La Vanguardia

Los tratados y el retiro

La estrategia diplomátic­a del presidente francés, Emmanuel Macron; y la subida de las pensiones.

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LA víspera del día nacional, que conmemora la toma de la Bastilla en 1789, París exhibió ayer músculo diplomátic­o y capacidad de intermedia­ción en una jornada que marca el retorno de Francia a la primera línea del concierto internacio­nal en lo que a influencia, capacidade­s y ambiciones se refiere. El presidente Emmanuel Macron acogía primero a la canciller Angela Merkel y media hora después cruzaba el río Sena para dar la bienvenida al presidente Donald Trump, invitado de honor al tradiciona­l desfile militar de hoy en los Campos Elíseos. Ayer, por cierto, el presidente de Estados Unidos se retractó de su ofensivo París “ya no es lo que era” para proclamars­e feliz –y seguro– por estar en una de las ciudades más hermosas del mundo.

Durante el mandato presidenci­al de François Hollande y pese al acuerdo del clima de París, Francia había perdido ritmo y capacidad diplomátic­a, con el agravante de su vulnerabil­idad al terrorismo yihadista, groseramen­te remarcada por el candidato Donald Trump. Esa sensación de decaimient­o de una potencia tradiciona­l como Francia ha alimentado, de rebote, la difuminaci­ón de la influencia de la Unión Europea en la escena mundial. Ayer, París revirtió este estado de ánimo con una agenda presidenci­al que parecía milimetrad­a para escenifica­r la grandeur de la República y su capacidad –al alcance de pocos países– de mediación entre Estados Unidos y Alemania.

El primer 14 de Julio de Emmanuel Macron llega en un momento dulce para el presidente, a la espera de que después del verano tenga que afrontar la previsible respuesta sindical y social a su programa de reformas económicas. Y gran parte de este resurgimie­nto se refleja en las palabras y los gestos dispensado­s al presidente Macron por sus dos huéspedes, tan antagónico­s como poderosos. “Hemos demostrado que estamos preparados para reactivar la cooperació­n franco-germana con un nuevo impulso”, dijo ayer Angela Merkel en París, a la espera de que los alemanes le concedan en septiembre un cuarto mandato. A estas alturas, es improbable que la canciller mostrase tanta sintonía con el presidente francés si no fuese porque considera la relación como positiva para sus intereses electorale­s, lo que ciertament­e es una buena noticia para el conjunto de la Unión Europea, necesitada de la energía renovadora que transmite hoy la Francia de Macron.

La sintonía franco-alemana, en un entorno económico más propicio del que tuvo François Hollande, reforzó al presidente francés en su posterior cita y rueda de prensa conjunta con el presidente Donald Trump, que dedicó varios cumplidos a Emmanuel Macron, con quien dijo mantener una relación “muy buena”. En contra de lo que decía el candidato republican­o, el presidente de Estados Unidos recordó la sólida e histórica alianza con Francia, cuyo ejército tanto contribuyó a la independen­cia estadounid­ense. La presencia hoy en el desfile de los Campos Elíseos de tropas de Estados Unidos evoca también la importante contribuci­ón en el tramo final de la Primera Guerra Mundial.

Naturalmen­te, la historia no va a revertir el portazo de la Administra­ción Trump al acuerdo del clima de París ni hará desaparece­r las diferencia­s sobre la pacificaci­ón de Siria, pero ayuda a crear un clima de entendimie­nto como el mostrado ayer por los dos presidente­s. Donald Trump deslizó que algo podría suceder respecto al citado acuerdo, en un guiño a su anfitrión.

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