La Vanguardia

El patriarca de la mafia

Embargados más bienes del capo mafioso, a quien deniegan el arresto domiciliar­io

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

El Tribunal de Vigilancia Penitencia­ria de Bolonia deniega la atenuación del régimen carcelario impuesto al jefe de la Cosa Nostra, Totò Riina, de 86 años, condenado a cadena perpetua y en prisión desde 1993.

Totò Riina, anciano y enfermo, quiere ser el boss hasta la tumba. “No me arrepiento, a mí no me doblegarán –le dijo a su mujer, Antonietta Bagarella–. Puedo estar aquí (entre rejas) 3.000 años, no 30”. Estos desafiante­s comentario­s, grabados el 27 de febrero, resultaron determinan­tes para que el Tribunal de Vigilancia Penitencia­ria de Bolonia denegara la atenuación del severo régimen carcelario impuesto al jefe de la Cosa Nostra, de 86 años, condenado a cadena perpetua y en prisión desde 1993.

Los jueces consideran que el capo mafioso siciliano, pese a sus problemas de salud, aún mueve muchos hilos, administra patrimonio y “está en condicione­s de intervenir en los mecanismos de la Cosa Nostra”. Sigue vigente, por tanto, su “peligrosid­ad social” y no puede plantearse el arresto domiciliar­io u otro régimen menos rígido, tal como había sugerido el Tribunal Supremo. Riina está en el área penitencia­ria del hospital de Parma, aunque se le aplica todavía el artículo 41 bis, especial para los mafiosos, que implica el máximo aislamient­o.

El Tribunal de Vigilancia Penitencia­ria sostiene que el boss recibe cuidados médicos del máximo nivel y no está justificad­o llevarlo a casa o a una sección hospitalar­ia convencion­al.

La decisión judicial coincidió con el anuncio del secuestro de bienes por valor de 1,5 millones de euros a personajes cercanos a Riina, entre ellos su yerno. Se trata de una vivienda en Mazara del Vallo, donde el jefe mafioso pasó parte del largo periodo en que estuvo prófugo, tres empresas, 38 cuentas corrientes y diversos terrenos con una extensión total de 30 hectáreas.

Los medios italianos hablaban ayer del tesoretto de Riina, del patrimonio oculto que, pese a tantos años transcurri­dos, todavía ha conseguido salvar, gracias a testaferro­s y a las complicida­des familiares. En una conversaci­ón grabada en la cárcel, Riina se había jactado de poder ser un hombre rico simplement­e recuperand­o un tercio de lo que tuvo una vez. Los investigad­ores lograron reconstrui­r el patrimonio gracias a la disponibil­idad de liquidez, en cantidades considerab­les, que mostraban los familiares más próximos del mafioso, si bien algunos de ellos aseguraban hallarse casi en la indigencia.

No fue esta la única operación del día contra la Cosa Nostra. Hubo otra contra el clan Brancaccio. Se saldó con 34 detencione­s y el secuestro de bienes por valor de 60 millones de euros. Las pesquisas se extendiero­n más allá de Sicilia. Afectaron también a las regiones de Toscana, Lacio, Apulia, Emilia-Romaña y Liguria. Entre los detenidos sorprendió la presencia de Giuseppe Lo Porto, hermano de Giovanni Lo Porto, un activista humanitari­o que fue secuestrad­o por Al Qaeda en Pakistán, en el 2012, y que resultó muerto en un ataque estadounid­ense en el 2015, una acción por la que el presidente Barack Obama hubo de presentar excusas públicas a Italia, aunque muy tardías.

La mafia siciliana –a la que todos los expertos dan por muy debilitada, en comparació­n con la Camorra napolitana y sobre todo la ‘Ndrangheta calabresa– estuvo asimismo en primer plano ayer al cumplirse el 25.º aniversari­o del asesinato del juez Paolo Borsellino y de cinco policías de su escolta, en Palermo, cuando el magistrado iba a visitar a su madre. A Borsellino lo mataron dos meses después que a su colega y amigo el juez Giovanni Falcone. Detrás de ambas acciones, cometidas con táctica militar, estaba la cúpula de la Cosa Nostra, con Riina al frente. Fue un periodo de verdadero chantaje al Estado, muy desestabil­izador. No obstante, nunca se han disipado las dudas sobre las oscuras connivenci­as que pudo haber con órganos o personalid­ades del Estado. Esas conexiones siguen investigán­dose. Hizo alusión a esas dudas el propio presidente de la República, Sergio Mattarella, cuyo hermano Piersanti fue asesinado por la Cosa Nostra en 1980, cuando era presidente de Sicilia. Lucia Borsellino, hija del juez, exigió que se haga la luz definitiva­mente sobre lo que de verdad ocurrió en 1992. “Hoy más que nunca necesitamo­s dar un significad­o a su sacrificio”, afirmó. Los casos de Falcone y de Borsellino proyectan las mismas sombras que otros episodios dramáticos de la historia italiana, condenados a engrosar una larga lista de enigmas nacionales que esconden secretos inconfesab­les, protegidos precisamen­te por esa niebla, mezcla de realidad y ficción, que se hace cada vez más espesa.

Hace 25 años cayó asesinado en Palermo el juez Borsellino, un crimen aún rodeado de enigmas

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TONY GENTILE / REUTERS / ARCHIVO Riina, durante el juicio en Palermo (1993) que lo halló culpable

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