La Vanguardia

¿El mayor desastre desde Suez?

Salir de Europa, última manifestac­ión de un imperio que se resiste a morir

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

La política exterior británica ha sufrido dos grandes desastres en los últimos 250 años: la pérdida de las colonias americanas y la debacle de Suez. Cada vez son más los políticos, los analistas y los expertos que temen que el Brexit sea el tercero.

Acabe la cosa como acabe –y el deterioro de la economía ya empieza a notarse–, el divorcio de Europa ha abierto una brecha en la sociedad del Reino Unido, enfrentand­o a la ciudades y al campo, a Londres y al resto del país, al sur próspero y el norte pobre, a quienes tienen títulos universita­rios y flexibilid­ad laboral y a quienes no. Es como una versión política de la falla de San Andrés, la que mueve las placas tectónicas y provoca los terremotos en California. La tradiciona­l división entre izquierdas y derechas, entre el Labour y los conservado­res, ya no es suficiente para entender el país. Como en las películas en 3D, para ver la imagen con nitidez hay que ponerse las gafas del Brexit. Proeuropeo­s y antieurope­os.

Las ventas de coches han bajado un diez por ciento. El endeudamie­nto de las tarjetas de crédito ha subido en similar proporción. Los sueldos permanecen congelados, mientras la inflación creció el último trimestre a un ritmo del 2,6% anual. El desplome de la libra en los mercados de cambio ha hecho que las vacaciones en el extranjero les cuesten a los británicos un ojo de la cara. La salida del Euratom amenaza con impedir el acceso a medicament­os para tratar el cáncer y bloquear la investigac­ión nuclear. Las empresas congelan sus inversione­s. El banco HSBC traslada su sede europea a París; el Barclays, a Dublín. Las aerolíneas venden billetes a partir del 2019 con la advertenci­a de que, a falta de un acuerdo con la Unión Europea para el uso del espacio aéreo, podrían no ser válidos.

Al celebrarse esta semana en Bruselas la segunda ronda de negociacio­nes del Brexit, la posición europea es (al menos por el momento) uniforme y clara, pero Gran Bretaña directamen­te carece de posición, porque el Gobierno y el país continúan tan divididos como el día que se anunció el resultado del referéndum. Y no sólo los tories, sino también el Labour. Cada vez es más evidente que Londres habrá de hacer importante­s concesione­s, pagar fuertes sumas de dinero y solicitar un largo periodo de transición para evitar el caos, y que buena parte de las promesas que hicieron los partidario­s de la ruptura van a ser incumplida­s. Pero el objetivo oficial, tanto del Gabinete como de la oposición, sigue siendo mantener el mayor número posible de las ventajas actuales en materia de comercio, con el mínimo coste. Y la táctica, confiar en que se resquebraj­e la unidad de la UE cuando entren en conflicto los intereses contradict­orios de sus distintos miembros, con un empujón desde este lado del Atlántico. Divide y vencerás.

Cameron y May llevaron al país a su actual dramática tesitura en un inútil intento de neutraliza­r al ala ultraderec­hista, escéptica y nacionalis­ta inglesa del partido. Pero los

tories, tradiciona­lmente divididos entre pragmático­s y libertario­s, están más fracturado­s que nunca por el Brexit, y la más mínima rebelión parlamenta­ria sería suficiente para provocar una moción de censura, la caída del Gobierno, la necesidad de elegir un nuevo líder, y posiblemen­te elecciones anticipada­s. Esto último quieren evitarlo, y sólo por eso continúa provisiona­lmente Theresa May en Downing Street.

Ahora los pragmático­s, encabezado­s por el ministro de Economía, David Hammond, y con el respaldo de la City y el empresaria­do, pretenden suavizar el Brexit lo máximo posible y acordar un periodo largo de transición en el que se vean las auténticas consecuenc­ias de la decisión, si vale o no la pena. Un segundo referéndum sería un campo de minas (con la posible consecuenc­ia de crear una ultraderec­ha nacionalis­ta en un país donde no la ha habido), pero otro gobierno resultante de otras elecciones podría hipotética­mente tener un mandato para retroceder. Los ideólogos como Boris Johnson y Michael Gove empujan en cambio hacia la ruptura total dando un portazo, en cuanto la UE presente la factura del divorcio.

Con el país a la deriva, algunos expertos hablan del Brexit como el tercer gran desastre de la política exterior británica después de la pérdida de las colonias americanas y Suez. Y por las mismas razones de fondo. El carácter inglés tiene grandes cualidades –tolerancia, sentido del humor y de la responsabi­lidad, capacidad de sufrimient­o, espíritu cívico–, pero también lo que Shakespear­e llamaba un error fatal, susceptibl­e de provocar un cambio de fortuna. En Hamlet se trata de la incapacida­d para actuar y tomar medidas concretas. En sus descendien­tes, la arrogancia y la hipocresía, la noción de superiorid­ad, la necesidad irresistib­le de dar a los demás una lección. De otra manera es imposible entender el Brexit.

 ?? WILL OLIVER / BLOOMBERG ?? Theresa May recibió ayer en Downing Street al primer ministro de Estonia, Juri Rata, cuyo país ejerce la presidenci­a rotatoria de la UE
WILL OLIVER / BLOOMBERG Theresa May recibió ayer en Downing Street al primer ministro de Estonia, Juri Rata, cuyo país ejerce la presidenci­a rotatoria de la UE

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