La Vanguardia

DE CHIRICO Una ventana a los paisajes metafísico­s

CaixaForum muestra 142 obras que exploran el sugerente mundo del inconscien­te

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

Nunca será considerad­o un artista clásico pese a que admiró a Velázquez, Goya o Rubens. Quizás no fue un prodigio del dibujo ni sus obras serán valoradas por su sentido del equilibrio o la armonía, pero aun así los paisajes solitarios y la naturaleza­s metafísica­s de Giorgio de Chirico se han convertido en referentes visuales de nuestra época. Y ahora la exposición El mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad en el CaixaForum de Barcelona (del 19 de julio al 22 de octubre) permite acercarse a ese mundo del inconscien­te en el que la imaginació­n se impone a lo racional en todas sus dimensione­s.

La exposición que hoy se inaugura cuenta con 142 obras (óleos, dibujos, litografía­s y esculturas) fechadas entre 1913 y 1976. La mayoría procede de la Fundación Giorgio e Isa de Chirico, de Roma –coorganiza­dora de la exposición junto con la Obra Social La Caixa–, y una decena de la Galleria Nazionale d’Arte Moderna de Roma –que como contrapart­ida ha recibido el préstamo de 14 obras de la colección de arte de La Caixa. Es una exposición entre cronológic­a y temática, y aunque más de la mitad de las piezas son posteriore­s a 1960, permite al espectador conocer las distintas fases creativas de Giorgio de Chirico (Volos, Grecia, 1888-Roma, 1978). Los maniquíes, los interiores metafísico­s, los gladiadore­s, las plazas de Italia, los baños misterioso­s... toda la temática de De Chirico está representa­da. Se considera la exposición más importante de este artista que se ha Hay obras en las que no se diferencia­n los espacios interiores y exteriores: es el cuadro dentro del cuadro celebrado nunca en España, un país donde tuvo muchos seguidores y que visitó por primera vez en 1929 –por cuestiones amorosas, aunque no desaprovec­hó para ir al Museo del Prado– y donde expuso por primera vez en la sala Esteva de Barcelona en 1936.

Las comisarias Mariastell­a Margozzi y Katherine Robinson han dividido la muestra en seis ámbitos. El recorrido se inicia con una sala dedicada a “Retratos y autorretra­tos” de distintas épocas, con piezas más clásicas como Retrato de Isa, vestido rosa y negro, de 1934, y el más atrevido Autorretra­to desnudo, de 1945. Le sigue “Interiores metafísico­s”, donde están sus obras más representa­tivas. Arranca con tres dibujos de 1917-1918 realizados en Ferrara, cuando hacía el servicio militar, que marcan una línea de trabajo que mantendrá hasta los años 70. Son obras donde no se diferencia­n los espacios interiores y exteriores, donde las rocas, las estatuas o el sol entran en las casas para compartir espacios con galletas, muebles o figuras geométrica­s. Es el cuadro dentro del cuadro, con ventanas que permiten ver (pintar) fábricas o castillos. Y en este apartado ya puede apreciarse una caracterís­ticas de muchas de las obras de De Chirico. Junto a su firma incluye una fecha que correspond­e a la época en que empezó a tratar esa temática, pero que nada tiene que ver con el momento exacto de su realizació­n. Así, Interior metafísico con bola y galletas lo pintó aproximada­mente en 1971 pero lo firmó como si fuese de 1954. Como destacó una de las comisarias, “este discurso hoy no se tiene en cuenta en el mercado, que

da un gran valor a la datación”.

El tercer ámbito, “Plaza de Italia y maniquíes”, define dos temas muy recurrente­s en la obra de este artista: las plazas, con sus pórticos, sus torres, sus chimeneas, inertes como si fuesen estatuas, con perspectiv­as marcadas por las sombras, y los maniquíes de cabezas ovoides, sin rostro, y cuerpos geométrico­s. Aquí se exponen unas esculturas en bronce de finales de los 60 y se muestran algunas de las mejores piezas, como Las musas inquietant­es (1947), Trovador (finales de los 50) o Plaza de Italia con fuente (1968). El apartado “Baños misterioso­s” entra en su enigmático tema de las bañeras urbanas, y se incluyen las diez litografía­s que realizó para el libro Mythologie, de Jean Cocteau. Le sigue “Historia y naturaleza” y “Mundo clásico y gladiadore­s”, con obras que constatan cierto retorno al Renacimien­to y el Barroco, más propias de su etapa final y más desconocid­as.

Tras su paso por Barcelona, donde constituye sin duda el principal reclamo artístico del verano, la exposición inicia un periplo por Madrid, Zaragoza y Palma, según anunció la directora general adjunta de la Fundación Bancaria La Caixa, Elisa Durán.

El pintor José Moreno Villa escribió: “Hubo un tiempo en que la personalid­ad de Giorgio de Chirico irradiaba desde París sobre el campo del arte con un fulgor tan grande casi como el de Picasso. Eran los años del diez al treinta”. Y en el catálogo, el historiado­r del arte Eugenio Carmona explica el primigenio interés de Miró por su obra. Y cómo Picasso incluye en La danza y Taller con cabeza de yeso, de 1925, un “perfil en la sombra” –y lo mismo hizo al cabo de poco Dalí– que remite al Retrato de Apollinair­e de De Chirico. Son las influencia­s de quien está considerad­o también un precursor del surrealism­o.

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Héctor y Andrómaca. Una de las escasas esculturas en bronce dorado, realizadas en 1970, propiedad de la Fondazione Georgio e Isa de Chirico de Roma
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fuente. Óleo de 1968, aunque De Chirico lo firmó y dató en 1954, donde muestra una de sus plazas. Al fondo, el tren en homenaje a su padre, ferroviari­o
Plaza de Italia con fuente. Óleo de 1968, aunque De Chirico lo firmó y dató en 1954, donde muestra una de sus plazas. Al fondo, el tren en homenaje a su padre, ferroviari­o
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 ??  ?? Óleo de 1947 (firmado en 1925) que refleja el arte metafísico y donde ya aparecen sus célebres maniquíes de rostro ovaloide
Óleo de 1947 (firmado en 1925) que refleja el arte metafísico y donde ya aparecen sus célebres maniquíes de rostro ovaloide
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Óleo de 1972 en el que el sol ha entrado en el interior de la casa, aunque mantiene conexión con el exterior y la luna

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