La OTAN en Estonia
La OTAN completa el despliegue de cuatro batallones en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia
La Alianza Atlántica completa el despliegue de cuatro batallones en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia acordado en Varsovia hace un año para responder a las actuaciones militares rusas en Ucrania.
La pregunta de si es un alivio haber dejado atrás los combates cuerpo a cuerpo y las trampas mortales de Afganistán para ser destinados a Estonia, un país en paz aunque con una potencial amenaza al otro lado de la frontera, incomoda al sargento Stephen Sykes, miembro del regimiento de infantería del ejército británico. “Nosotros somos un personal muy bien formado, muy adaptable a todas las circunstancias. Nos hacemos a lo que sea necesario”, replica el soldado. Pero, sí, “aquello es muy, muy diferente”, admite finalmente con una risa seca mientras echa una ojeada a los frondosos bosques que rodean la base militar de Tapa. “El entorno es diferente; los elementos, también... Ahora estamos volviendo a entrenarnos como solíamos hacerlo cuando me alisté en el ejército, para lo que era la guerra fría, y apartando la mirada de Afganistán”, explica Sykes. Sus ojos, como los de la OTAN, están puestos en Rusia.
Un año después de que los líderes de la Alianza Atlántica decidieran en Varsovia el despliegue de cuatro batallones en las tres repúblicas bálticas y Polonia –“una medida defensiva proporcional” para responder a las actuaciones rusas en Ucrania–, la base militar de Tapa brilla como nunca. Levantada por el Ejército Rojo en 1939, las fuerzas armadas estonias y aliadas han trabajado contra reloj para levantar barracones y construir nuevas zonas de entrenamiento para los 1.100 soldados aliados llegados esta primavera junto con un importante despliegue de artillería, tanques y otros vehículos de combate. Unos 800 proceden del Reino Unido, y 300 de Francia, y muchos de ellos han servido previamente en las misiones de la Alianza en Afganistán. Las fuerzas armadas danesas relevarán en otoño al contingente francés y ya trabajan en la base, donde también tiene equipamiento el ejército estadounidense.
“Para hablar de este batallón de la OTAN, lo más importante es explicar por qué está aquí en primer lugar. La razón es la conducta de Rusia, que es agresiva, como hemos visto los últimos años”, afirma el jefe del Estado Mayor estonio y general de brigada, Martin Herem, en un viaje organizado por el Gobierno estonio. La presencia aliada en la república báltica “es un mensaje claro de que una agresión contra Estonia u otra república báltica no será una agresión contra un país sino contra la OTAN”, celebra, pero es también “algo más que una bonita foto. El batallón es poder militar real, muy bien integrado en las fuerzas armadas estonias”, asegura el general. Más cauto, el coronel francés Michel De Mesmay afirma que están en el país “para poner a prueba nuestro nivel de interoperabilidad en el marco de la OTAN” y “responder a la petición de ayuda de Estonia para estar seguros de que esta es una fuerza creíble pero, al mismo tiempo, no agresiva”.
La anexión de Crimea por parte de Rusia y sus acciones desestabilizadoras al este de Ucrania desencadenaron el mayor refuerzo de la defensa colectiva aliada de la OTAN desde la guerra fría, un despliegue militar no visto desde entonces en esta zona de Europa. La Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN (EFP, Enhanced Forward Presence) cuenta con 4.500 efectivos y se completa con una unidad de punta de
lanza (Fuerza Conjunta de Alta Disponibilidad) con 5.000 soldados capaces de movilizarse en 48 horas. España, por su parte, ha aportado 300 efectivos al batallón instalado en Estonia, bajo el liderazgo de Canadá.
El batallón multinacional de Tapa, liderado por el Reino Unido, fue inaugurado en abril. Desde entonces, cientos de soldados como el sargento Sykes, con experiencia en Afganistán e Irak, se entrenan para adaptarse al entorno de Estonia, no lejos de los bosques, humedales y pantanos donde hace no tantos años la resistencia estonia se ocultaba de la policía soviética. La interoperabilidad técnica de las diferentes fuerzas armadas es el primer reto, además de conocer el terreno, probar cómo reacciona el equipamiento a las bajas temperaturas o aprender a camuflarse no en el desierto sino en los frondosos bosques estonios.
La base de Tapa se prepara para un aumento de la tensión en los próximos meses. Moscú reaccionó al despliegue de los batallones aliados con el anuncio de sus mayores maniobras militares en más de diez años, Zapad 2017 (Occidente 2017). Los ejercicios se celebrarán a finales de este verano en Rusia y Bielorrusia, junto a la frontera con Polonia, las tres repúblicas bálticas y Finlandia. Para la presidenta lituana, Dalia Grybauskaite, demuestra que Rusia “se está preparando para una guerra con Occidente”. El plan ha suscitado inquietud también en la OTAN, que recuerda cómo las técnicas ensayadas en otras maniobras de gran escala en el 2013 fueron usadas después en apoyo de los separatistas ucranianos.
“Este ejercicio no es nada nuevo para nosotros, llevamos años viviendo en este ambiente. Lo llevamos en los genes desde hace mil años”, afirma Herem. “Es normal que los militares rusos hagan maniobras. Pero si su guion consiste en atacar a un país como este, entonces estamos preocupados. Lo peligroso es que Rusia diga que son pacíficos y sólo defienden su país cuando en realidad se están preparando para otra cosa. Es como decir que están jugando al fútbol cuando en realidad llevas todo el tiempo entrenándote en el ring de boxeo. No te puedes fiar”, concluye el general de brigada estonio. Ni la OTAN ni el ejército estonio, aseguran, han planificado ningún ejercicio especial en respuesta a Zapad, pero desde la base de Tapa se declaran “preparados para todo”.