Blesa, el banquero de Aznar, muere tras dispararse un tiro
oeEl expresidente de Caja Madrid había acudido a una finca de caza en Córdoba oePesaba sobre él una condena por las ‘black’ y tenía tres causas pendientes
Ha tenido un final trágico. Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid e involucrado en una madeja de procesos judiciales, fue hallado ayer sin vida con un tiro en el pecho. Las primeras especulaciones condujeron a la hipótesis del suicidio. Pero, lógicamente, se va a investigar. Y las primeras piezas clave para esclarecer los hechos son el dictamen de la autopsia y los exámenes de balística.
Quien encontró el cuerpo de Miguel Blesa, tendido en el suelo, fue un guarda de la finca Puerto del Toro, a la que el expresidentes de Caja Madrid acudía para cazar con amigos. El guarda llamó al teléfono de emergencias 112. Los servicios sanitarios simplemente certificaron la muerte. Dieron las 8.40 como la hora en que se había producido el fallecimiento. La llamada de alerta se había producido casi una hora antes, a las 7.50. Las primeras investigaciones de la Guardia Civil llevaron a los agentes a la conclusión de que cabía descartar que Blesa hubiera muerto a consecuencia de un accidente de caza.
La autopsia se lleva a cabo en el tanatorio de Córdoba, ubicado en el cementerio de la Fuensanta. Los investigadores creen que, salvo sorpresas mayúsculas, todo confirmará la hipótesis del suicidio. No sólo por cómo se produjo el hallazgo del cuerpo, su posición y la de la escopeta disparada. También por los hechos precedentes. La noche anterior, Miguel Blesa llegó a la finca citada, de 1.600 hectáreas, conduciendo su coche. Se vio con unos amigos a los que les dijo que iba a pasar unos días en Sierra Morena, como otras veces, con el único propósito de descansar.
La siguiente imagen conocida nos sitúa en el amanecer de la jornada de ayer, con Blesa hablando con el gerente de la finca Puerto del Toro, en el lugar de los hechos, y dos empleados, entre ellos el que luego le encontraría, inerte, ya fallecido, o tal vez con un hilo de vida. Él no supo establecerlo. Sí recordaba que Blesa se alejó del grupo dijo que iba simplemente a mover el coche, porque quería aparcarlo en otro sitio. No hacía falta que le acompañara nadie, dijo. Casi una hora más tarde, uno de aquellos empleados encontraría el cuerpo. Cerca del coche, en efecto. Y con un tiro en el pecho, destrozado por el escopetazo. Poco antes de mediodía, con el sol ya en lo alto, azotando el campo, el juez que se hallaba de guardia en el juzgado de instrucción número 2 de Peñarroya Pueblo Nuevo ordenó que se practicara la diligencia de levantamiento del cadáver.
En cuanto a las circunstancias que hubieran podido llevar a Blesa a la depresión y el suicidio, si así sucedieron las cosas, hay que decir que tenía un horizonte judicial muy complicado. A pesar de ello, no había sido tratado con falta de equidad, e incluso de generosidad procesal, por parte de los jueces. El hecho es que el expresidente de Caja Madrid seguía en libertad una vez que la Audiencia Nacional le había condenado ya a seis años de prisión por el caso de las tarjetas black de la entidad que dirigió. Blesa, en todo caso, ya había pisado la cárcel por decisión del juez Elpidio Silva, a raíz de una investigación muy polémica sobre la compra del Banco de Miami. Aquel asunto se archivó, pero Blesa seguía teniendo problemas con la justicia, no sólo por el asunto de las tarjetas opacas, pendiente del recurso ante el Supremo, sino también por otra causa relativa a los sobresueldos estipulados para los antiguos altos cargos, en paralelo al uso y disfrute de las mencionadas tarjetas black.
La experiencia carcelaria no pareció dejar gran mella en Miguel Blesa. Aquella primera estancia en prisión, ciertamente, apenas duró dos semanas. El juez Silva diría al cuando
HALLAZGO DEL CUERPO Un empleado halló al exbanquero al lado del coche con un disparo en el pecho CAUSAS PENDIENTES El fallecido tenía un complicado horizonte judicial y una condena no firme por las ‘black’
gún tiempo después que la Fiscalía le bombardeó y el Poder Judicial le bloqueó por aquella investigación. Uno de sus aspectos más polémicos fue la filtración de correos de Blesa que reflejaban su peculiar gestión al frente de Caja Madrid. Había rastro de todo tipo de gestiones a favor de los amigos, sobre todo en relación con los dirigentes populares. Y también reflejaban la lucha de clanes por el control de Caja Madrid. Blesa había llegado a la presidencia de la entidad sin experiencia en el sector financiero, y bajo el paraguas de su antigua relación con José María Aznar. El nexo era claro. El acceso de Blesa a dicho puesto se produjo en octubre de 1996, pocos meses después de la llegada al poder del PP, tras el dilatado periodo de gestión del PSOE de Felipe González.
El juicio por los sobresueldos de Caja Madrid estaba pendiente, pero ya se había acordado abrir la fase de juicio oral. La Fiscalía Anticorrupción pedía que se le impusiera una pena de 4 años de prisión. Blesa estaba imputado junto al ex director financiero de la entidad Ildefonso Sánchez Barcoj. El FROB calculó en 14,8 millones de euros los perjuicios en el asunto de los sobresueldos. En los próximos meses el Supremo también habría tenido que decidir sobre el recurso contra la citada condena a 6 años por el caso de las tarjetas black. Se decía que Blesa confiaba en una rebaja de la pena. La acción popular había pedido su ingreso en prisión, pero la Audiencia Nacional le libró de ello, al igual que a Rato, confiando en que no trataría de fugarse. En el juicio por dichas tarjetas opacas, Blesa apareció sereno, aunque tratando de dar explicaciones que los jueces no se creyeron. “Pensé que sí se declaraban las tarjetas, nadie me dijo nada”, explicó. Y unos meses antes había asegurado: “No tengo un duro y me hago yo las labores de la casa”. Nada de eso hizo mella en los preferentistas, que cada vez que acudía a declarar le esperaban para llamarle de todo, en plena calle y a voz en grito.