimos sobre libre comercio
La cumbre del G-20 de Hamburgo puso de relieve la soledad de Donald Trump al abandonar el acuerdo de París contra el cambio climático. No obstante, Angela Merkel consiguió que se cerrara un compromiso de mínimos sobre comercio.
Piruetas lingüísticas y negociaciones arduas han permitido que la cumbre del G-20, que concluyó ayer en Hamburgo y que se anunciaba tempestuosa, incluyera un cierto aroma de unanimidad en su declaración final. La canciller de Alemania, Angela Merkel, anfitriona de esta cita del grupo de países más industrializados y economías emergentes, puede consolarse con que el libre comercio, uno de los temas en discordia, haya salido relativamente indemne de la brega, no así el otro asunto –la lucha contra el cambio climático–, donde la división quedó retratada con crudeza.
El brusco viraje que el presiden- te de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado en estos meses a compromisos o certezas asumidos por el resto del mundo en su relación con la superpotencia hacía presagiar un desenlace más desafortunado. “Han sido conversaciones difíciles en algunos momentos; allí donde no hay consenso, el comunicado final subraya las divergencias”, admitió ayer Merkel en la rueda de prensa de conclusión de los trabajos. La líder alemana apuntó al laborioso logro sobre comercio, en cuya redacción “se sopesó cada palabra”.
El G-20 –cuyos países miembros representan el 80% del PIB mundial, el 75% del comercio interna- cional y casi el 67% de la población del planeta– es un foro informal; y las declaraciones finales de sus cumbres de jefes de Estado y de Gobierno, que deben ser aprobadas por unanimidad, no tienen carácter vinculante. Con todo, son declaraciones muy influyentes, en tanto que señalan líneas de actuación en las que muchos países están de acuerdo.
Para apaciguar a Trump sin hacer al tiempo renuncias existenciales, el resto del bloque de 18 países (Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía) más la Unión Europea (que también es miembro) otorgó ciertas concesiones al presidente de EE.UU., quien aceptó rebajar su tono en el tema del comercio. En el asunto del clima no hizo tal rebaja.
En el apartado de la declaración dedicado a la lucha contra el cambio climático, el G-20 “toma nota de la decisión de Estados Unidos de América de retirarse del acuerdo de París” y certifica así el aislamiento del país en el tema, por cuanto los demás miembros del G-20 califican en el texto ese acuerdo de “irreversible”. Pero al tiempo, la Administración Trump obtuvo la aquiescencia del resto del G-20 para llevar adelante su propia política en la materia. El texto dice que Estados Unidos “ayudará a otros países a tener acceso a energías fósiles y a utilizarlas” y se intenta paliar la concesión al indicar que eso es para que sean utilizadas “de modo más limpio y eficiente”.
La mención del acceso y uso de energías fósiles resulta cuanto menos sorprendente, dado que el objetivo del acuerdo alcanzado en París en diciembre del 2015 es contener el aumento de la temperatura por debajo de los 2º centígrados respecto a la época preindustrial. Y eso sólo podría lograrse reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, generados mayormente por el uso de combustibles fósiles (gas natural, carbón y petróleo). La abrumadora mayoría de los científicos atribuye el calentamiento global a esas emisiones de gases. Según las oenegés medioambientalistas presentes en Hamburgo, en la práctica el texto busca amparar que Estados Unidos siga exportando su gas de esquisto.
En rueda de prensa tras concluir la cumbre –cada jefe de Estado o de Gobierno dio la suya, y todas se celebraban simultáneamente, con la excepción de la comparecencia de
“Allí donde no hay consenso, el texto final subraya las divergencias”
Trump acepta condenar el proteccionismo, pero logra otras ventajas
la anfitriona, que se hizo antes–, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que no perdía la esperanza de convencer a Trump sobre el clima. Dio a entender que él volvería a la carga cuando el presidente estadounidense visite París la próxima semana para la celebración de la Fiesta Nacional del 14 de Julio. Macron anunció también que convocará una cumbre sobre el clima el próximo diciembre en Francia, en el segundo aniversario del acuerdo de París.
Si en este frente el resultado fue sombrío, en la defensa del libre comercio –un clásico que se repite y reafirma en cada encuentro del G-20 prácticamente desde la primera cita en el 2008 en Washington–, Trump cedió algo. Pese a su pulsión proteccionista, a su reiterado lema America first y a veladas amenazas a China por el acero, y a Europa por los automóviles (sobre todo, a Alemania), Trump aceptó rubricar la continuación de “la lucha contra el proteccionismo” en el texto final. Pero no se fue con las manos vacías, pues el resto del G-20 aceptó por primera vez el derecho de países víctimas de dumping a usar “instrumentos legítimos de defensa comercial”, algo que él defiende en su contencioso con China por el acero.
Declaración final aparte, este G-20 espinoso y tenso, marcado por las discrepancias entre Estados Unidos de Trump y el resto de integrantes del grupo, se recordará también por haber albergado el primer encuentro personal de los presidentes norteamericano y ruso. En su entrevista anteayer, Donald Trump y Vladímir Putin –el uno neófito en esta cumbre y el otro un veterano– acordaron una tregua en el sudoeste de Siria, que en principio debería comenzar hoy 9 de julio. En su rueda de prensa de despedida, Putin dijo que en las distancias cortas Trump es “muy diferente” de como se le ve en televisión, y aseguró que el republicano había aceptado las explicaciones que él le ofreció respecto a la no injerencia de Rusia en la campaña electoral norteamericana.
En la suya, Donald Trump felicitó a Angela Merkel por su “formidable trabajo” en la organización de la cumbre, que, aparte de por él mismo, se ha visto también ensombrecida por los disturbios de grupos antisistema, que sembraron de destrozos algunos barrios. El sonido de los helicópteros sobrevolando la ciudad portuaria a orillas del Elba ha acompañado durante estos dos días de cumbre, que para los vecinos no han sido ninguna alegría. En un balcón de Hamburgo colgaba ayer una pancarta dirigida al alcalde socialdemócrata que acordó con Merkel traer el G-20 a esta ciudad: “¿Quién nos ha traicionado? Olaf Scholz”.