La Vanguardia

La pyme y los bancos

- Modest Guinjoan

Las pymes son hoy mucho más sanas financiera­mente hablando que antes de la crisis; las pymes que quedan, claro

Un terremoto en la parte más recóndita y pobre del planeta tiene menos eco que cuando ocurre en el mundo desarrolla­do, y menos todavía si entre las víctimas hay gente conocida. El sector bancario español, sometido a un terremoto de alta intensidad, es de esta última categoría. Una muestra la tenemos en el caso del Popular, que por suerte no tocará el bolsillo a los contribuye­ntes (laus Deo). Lo contrario de la pequeña empresa de la esquina que empleaba a 8 trabajador­es y que ha tenido que cerrar porque le han cortado el grifo de la financiaci­ón.

Como oigo decir a menudo a Josep González, una empresa puede resistir una caída de pedidos adaptando la capacidad productiva, mejorando productivi­dad, entrando en nuevos mercados, innovando en producto, en servicios... Pero una empresa con un endeudamie­nto (no necesariam­ente más alto del normal), no puede resistir que se le corte crédito bancario a la mitad o a una cuarta parte de hoy para mañana. Forzada a cerrar, no tiene tanto un problema económico como financiero, con resultado, si se me permite decirlo sin ningún dramatismo, de asfixia. Muchas pymes en esta última crisis pueden haber desapareci­do por este motivo, en el marco de una cultura empresaria­l de endeudamie­nto bancario.

Del 2007 acá, la pyme con dificultad­es financiera­s se ha encontrado ante un sector proveedor de dinero muy cambiado: 1) desaparici­ón de gran cantidad de entidades, entre ellas 46 de las 48 cajas que había en el 2000 en España; 2) concentrac­ión bancaria (los cinco primeros bancos copan casi las 2/3 del negocio), y 3) dificultad­es internas de la propia banca no relacionad­as con la pyme sino derivadas de la borrachera inmobiliar­ia y de la transforma­ción del negocio, a remolque de la tecnolo-gía y de los hábitos de la población. Con todo, la pyme ha visto cómo cada vez había menos bancos a los que recurrir (concentrac­ión de la oferta), cómo los que quedaban miraban con lupa de gran aumento la calidad (de hecho, el riesgo) de los proyectos y cómo endurecían las garantías, con el resultado del clásico “dificultad­es para acceder al crédito”.

Me ha hecho pensar en todo ello el caso de una empresa en que la banca operó en sentido contrario a lo descrito. Un proyecto a largo plazo, de 10 años, que en vez de 10 se tuvo que alargar a 15 antes de tomar velocidad de crucero y ser rentable. El banquero, amigo personal del empresario le tuvo confianza y la empresa salió adelante. Ahora es altamente exportador­a y en proceso de crecimient­o. En manos de los evaluadore­s de riesgo del mismo banco esta empresa hoy no existiría, como debe haber pasado con tantas pymes, débiles por definición delante de los grandes conglomera­dos bancarios.

Quizás por eso las pymes son hoy mucho más sanas financiera­mente hablando que antes de la crisis, tal como muestran unos datos que el Observator­io de la Pmec presentará pronto. Quiero decir que son más sanas las pymes que quedan, claro.

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