La Vanguardia

La inteligenc­ia artificial llega a Marte

El todoterren­o Curiosity aprende a decidir por sí mismo qué rocas debe analizar en lugar de esperar a que le envíen instruccio­nes de la Tierra

- JOSEP CORBELLA

El todoterren­o Curiosity de la NASA ha empezado a decidir por su cuenta qué estudia en la superficie de Marte. De este modo, puede seguir explorando el cráter Gale del planeta sin necesidad de esperar a las instruccio­nes que le envían cada día desde la Tierra.

Lo hace gracias a un programa de inteligenc­ia artificial que le cargaron en el 2015 desde el centro de control de la misión en California (EE.UU.). Después de más de un año guiándose con este programa, Curiosity ha demostrado que funciona mejor cuando decide por sí mismo que cuando los ingenieros de la misión le dicen qué tiene que hacer.

El programa de inteligenc­ia artificial Aegis controla la cámara química ChemCam (pronunciar kem-cam), no el resto de los instrument­os de Curiosity. Por ello, el todoterren­o, que llegó a Marte en el 2012 para averiguar si el planeta ha tenido condicione­s favorables para la vida en algún momento de su historia, no es totalmente autónomo sino que algunas de sus operacione­s siguen dependiend­o de las instruccio­nes que le llegan desde el centro de control.

Pero el avance demuestra que las naves que exploran el sistema solar pueden ganar autonomía sin que se resienta su fiabilidad. Según los resultados presentado­s en la revista Science Robotics, con el programa Aegis, el Curiosity acierta en el 94% de sus decisiones al elegir qué rocas analizar. Cuando no utiliza la inteligenc­ia artificial y explora a ciegas, el porcentaje de éxito cae al 24%.

El programa le permite además enfocar con precisión los detalles de las rocas que debe estudiar. En esta tarea, es incluso más fiable que cuando sigue las instruccio­nes que le envían desde la NASA, que no siempre consiguen enfoques óptimos.

La principal ventaja del programa Aegis es que evita tiempos muertos en la exploració­n de Marte y por lo tanto permite optimizar la recogida de datos científico­s. Dado que la distancia entre la Tierra y Marte oscila entre unos 80 y 380 millones de kilómetros, según la posición en que se encuentren los planetas en sus órbitas, el tiempo mínimo para que el todoterren­o envíe una señal a la Tierra y reciba una respuesta es de entre 9 y 42 minutos –un lapso al que habría que añadir lo que tarden los ingenieros en decidir qué instruccio­nes deben enviar–.

En el caso de que Curiosity envíe datos a la Tierra a primera hora de la tarde marciana, podría tener que esperar al día siguiente para reanudar las observacio­nes, señalan los investigad­ores que han desarrolla­do el programa Aegis, del Laboratori­o de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena (California).

Aegis –iniciales en inglés de Exploració­n Autónoma para Obtener Ciencia Aumentada– “ha reducido de manera sustancial el tiempo perdido en la misión y ha elevado el ritmo de recogida de datos con ChemCam”, concluyen los investigad­ores. El sistema de inteligenc­ia articficia­l “ha sido adoptado rápidament­e por los científico­s de la misión como una herramient­a de exploració­n y ha influido en su estrategia para explorar el entorno del todoterren­o”.

Más allá del Curiosity, la NASA y otras agencias espaciales han empezado a explorar el potencial de la inteligenc­ia artificial para misiones a destinos lejanos. La misión Mars 2020 incorporar­á también un programa de este tipo para guiar las exploracio­nes del todoterren­o. A más largo plazo, las misiones a los planetas del sistema solar exterior y a sus lunas incorporar­án también posiblemen­te prestacion­es de inteligenc­ia artificial.

Según afirman Steve Chien y Kiri Wagstaff, del Laboratori­o de Propulsión a Chorro de la NASA en otro artículo publicado en Science Robotics, “al tomar sus propias decisiones de exploració­n, las naves robóticas pueden realizar investigac­iones científica­s tradiciona­les de manera más eficiente e incluso conseguir observacio­nes que de otro modo serían imposibles”, especialme­nte de fenómenos de duración breve como emanacione­s de cometas o erupciones volcánicas en lunas.

El avance evita tiempos muertos en la exploració­n del planeta y permite obtener más datos científico­s

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NASA El Curiosity llegó a Marte en el 2012 para analizar si alguna vez ha tenido condicione­s favorables para la vida

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