Cambalache de pasaportes
La laxa normativa del cambio de nacionalidad de los jugadores sacude la composición de las selecciones
Se imaginan que Messi jugara un Mundial con Argentina y cuatro años después lo hiciese con España? ¿O que Cesc Fàbregas o Pedro pasaran de España a Inglaterra? Es una extrapolación de lo que ocurre en el waterpolo: los jugadores pueden cambiar de selección por cambio de residencia y si están un año en barbecho –sin ser internacional por ningún país– gracias a una laxa normativa de la FINA. En este próximo Mundial de Budapest, del 17 al 30 de julio, España es una de las selecciones que sufre este curioso cambalache de pasaportes que sacude la composición de los equipos.
David Martín desde que se incorporó al banquillo español en enero sabía que no podría contar con el cañonero zurdo Gonzalo Chalo Echenique (27), argentino de Rosario naturalizado español en el 2015 para disputar el Europeo del 2016 y los Juegos de Río, después de siete años en la liga española (Montjuïc, Sabadell, Atlètic Barceloneta). Sin embargo, Chalo fichó por el Pro Recco y tras dos años en Italia ha decidido hacerse transalpino para jugar con la Settebello en el Europeo del 2018 de Barcelona. Por eso en este Mundial es apátrida.
También han causado baja el boya Balú Sziranyi y el capitán, Willy Molina. El ceutí se retiró en Río, después de 15 años en la selección, según dijo, para descansar y priorizar a la familia, aunque, en Italia desde el 2007, también ha sido tentado para hacerse italiano. Sziranyi, nacionalizado español en el 2010, ha emprendido el regreso con Hungría –en el Ferencvaros– tras dejar atrás 12 años en la liga española.
El camino inverso han iniciado, con vistas a jugar con España en el 2018, el hijo pródigo hispanobrasileño Felipe Perrone y el eslovaco del Atlètic Barceloneta Martin Famera. Perrone (31), que jugó con España desde el 2003 al 2013, ha vuelto este verano a la Barceloneta tras su exitosa experiencia en el Jug Dubrovnik. De modo que en julio del 2018 podrá reincorporarse a la selección española tras su lapso brasileño en los Juegos. En 15 años Felipão habrá vivido tres cambios de gorro (Brasil-España-Brasil-España).
Le acompañará como fichaje el eslovaco Martin Famera, que ha iniciado los trámites para obtener el pasaporte español, y quizás también Adrià Delgado, hijo del mítico portero Manuel Delgado, que emigró a jugar a Brasil en el 2012 y disputó los Juegos’16 con la canarinha.
En el waterpolo son frecuentes las idas y venidas de selección como si fueran equipos de clubs. La estrella francesa Ugo Crouisillat (Francia-Montenegro-Francia), el croata Josip Vrlic (Croacia-Brasil-Croacia), el portero serbio que pasó por el Sabadell Slobodan Soro (SerbiaBrasil) o el catalán Xavi Garcia (España-Croacia) son algunos ejemplos de esta frenética movilidad consentida por la FINA.
Amparándose en la normativa madre del COI, la Federación Internacional permite la adopción de otra nacionalidad cuando un jugador tiene vínculos con otro país, como tener un cónyuge de otro Estado. El único requisito para cambiar
ESPAÑA: IDAS Y VENIDAS La baja de Echenique (a Italia) se compensará en el 2018 con la llegada de Perrone y Famera
INCENTIVOS ECONÓMICOS
En los países balcánicos pagan una pensión vitalicia a los jugadores cuando logran un oro
de pasaporte es que certifique que lleva residiendo y jugando al menos 12 meses en el país de adopción, y que no haya jugado durante un año con otra selección. En otros deportes, ese tiempo de barbecho es superior. En el balonmano, por ejemplo, son dos años en blanco.
En algunos casos, el cambio de selección obedece a motivos deportivos, como hicieron Xavi Garcia o Adrià Delgado, que no contaban para el anterior seleccionador español y se buscaron la vida fuera. Pero en la mayoría, el incentivo económico es innegable: en el waterpolo, una disciplina poco profesionalizada, el estímulo económico es un razón de peso para atraerse a un jugador. Los países balcánicos (como Croacia, Serbia y Montenegro) pagan una pensión vitalicia a los jugadores cuando logran un oro mundial u olímpico. En el caso serbio, la prima es equivalente a tres veces el salario mínimo anual. En España, los seleccionados cobran el Plan ADO, que en la selección de waterpolo masculina reporta de 6.000 a 18.000 euros anuales por jugador.