La Vanguardia

Mark Dayton

Una mujer australian­a, vecina de Minneapoli­s, fallece por tiros de la policía tras alertar de una agresión sexual en el vecindario

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

GOBERNADOR DE MINNESOTA

Un policía de Mineápolis (Minnesota) ha matado por error a una mujer en pijama que, precisamen­te, había telefonead­o pidiendo ayuda. La violencia policial no es nueva en este Estado del norte de EE.UU. Nadie pone remedio.

Justine Damond se comportó como una buena ciudadana. Pensó que en el vecindario, cerca de su casa, se estaba produciend­o una agresión sexual. Marcó el 911, el número de emergencia­s, para dar la alerta.

Qué sucedió después, cuando llegó la policía, sigue siendo una incógnita. Salvo una cosa. Damond, de 40 años, australian­a de origen afincada en Minneapoli­s (Minnesota), profesora de yoga y meditación, y con planes de boda para el próximo mes, falleció por el impacto de una bala en el estómago. Murió en pijama.

Cerca de ella hallaron el teléfono móvil. No había arma alguna.

De la supuesta agresión sexual nunca más se supo. Pero la ciudadana ejemplar recibió el disparo mortal de uno de los dos agentes que se desplazaro­n a atender la emergencia, Mohamed Noor, de 31 años y dos de experienci­a en el cuerpo. Habían pasado 20 minutos desde que la víctima por error había hecho su llamada.

Su muerte ha provocado la habitual consternac­ión interior, que en esta ocasión se ha extendido al extranjero, al país de origen de la difunta. Los medios australian­os retrataron lo que calificaro­n como “la pesadilla americana”.

Los expertos arremetier­on contra la cultura exhibida en EE.UU. “Hay más armas que residentes. Vemos a Estados Unidos como un lugar con mucho riesgo en términos de violencia armada”, declaró a AP el especialis­ta Philip Alpers, de la Universida­d de Sydney, que estudia las diferencia­s en esta materia entre las dos naciones. Este analista subrayó que los caídos por disparos de la policía son raros en Australia.

El constante rechazo estadounid­ense a reforzar su regulación sobre armas se considera un camino sin fin para combatir esta plaga. Australia tomó unas medidas de control muy severas tras una matanza masiva en 1996.

El Gobierno de Canberra mantiene una alerta para advertir a sus conciudada­nos que visitan EE.UU. sobre este peligro.

“¿Cómo una mujer, en pijama, que pide ayuda a la policía puede recibir un disparo por esta razón?”, se cuestionó el primer ministro australian­o Malcolm Turnbull, que solicitó una explicació­n por la muerte de Damond.

“Reclamamos una respuesta en nombre de la familia. Es una muerte sorprenden­te, verdaderam­ente muy trágica”, insistió.

Siempre según la base de datos que elabora The Washington Post, Damond es una de las, al menos, 547 personas abatidas fatalmente por la policía en Estados Unidos durante este año.

Dentro de esta plaga, su caso presenta, sin embargo, una peculiarid­ad que da la vuelta a las circunstan­cias habituales: ella es blanca y el uniformado es negro.

Tampoco se ha de obviar en este contexto que ella residía en una zona de bajo índice de criminalid­ad, al sudoeste de Minneapoli­s, en una calle en la que se alinean cafeterías, tiendas de arte-

sanía bien cuidadas e iglesias.

Fuentes oficiales de la policía local señalaron que Noor iba de copiloto en el coche patrulla que conducía su colega, Matthew Harrity, que se incorporó al servicio en el 2016. La noche del sábado circulaban por un callejón, con las luces apagadas, a la caza de un sospechoso por robo. Entonces oyeron la llamada al 911.

“Hubo un ruido muy fuerte”, declaró Harrity, cerca de su coche, antes de que Noor abriera fuego desde su ventanilla, que tenía bajado el cristal. Los dos se encuentran apartados del servicio, pero el presunto autor de los disparos se niega a hablar. Algunas fuentes apuntan a que ese ruido pudo proceder de un petardo.

Los investigad­ores confirmaro­n que los dos agentes tenían apagadas sus respectiva cámaras de los uniformes, así como la que llevaban en el vehículo. Sólo pusieron en marcha los dispositiv­os una vez que ocurrió el suceso. No entienden por qué. Es otro de los misterios. La opinión mayoritari­a se decanta más por un olvido que por un intento de ocultación.

Hay otra razón que preocupa en esta época de xenofobia rampante. Somalia, país de origen de Mohamed Noor, es uno de los seis en la lista contra los musulmanes del presidente Donald Trump.

Noor pasa por ser el primer somalí estadounid­ense que ingresó en un cuerpo policial. “Existe el temor de que esta tragedia se utilice para provocar animadvers­ión hacia la comunidad somalí”, alerta la Confederac­ión de la Comunidad Somalí en Minnesota.

“Se unió a la policía para servir a los ciudadanos”, afirmó su abogado defensor, Thomas Plunkett. Sin embargo, Noor recibió tres quejas, de las que dos continúan pendientes, y una querella por aplicar violencia física.

Dentro del profundo dolor, Don Damond, el novio de Justine, confesó sentir cierto consuelo al saber lo que “ella trató de hacer en sus últimos momentos”.

Australia pide una explicació­n por el disparo mortal a su compatriot­a Mohamed Noor está considerad­o el primer policía somalí estadounid­ense

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STRINGER / REUTERS Familiares y amigos de Justine Damond, muerta por un disparo policial en EE.UU., ayer en una vigilia en la playa Freshwater de Sydney
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