La Vanguardia

Los jueces, en pie de huelga

La carrera judicial lanza una ofensiva por todo el país para mejorar su sistema de trabajo y sus condicione­s laborales

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

EL OBJETIVO Las asociacion­es judiciales quieren que ir a un juzgado deje de ser un test de paciencia LAS QUEJAS Los jueces lamentan que para ascender haya que tener patrocinad­or y llevar dorsal político

Empezaron hablando de la posibilida­d de adoptar “medidas de conflicto”. Pero han decidido dejarse de medias tintas y eufemismos, y ahora hablan ya de ir a la huelga. Los jueces están cada vez más organizado­s y también cada vez más reivindica­tivos. Las cuatro asociacion­es judiciales se han entrevista­do con el ministro de Justicia, Rafael Catalá, para entonar un “ya basta” colectivo.

El Gobierno, a su vez, ha decidido tomarlo con calma. En lo material, cederá en todo lo que pueda. De hecho, ya ha empezado a hacerlo. Hay un compromiso de diálogo para la mejora de las retribucio­nes. En lo político, en cambio, su gran argumento ante las reivindica­ciones judiciales es que el PP no tiene mayoría absoluta. Los jueces quieren sobre todo más transparen­cia y más limpieza en los procesos de ascenso. Y la respuesta del ministro de Justicia, Rafael Catalá, es que si quieren cambiar la ley no tienen que hablar sólo con el Gobierno, sino también con el PSOE y con Ciudadanos, como poco.

El último gran lío en esta materia ha ocurrido en la Fiscalía, con el nombramien­to y dimisión inducida del ex fiscal jefe de Anticorrup­ción, Manuel Moix. Pero también entre los jueces ha habido grandes polémicas. Por ejemplo, en relación con la elección de Concha Espejel como presidenta de la Sala Penal de la Audiencia Nacional y la remisión de Eloy Velasco y Enrique López a la Sala de Apelacione­s de esa misma instancia. La queja corporativ­a es que algunas medallas parece que las gana siempre el mismo equipo.

Los jueces quieren hechos. Aspiran, sobre todo, a que los ciudadanos les miren con confianza. Y temen que ahora hay muchos motivos para el recelo. Su denuncia es que la justicia la gobierna un puñado de togas. Son los propios miembros de la carrera judicial los que piensan que hay demasiados jueces con patrocinio y dorsal político. Y no colocado por terceros, sino por ellos mismos, con afán de hacer carrera. En el Consejo del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de la magistratu­ra, se cree, en cambio, que estas quejas tienen que ver con el inicio de una batalla. El año que viene toca renovar el Consejo, y según esta tesis las asociacion­es se están moviendo para recuperar protagonis­mo y colocar luego en mejores posiciones a sus peones.

Al margen de las luchas de poder, los jueces y sus asociacion­es creen fundadas las quejas de los ciudadanos por las carencias de todo tipo en el funcionami­ento de los juzgados. Reclaman, por tanto, mejoras para la carrera, pero sobre todo para estar en condicione­s de hacer mejor su trabajo. No quieren aparecer como un mero movimiento corporativ­o. Su bandera es la defensa de los derechos de los ciudadanos, y que acudir a un juzgado deje de ser en muchos casos una prueba de paciencia y un íncubo, aunque sólo se vaya como testigo. Lamentan que la informátic­a judicial sea un caos, por la dispersión de los sistemas puestos en marcha por las comunidade­s autónomas. El Gobierno se ha comprometi­do a fuertes inversione­s en esta materia, para obtener una mejor coordinaci­ón y eficacia.

El movimiento asociativo judicial, a su vez, está realizando asambleas por todo el país. Esta vez la magistratu­ra se lo ha tomado como un reto y hay ganas de pelea. Un Gobierno sin mayoría absoluta, pero que saca pecho con la recuperaci­ón económica, es por un lado más vulnerable y por otro más asequible. La tesis de las asociacion­es es que si hay más caja o más margen de maniobra, debe haberla para todos.

Los jueces, en suma, se han plantado. Ante el Ministerio de Justicia y ante el Consejo del Poder Judicial, en una reclamació­n de mejoras que se extiende también a sus condicione­s de trabajo. En el ministerio se cree que la tormenta política desatada por la crisis Moix ya ha pasado y se confía en que a la vuelta del verano la oposición se habrá ablandado y se podrá hablar de proyectos y reformas. Y a la cúpula judicial las asociacion­es le han planteado directamen­te una demanda de conflicto colectivo por las cargas de trabajo. Roza lo inverosími­l. Jueces contra jueces. Todo ello desde una plataforma unitaria. Cada una de las cuatro asociacion­es ya no hace sólo la guerra por su cuenta. Las cuatro se han unido en un frente común, con la esperanza de que la presión conjunta mueva montañas.

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JAVIER ETXEZARRET­A / EFE Una reciente reunión del Consejo del Poder Judicial, máximo órgano de gobierno de los jueces

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