Expectativa desatendida
Entre las muchas alegrías que nos ha proporcionado con más regularidad el teatro autóctono, están los espectáculos de T de Teatre. Un fenómeno bien peculiar que, sin hacer bandera de su absoluta hegemonía femenina, ha sido un ejemplo brillante de la inteligencia de género. El fenómeno hace 25 años que dura, una afortunada continuidad que T de Teatre ha querido celebrar encima del escenario.
Para dar una relevancia especial al aniversario, el espectáculo escogido para la ocasión lo han escrito, no uno ni dos, sino tres autores de toda solvencia, Marc Artigau, Cristina Genebat y Julio Manrique, el cual, además, ha sido el director. La comedia se titula E.V.A., acrónimo de Escala Visual Analógica del dolor, y en principio teníamos que imaginar que esta cuestión, el sufrimiento personal, sería la materia común que afectaría a todos los personajes femeninos de la propuesta. La mayoría de espectadores quería suponer que, una vez más, las protagonistas de la obra vivirían en estrecha complicidad las mismas vicisitudes que les presentaba el texto.
E.V.A., sin embargo, renuncia al tratamiento coral de casi todas las creaciones de T de Teatre, de manera que cada uno de sus personajes principales –cuatro mujeres que habían compartido escuela en su adolescencia– interpretan su propia anécdota. Paloma (Chantal Aimée) especialista en el tema del dolor, es la anestesista que participa en la intervención quirúrgica de Clara (Carme Pla) cuando el dolor de espalda de esta –una profesora de historia– se ha hecho insoportable. Es el único vínculo directo que hay entre las protagonistas, en tanto que las otras dos, Lola (Rosa Gàmiz) y Ágata (Ágata Roca) son una agente inmobiliaria y una actriz, respectivamente, cuya experiencia está del todo alejada del tema principal de la comedia. Cualquier otro dato que pudiera dar del espectáculo, así como de las intervenciones episódicas de los actores Albert Ribalta y Jordi Rico, pienso que contribuiría a acentuar el aspecto disperso, despeinado, de una pieza que, me da la impresión, decepcionará a la mayoría de los que conservamos un recuerdo inequívocamente positivo de la trayectoria de T de Teatre.
La dirección de Julio Manrique ha asegurado la buena interpretación de las distintas anécdotas que confluyen en E.V.A. y los correctos acabados de las escenas, bien diseñadas por el escenógrafo Alejandro Andújar. Como coautor, sin embargo, es responsable de que las anunciadas reflexiones sobre la seria cuestión del dolor sean tan escasas y ligeras. La autoría colectiva de la obra ha tenido unos resultados muy lejos de lo que cabía esperar.
DISPERSA ‘E.V.A.’ decepcionará a muchos de los que tenemos un recuerdo positivo de T de Teatre