El comienzo del fin
El presidente que no tenía que acudir a las urnas salvo contra ex secretarios generales
Quién le iba a decir a Ángel María Villar que una fecha tan significada en España como el 18 de julio le iba a suponer el principio del fin? Que no corrían buenos tiempos para el que parecía eterno presidente de la Federación Española de Fútbol (29 años en el cargo) era algo que ya se sabía. A pesar de haber sido reelegido para un octavo mandato el pasado 22 de mayo, en la sede federativa de Las Rozas se cocía desde hacía semanas que esta vez iba en serio. Que las pesquisas alentadas en su día por una investigación del CSD que encabezaba Miguel Cardenal y abierta en el 2016 por la Fiscalía contra Ángel Villar y varios de sus dirigentes por diferentes casos de corrupción podía haber pinchado en hueso. Por fin.
A Villar, acostumbrado a manejarse en todo tipo de crisis casi desde el inicio de su mandato en 1988, todos estos nuevos líos le han pillado esta vez mayor, con una salud precaria (se sometió a una artroscopia de rodilla a finales de marzo), y con demasiados frentes que atender, sobre todo el de su hijo Gorka, de quien ya iban detrás en Sudamérica por su relación con mandatarios encarcelados y de quien todos decían, eso sí, con la boca pequeña, que iba a ser su talón de Aquiles.
Futbolista del Athletic con más despliegue físico que calidad técnica, internacional una veintena de veces con Kubala, Villar pasó a la historia del fútbol por una bofetada que en pleno partido le propinó a Johan Cruyff el 24 de marzo de 1974 en un Athletic -Barcelona. Su ascenso a la presidencia de la Federación llegó catorce años después, ya con una licenciatura en Derecho por la Universidad de Deusto, en unas elecciones reñidas que le ganó a Eduardo Herrera, entonces presidente de la territorial Andaluza, para sustituir a José Luis Roca, pillado en un asunto de cobro ilegal de dietas.
Desde entonces, Villar sólo ha tenido que competir una vez para mantenerse en el cargo. Fue el 27 de noviembre del 2004, cuando se impuso por 98 votos a 78 a Gerardo González, su ex secretario general, quien no llegó a destronarle porque una serie de presidentes de clubs encabezados por Joan Laporta traicionaron a última hora el acuerdo de la Liga de votar por el candidato opositor.
Algo de todo esto podía haberse repetido este año. De nuevo surgió un candidato opositor que había sido secretario general de la Federación muchos años, Jorge Pérez. Sin embargo, Pérez se retiró antes de la elección denunciando en los tribunales las, a su juicio, maniobras ilegales de Villar para conseguir un colegio electoral totalmente favorable.
Poco dotado para la facilidad de palabra, con evidentes problemas
EL CARÁCTER Poco dotado para la facilidad de palabra, Villar siempre consideró enemigos a los medios LOS APOYOS El presidente ha cimentado su poder en el control férreo de casi todas las territoriales
de dicción, alérgico a tratar con los medios de comunicación, a los que ve como enemigos, Villar ha sabido mantenerse en el cargo tantos años (pese a que sus detractores le acusan de pasarse la mitad del año fuera de España para cobrar las dietas de la FIFA y de la UEFA) por su dominio de las territoriales, donde sólo ha tenido históricamente dos en contra: la Andaluza de Eduardo Herrera y la Aragonesa de Oscar Flé.
Entre sus enemigos declarados ayer podían brindar el expresidente del CSD Miguel Cardenal, antiguo integrante de los comités federativos que desde su cargo de máximo representante del deporte español le exigió auditoría tras auditoria y le negó remodelaciones ad hoc del reglamento electoral de la Federación.
Pero quien más evidenció ayer su alegría fue el presidente de la Liga, Javier Tebas, declarado enemigo personal de Villar desde sus tiempos de abogado de clubs. Un Tebas que había remitido un escrito a Villar pidiéndole que dejara de insultarle en público en las juntas de la Federación. Entre los detractores de Villar se cuenta también el Real Madrid, quien siempre vio en el vasco a un presidente proBarça, sobre todo con Núñez y Laporta en la presidencia azulgrana, y con el que discrepaba sobre todo en la política de designaciones arbitrales.