Una etiqueta: “Probable dopado”
Fancy Bears vuelve a cuestionar los mecanismos de investigación de la IAAF
La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) sufre un grave problema cibernético.
El problema, que aparece periódicamente, tiene unas consecuencias devastadoras. Cuando eso ocurre, centenares de documentos privados de atletas, entrenadores e investigadores salen a la luz. Quien los hace emerger son los Fancy Bears, grupo de espionaje tecnológico, presuntamente ruso, que lleva un par de años poniendo en duda la honestidad del deporte occidental.
El último paquete de documentos hackeados apareció el viernes. Fancy Bears contactó con diversos medios de comunicación, entre ellos La Vanguardia, para advertirles de la aparición de esos informes. Fancy Bears se incauta de documentos de la IAAF, muchos de ellos relacionados con investigaciones de hipotéticos positivos, procedimientos judiciales contra atletas, informes médicos confidenciales e incluso recursos de los propios atletas investigados.
Entre otros casos, el paquete de documentos ofrecía los casos del marchador italiano Alex Schwazer (sancionado con ocho años), los fondistas Galen Rupp y Mo Farah (pupilos de Alberto Salazar) o Jama Aden, entrenador detenido el verano pasado en Sabadell y que lidera un extraordinario grupo de atletas entre quienes se encuentra Genzebe Dibaba.
El jueves, la IAAF se había visto obligada a defenderse. Lo hizo emitiendo un comunicado para pedir disculpas “a aquellos atletas que creían que sus datos personales y médicos se encontraban seguros en manos de la IAAF”. “No puede haber excusas para el robo de datos personales y médicos o la difusión de la información sobre investigaciones porque eso pone en riesgo y daña la lucha contra el dopaje –dijo Sebastian Coe, presidente del organismo–. Sin embargo, debemos reconocer que tenemos que mejorar nuestros procedimientos”.
La IAAF interpreta que estos informes pudieron haber sido interceptados en abril, momento en el que dijo haber sufrido un ciberataque de Fancy Bears. En aquel paquete de documentos se ponía en la diana a Alberto Salazar. Los investigadores trataban de averiguar el porqué Salazar tiene una exención para manipular testosterona, sustancia prohibida para cualquier atleta o entrenador.
Ahora, los correos interceptados por Fancy Bears indican que algunas importantes estrellas del atletismo –cuya lista al completo no ha sido desvelada por este diario– han sido etiquetados como “probables dopados”, según el programa del Pasaporte Biológico del Atleta (ABP, en sus señas en inglés).
La IAAF insiste en que “la simple inscripción de un atleta en el programa ABP no constituye una prueba de dopaje”.