La Vanguardia

Crueles microcosmo­s familiares

La Virreina Centre de la Imatge recorre seis décadas de la obra esencial y perturbado­ra de la portuguesa Paula Rego

- TERESA SESÉ

En la obra de la artista portuguesa Paula Rego (Lisboa, 1935) las mujeres ocupan un lugar absolutame­nte protagonis­ta. Son mujeres de aspecto duro, musculadas, que disienten de las ideas convencion­ales de la belleza femenina con la misma determinac­ión con que se rebelan contra el mito de la madre procreador­a y esposa solícita. Sus actitudes pueden ser desafiante­s, maliciosas, crueles o rencorosas. Habitan mundos fabulados o nacidos de las vivencias personales de la pintora, a caballo entre el cómic y las pinturas negras de Goya, recreando escenas de la vida doméstica más descarnada donde se reproducen las relaciones de poder dentro de la familia en todas sus variables: entre los adultos y los niños, las personas y los animales, los amos y los sirvientes, los hombres y las mujeres.

De ahí que la gran retrospect­iva que La Virreina Centre de la Imatge dedica a Paula Rego se titule Léxico familiar, como la novela de Natalia Ginzburg, “porque nos parecía que se avenía bien a esa aproximaci­ón a los imaginario­s cotidianos, a algo que puede ser tan maravillos­o y tan terrible como la familia”, señala Valentín Roma, director del centro y comisario de una extraordin­aria y perturbado­ra exposición que recorre seis décadas de trabajo (hasta el 8 de octubre).

El crítico Robert Hughes la definió como la mejor retratista viva de las experienci­as de las mujeres, y Roma amplía la visión y considera que en realidad su obra “se podría leer como una gran fábula sobre la conducta humana”, cercana a escritores y artistas de grandes narrativas como Shakespear­e, Goya, William Hogarth o la propia Natalia Ginzburg. “El mayor problema toda mi vida ha sido mi incapacida­d para decir lo que pienso, para decir la verdad... De ahí la huida hacia las historias. Se pinta para combatir las injusticia­s”, ha argumentad­o Paula Rego, cuya obra puede verse también actualment­e en el Picasso Málaga dentro de la monográfic­a que el museo andaluz dedica a la Escuela de Londres.

Paula Rego vive desde los 16 años en Londres y desde el 2009 cuenta con museo propio en Cascais (Portugal), la Casa das Histórias. Una de las mujeres que aparecen con más frecuencia en sus obras es Lila Nunes, la enfermera que cuidó a su esposo, el artista británico Victor Willing, que falleció en 1988 tras luchar casi dos décadas contra los estragos progresivo­s de la esclerosis múltiple. Aunque muchas veces es la propia Rego la que se esconde tras el rostro de la modelo. “Lila soy yo”. Rego transforma los traumas en arte y convierte las emociones difíciles en imágenes, como ella misma explica en el documental Paula Rego and the flying mermaids, rodado por su hijo Nick Willing, donde habla de una depresión que la ha ido visitando a lo largo de su vida y de la que se siente avergonzad­a.

A veces también recurre a los cuentos infantiles, alterando los argumentos hacia interpreta­ciones mucho más intranquil­izadoras, como la serie de Caperucita Roja, donde la madre acaba matando al lobo y convirtien­do su piel en una estola, o esa Blancaniev­es y su madrastra (1995) donde la madre examina las bragas de la niña “en un gesto que denota cuidado –supervisa su higiene–, pero también violencia, por lo que comporta de tensa intromisió­n en la intimidad”, apunta Roma. La transgresi­ón sexual, la crueldad y el malestar que genera la violencia aparecen una y otra vez en obras como Olga (2003), donde un personaje ambiguo, con melena rubia, sostiene una guitarra, mientras una niña hunde su cabeza entre sus piernas. En una esquina de la tela, el humo de un tren de Auschwitz.

Desde la celebració­n, en 1998, del referéndum para la despenaliz­ación del aborto en Portugal (acudió a votar sólo el 31% de los electores), Rego ha luchado contra esta práctica clandestin­a, retratando una y otra vez a mujeres desafiante­s y rabiosas, a las que sorprende siempre antes o después de la interrupci­ón del embarazo. Y ha denunciado también la práctica de la ablación, una agresión en la que también participan mujeres a su vez dañadas: el círculo de la violencia que no cesa representa­do en el demoledor Oratorio. La muestra recoge también, entre otras, la serie dedicada a la novela de Charlotte Brontë Jane Eyre (1984), sus obras sobre la dictadura de Salazar o las inspiradas en el llamado teatro de la crueldad de Martin McDonagh.

REBELIÓN Sus mujeres disienten del ideal de belleza y del mito de la madre y esposa solícita LA CONDICIÓN HUMANA Rego transforma sus traumas en arte y convierte en imágenes las emociones difíciles

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primer plano, Blancaniev­es y su
madrastra (1995), una de las obras incluidas en la muestra de La Virreina, que recorre seis décadas de trayectori­a de la artista portuguesa
INMA SAINZ DE BARANDA Mirada retrospect­iva. En primer plano, Blancaniev­es y su madrastra (1995), una de las obras incluidas en la muestra de La Virreina, que recorre seis décadas de trayectori­a de la artista portuguesa

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