Emotiva relectura de Haggard
El nuevo trabajo de Will Oldham se puede calificar de altamente meritorio, cuando no de sobresaliente. Del músico y cantautor de Kentucky es sabida su categoría como compositor e intérprete, aunque cuando se transforma en Bonnie Prince Billy sus ofertas pueden ser desiguales. No es el caso de este personalísimo homenaje a la obra musical del glorioso Merle Haggard. Tal como el Oldham explica en las notas introductorias, su proyecto se encontraba en un estadio muy incipiente cuando se produjo la muerte de aquél en abril del 2016, y fue entonces cuando decidieron él y su núcleo duro de cómplices musicales redefinir el disco, releyendo composiciones que hubiera escrito o cantado el fallecido.
El producto resultante es intransferible, como cualquier obra firmada por Oldham. Grabado y mezclado en su mayor parte en vivo en el estudio de grabación, posteriormente le añadió partes de saxo y flauta junto a los más convencionales banjos, guitarras y violines, pero preservando un grado de sinceridad y cercanía sonora lo-fi conscientemente buscado. Y junto a ello, muy posiblemente la voz de Bonnie Prince Billy nunca haya sonado mejor. Su planteamiento interpretativo es de un absoluto respeto y evidente afecto por las canciones de Haggard, llegando en momentos a una honestidad emocional desarmante. Un mérito adicional de la tarea llevada cabo es que el repertorio elegido no es un listado de hits (no incluye Okie from Muskegee, por ejemplo) sino una ristra de canciones en donde lo que manda es el alma que anida en el cancionero del homenajeado.