Mark Dayton
Una mujer australiana, vecina de Minneapolis, fallece por tiros de la policía tras alertar de una agresión sexual en el vecindario
GOBERNADOR DE MINNESOTA
Un policía de Mineápolis (Minnesota) ha matado por error a una mujer en pijama que, precisamente, había telefoneado pidiendo ayuda. La violencia policial no es nueva en este Estado del norte de EE.UU. Nadie pone remedio.
Justine Damond se comportó como una buena ciudadana. Pensó que en el vecindario, cerca de su casa, se estaba produciendo una agresión sexual. Marcó el 911, el número de emergencias, para dar la alerta.
Qué sucedió después, cuando llegó la policía, sigue siendo una incógnita. Salvo una cosa. Damond, de 40 años, australiana de origen afincada en Minneapolis (Minnesota), profesora de yoga y meditación, y con planes de boda para el próximo mes, falleció por el impacto de una bala en el estómago. Murió en pijama.
Cerca de ella hallaron el teléfono móvil. No había arma alguna.
De la supuesta agresión sexual nunca más se supo. Pero la ciudadana ejemplar recibió el disparo mortal de uno de los dos agentes que se desplazaron a atender la emergencia, Mohamed Noor, de 31 años y dos de experiencia en el cuerpo. Habían pasado 20 minutos desde que la víctima por error había hecho su llamada.
Su muerte ha provocado la habitual consternación interior, que en esta ocasión se ha extendido al extranjero, al país de origen de la difunta. Los medios australianos retrataron lo que calificaron como “la pesadilla americana”.
Los expertos arremetieron contra la cultura exhibida en EE.UU. “Hay más armas que residentes. Vemos a Estados Unidos como un lugar con mucho riesgo en términos de violencia armada”, declaró a AP el especialista Philip Alpers, de la Universidad de Sydney, que estudia las diferencias en esta materia entre las dos naciones. Este analista subrayó que los caídos por disparos de la policía son raros en Australia.
El constante rechazo estadounidense a reforzar su regulación sobre armas se considera un camino sin fin para combatir esta plaga. Australia tomó unas medidas de control muy severas tras una matanza masiva en 1996.
El Gobierno de Canberra mantiene una alerta para advertir a sus conciudadanos que visitan EE.UU. sobre este peligro.
“¿Cómo una mujer, en pijama, que pide ayuda a la policía puede recibir un disparo por esta razón?”, se cuestionó el primer ministro australiano Malcolm Turnbull, que solicitó una explicación por la muerte de Damond.
“Reclamamos una respuesta en nombre de la familia. Es una muerte sorprendente, verdaderamente muy trágica”, insistió.
Siempre según la base de datos que elabora The Washington Post, Damond es una de las, al menos, 547 personas abatidas fatalmente por la policía en Estados Unidos durante este año.
Dentro de esta plaga, su caso presenta, sin embargo, una peculiaridad que da la vuelta a las circunstancias habituales: ella es blanca y el uniformado es negro.
Tampoco se ha de obviar en este contexto que ella residía en una zona de bajo índice de criminalidad, al sudoeste de Minneapolis, en una calle en la que se alinean cafeterías, tiendas de arte-
sanía bien cuidadas e iglesias.
Fuentes oficiales de la policía local señalaron que Noor iba de copiloto en el coche patrulla que conducía su colega, Matthew Harrity, que se incorporó al servicio en el 2016. La noche del sábado circulaban por un callejón, con las luces apagadas, a la caza de un sospechoso por robo. Entonces oyeron la llamada al 911.
“Hubo un ruido muy fuerte”, declaró Harrity, cerca de su coche, antes de que Noor abriera fuego desde su ventanilla, que tenía bajado el cristal. Los dos se encuentran apartados del servicio, pero el presunto autor de los disparos se niega a hablar. Algunas fuentes apuntan a que ese ruido pudo proceder de un petardo.
Los investigadores confirmaron que los dos agentes tenían apagadas sus respectiva cámaras de los uniformes, así como la que llevaban en el vehículo. Sólo pusieron en marcha los dispositivos una vez que ocurrió el suceso. No entienden por qué. Es otro de los misterios. La opinión mayoritaria se decanta más por un olvido que por un intento de ocultación.
Hay otra razón que preocupa en esta época de xenofobia rampante. Somalia, país de origen de Mohamed Noor, es uno de los seis en la lista contra los musulmanes del presidente Donald Trump.
Noor pasa por ser el primer somalí estadounidense que ingresó en un cuerpo policial. “Existe el temor de que esta tragedia se utilice para provocar animadversión hacia la comunidad somalí”, alerta la Confederación de la Comunidad Somalí en Minnesota.
“Se unió a la policía para servir a los ciudadanos”, afirmó su abogado defensor, Thomas Plunkett. Sin embargo, Noor recibió tres quejas, de las que dos continúan pendientes, y una querella por aplicar violencia física.
Dentro del profundo dolor, Don Damond, el novio de Justine, confesó sentir cierto consuelo al saber lo que “ella trató de hacer en sus últimos momentos”.
Australia pide una explicación por el disparo mortal a su compatriota Mohamed Noor está considerado el primer policía somalí estadounidense