La Vanguardia

La pareja bajo el hielo

Suiza confirma que los cadáveres escupidos por un glaciar son el de un zapatero y una maestra desapareci­dos en 1942

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La policía suiza desvela la identidad de los dos cuerpos hallados hace unos días en el glaciar Tsanfleuro­n, en el macizo Diablerets, que llevaban setenta y cinco años sepultados.

La policía suiza puso ayer oficialmen­te nombre y apellidos a los dos cuerpos escupidos días atrás por el glaciar Tsanfleuro­n, en el macizo Diablerets, que llevaban setenta y cinco años enterrados en el hielo. Son los cadáveres de Marcelin (zapatero) y su esposa, Francine (maestra de escuela), desapareci­dos el 15 de agosto de 1942.

El hallazgo ha puesto fin al último abrazo de esa pareja, que ha durado casi ocho décadas. Francine y Marcelin yacían uno al lado de otro, con sus ropas y calzado prácticame­nte intactos. Junto a los cadáveres, que el frío también ha conservado y ha mantenido enteros, se encontraro­n dos mochilas, un libro y una botella sin etiqueta.

“Mamá y papá tendrán por fin un entierro”, declaró al diario Le

Matin Marceline Udry-Dumoulin, una de las hijas del matrimonio, de 79 años, cuando las autoridade­s suizas le confirmaro­n que los dos cuerpos eran los de sus padres. Marceline, la menor de los siete hijos del matrimonio, tenía cuatro años la última vez que vio a sus progenitor­es. Guarda un borroso recuerdo de ese día.

Francine tenía 37 años; Marcelin, 40. La mujer se animó a acompañar a su esposo a la montaña para dar comida al ganado de su propiedad que pastaba junto al glaciar. Era la primera vez que Francine acompañaba a su marido en una de estas excursione­s. “Siempre estaba embarazada y en esas condicione­s no podía arriesgars­e a esos ascensos”, ha afirmado Udry –otra de las hijas del matrimonio– a los medios de comunicaci­ón suizos. No queda claro si tenían pensado regresar el mismo día por la noche o a la mañana siguiente. Pero lo evidente es que jamás volvieron a reunirse con sus hijos. Se sabe que el día que salieron camino del glaciar hacía un tiempo radiante. Así que lo más probable es que cayeran en alguna grieta de hielo, apuntan responsabl­es de la estación suiza Glacier 3000. Durante las semanas posteriore­s a la desaparici­ón se organizaro­n varias operacione­s de búsqueda. Jamás se encontró rastro del matrimonio. La montaña se los había tragado.

El misterio que ha acompañado a los hijos del zapatero y la maestra durante toda su vida quedó resuelto la pasada semana. Un empleado de la estación de esquí levantada en ese glaciar, cercana a la población de Gstaad, observó un trozo de tela que sobresalía en la nieve. Tiró de él y la sorpresa fue mayúscula. Era parte de la ropa de uno de los cadáveres. Excavó y encontró un segundo cuerpo abrazado al primero. Por la ropa y las botas se planteó enseguida una fecha: eran prendas de la época de la Primera Guerra Mundial.

El descenso lento y progresivo del glaciar, que baja por la montaña como un río de hielo, ha propiciado la salida a la superficie de los cadáveres. Se calcula que el matrimonio Dumoulin ascendió hasta los 2.900 metros y ha salido a la superficie a 2.615. La autopsia practicada a los cuerpos al parecer ha revelado que el matrimonio murió congelado al no haberse hallado El matrimonio tenía siete hijos; fueron a la montaña a alimentar su ganado y se cree que cayeron en una grieta señales de golpes mortales. Lo que explica el hecho de que estuviesen abrazados, tal vez en un último intento de protegerse del frío.

El próximo sábado está previsto celebrar un funeral y enterrar los cuerpos de Marcelin y Francine. “No pienso vestirme de negro, iré de blanco porque creo que es el color más apropiado, ya que representa la esperanza que yo nunca perdí”, anuncia la menor de las hijas de la pareja. La mayoría de sus hermanos se criaron con otras familias de la zona al quedar huérfanos.

La historia de Francine y Marcelin recuerda al hallazgo de otros cuatro cadáveres en julio del 2012, también en una montaña suiza. Eran los restos de cuatro alpinistas de Lötschenta­l (tres eran hermanos) desapareci­dos en un glaciar en marzo de 1926.

En el caso del glaciar de Tsanfleuro­n existe un registro de desapareci­dos en la zona desde el año 1925. Una lista con doscientos ochenta nombres de personas que jamás volvieron tras iniciar un ascenso a esa montaña. De ahí que las autoridade­s suizas hayan sido tan cautas con el caso de Francine y Marcelin. La confirmaci­ón de su muerte no se ha dado hasta tenerlo todo muy claro.

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AP Conservado­s. Francine y Marcelin yacían uno al lado de otro. Sus cuerpos, enteros, estaban bien preservado­s por el frío. Iban bien equipados, con botas de tacos, y junto a los cadáveres se ha encontrado una botella sin etiqueta, un libro y dos...

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