El hijo de Trump aceptó “encantado” la ayuda rusa
El equipo de campaña del presidente buscaba información contra Clinton El Rusiagate bloquea la agenda política de la Casa Blanca
No existe todavía ningún dato concluyente que haga pensar que lo que se ha bautizado periodísticamente como el Rusiagate acabará con un
impeachment, un enjuiciamiento político del presidente de Estados Unidos, pero es imposible dejar de hablar del escándalo o espectáculo cuando un día sí y el otro también surgen nuevas revelaciones sobre las peligrosas amistades rusas de los colaboradores de Donald Trump y sus conspiraciones contra Hillary Clinton. Nada está claro en esta historia excepto que el Rusiagate se ha convertido en una dolorosa piedra en el zapato del presidente de Estados Unidos que le impide llevar a cabo su agenda política y le genera tal desgaste que la dirección del Partido Republicano lo considera ya la principal amenaza a su mayoría en el Senado. Creen que si Trump no levanta cabeza la perderán en el 2018. Y si con el control de las dos cámaras, los republicanos no sacan adelante ningún proyecto, con un Senado con mayoría demócrata, la agenda conservadora quedaría archivada por mucho tiempo.
El nuevo episodio del Rusiagate lo sigue protagonizando el hijo mayor del presidente, Donald Trump jr., quien ayer, antes de que lo hiciera el New York Times, dio a conocer los mensajes de correo electrónico que hacían referencia a la reunión que mantuvo con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya, que era quien debía proveerle la información comprometida sobre Hillary Clinton. Y resulta que en esos codel rreos se menciona que el Gobierno ruso estaba dispuesto a ayudar a Trump y que su hijo se mostró muy dispuesto a aceptar esa ayuda.
El 3 de junio del 2016, Donald Trump hijo recibió el correo de un intermediario de su confianza en el que se le comunicaba que el fiscal general de Rusia disponía de información que “incriminaría a Hillary y sus tratos con Rusia y [la información] sería muy útil para tu padre”. El intermediario añadía que “es obviamente una información de alto nivel muy sensible y forma parte apoyo de Rusia y de su Gobierno al señor Trump”. Tan sensible que el remitente no se atrevía a enviársela a Trump padre: “También la puedo enviar a tu padre, pero como es ultrasensible prefería enviártelo a ti primero”.
Donald Trump junior no tardó demasiado en contestar. A los pocos minutos escribió: “Si es lo que dices, me encanta, especialmente más tarde en el verano”, se supone que queriendo decir una vez celebradas
La información prometida se atribuía al fiscal general ruso, pero no se concretó El hijo del presidente publica toda la cadena de correos sobre su contacto con los rusos
las convenciones de ambos partidos y Trump y Clinton hubieran asumido sus respectivas candidaturas a la presidencia.
Ambas partes debían de estar impacientes, porque el 7 de junio fue cuando le propusieron al primogénito de Trump la reunión con “una abogada del Gobierno ruso”, este aceptó inmediatamente añadiendo que estarían presentes el jefe de campaña, Paul Manafort, y “mi cuñado”, Jared Kushner, ahora asesor principal del presidente. La reunión se celebró dos días después.
El hijo del presidente asegura que finalmente la información prometida no le llegó, y que la abogada Veselnitskaya con “sus declaraciones vagas, ambiguas, sin sentido y sin datos de interés”, utilizó el cebo de la información contra Clinton para celebrar una reunión en la que
la abogada defendía los intereses de empresas rusas sancionadas por Estados Unidos.
Es, de hecho, a lo que se dedica Veselnitskaya desde que el Gobierno de Obama decidió sancionar a personas y empresas rusas que, según los servicios de inteligencia estadounidenses, habían intervenido para eliminar al abogado Serguéi Magnitski después de que denunciara el mayor caso de corrupción de la era Putin. Como represalia, el líder ruso prohibió la adopción de niños rusos por parte de familias estadounidenses, el principal asunto de conversación según la primera versión de la abogada y el propio Trump júnior.
El intermediario era Rob Goldstone, un colaborador de la organización Trump cuando el entonces magnate intentaba hacer negocios en Rusia. Goldstone es representante de Emin, un cantante pop, hijo de Aras Agalarov, magnate inmobiliario conocido como “el Donald Trump de Moscú”, quien supuestamente había recibido la información contra Clinton del fiscal ruso. Agalarov está estrechamente relacionado con el Kremlin. Suele ganar los principales contratos públicos de construcción y también es amigo de Donald Trump, con quien se asoció para celebrar el concurso de Miss Universo en Moscú en el 2013 y luego para construir un rascacielos que llevara el nombre del magnate americano, aunque este proyecto no se ha llevado a cabo.
Teniendo en cuenta que el FBI, con un fiscal independiente al mando, Robert Mueller, y dos comités del Congreso están investigando si hubo confabulación del equipo de campaña de Trump con los rusos para atacar a Clinton, la información de Trump hijo aporta la mayor evidencia hecha pública hasta ahora de que existió como mínimo una interacción entre la campaña de Trump y un Gobierno extranjero –enfrentado a Estados Unidos por la invasión de Crimea– y que los miembros del equipo del actual presidente estaban vivamente interesados en establecer esa colaboración.
La ley de EE.UU. prohíbe al personal de la campaña electoral recibir ningún “objeto de valor” procedente de un Gobierno extranjero. Los juristas debaten ahora si aceptar información sobre el rival podría considerarse objeto de valor. Además de eso, si como sostienen los servicios de inteligencia estadounidenses, el Gobierno ruso llevó a cabo una “campaña de influencia en las elecciones para socavar la democracia” y se prueba que el equipo de Trump colaboró con ella, no cabe duda que el asunto acabaría con acusaciones en los tribunales.
El presidente hizo ayer una escueta defensa de su hijo: “Es una persona de alta calidad y aplaudo su transparencia”, dijo, mientras la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders , consideró “ridículo” que se acuse a Trump junior de “traición”.
De todas formas, el principal ataque que la CIA atribuye a los rusos fue la penetración en los ordenadores del Partido Demócrata y de los colaboradores de Hillary Clinton y la filtración a Wikileaks de las informaciones que perjudicaban a la candidata demócrata. No se ha establecido, de momento, ninguna relación entre estos ciberataques y los contactos del primogénito de Trump.
El presidente aplaude la transparencia de su hijo y la Casa Blanca niega que sea un traidor