El jefe del ejército francés dimite por no aceptar los recortes de Macron
La oposición critica “la mayor crisis entre Gobierno y ejército en la V República”
De París a los Alpes, el presidente Emmanuel Macron, estratega celoso de su comunicación, se sumó ayer a la caravana del Tour de France, visita obligada de un mandatario francés y garantía de normalidad. Lo hizo apenas dos horas después de haber provocado, según la oposición, “la más grave crisis entre el Gobierno y el ejército en la historia de la V República”.
Aquí no hay crisis, dejaba entender Macron con su presencia en el acontecimiento deportivo más importante de Francia. Y rizaba el rizo de un operativo que, como en sus espectaculares actos diplomáticos –G-20, Putin, Trump, Merkel–, repetía el sonsonete de aquí mando yo.
Tampoco había sido usual la manera en la que su portavoz anunció el relevo en la cúpula militar, una vez aceptada la dimisión –más que obligada– del jefe del Estado Mayor del ejército, el general Pierre de Villiers, respetado sexagenario en el cargo desde enero del 2014.
El portavoz presentó al sucesor, el también general François Lecointre, como “un héroe” y, subrayó, “nacido en 1962”. Es decir, “un general joven, cualidad esencial para acompañar el gran proyecto que tenemos para el ejército”. Lo de héroe tiene su razón de ser: el entonces capitán Lecointre dirigió hasta el combate cuerpo a cuerpo la reconquista de un puente de Sarajevo en 1995. Fue el primer contacto con el fuego del ejército francés en mucho tiempo, y la inflexión a la pasividad de la respuesta de los cascos azules. Buena parte de los efectivos a sus órdenes hoy se reparten en los diversos frentes en los que combate Francia, que no sólo es una potencia en el mercado de venta de armas, sino también el país más belicoso de Europa. Asimismo, tiene desplegadas fuerzas de infantería en su propio suelo a causa de los atentados.
¿A qué precio? Al de un presupuesto que creció considerablemente con François Hollande y al que, de entrada, Macron aplicará un corte tasado en más de 850 millones de euros, incluidos en los 4.500 millones que debe ahorrar el Estado. ¿Provocación para librarse del general De Villiers, con quien había tenido excelentes relaciones como ministro de Economía de Hollande?
Algo de eso puede haber porque los observadores coinciden en que la mecha del conflicto pudo haber sido ignorada por Macron. En una reunión parlamentaria sobre los presupuestos en la que se habló ya de rebajas, De Villiers, en un tono inadecuado –aunque según dicen usual en su cuerpo, la Caballería–, dijo, textualmente: “No me dejaré joder por Bercy” (el Ministerio de Economía).
La reunión no era pública, pero la frase trascendió. Y Macron decidió darse por enterado. En su alocución de las vísperas del 14 de Julio se reafirmó como jefe de las fuerzas armadas ante los militares. O sea, del jefe del Estado Mayor. Y ya se sabe que el mando no es compartido. “Soy vuestro jefe”, les insistió. “Sé cumplir los compromisos que he asumido ante nuestros ciudadanos y ante nuestro ejército. Y no necesito ninguna presión ni ningún comentario”. Por si fuera suficiente, en una entrevista con el Journal du
Dimanche, hace cuatro días, zanjó: “Si hay un conflicto entre el jefe del Estado Mayor y el presidente, el jefe del Estado Mayor se marcha”.
Dos días después el aludido renunció. También es verdad que De Villiers cumple 61 años el miércoles, límite para el cargo. En previsión de la onomástica, el Diario Oficial publicó hace una semana un decreto de su ministra que le prolongaba un año en el cargo. Ese plazo lo abrevió con sus palabras y en eso coinciden por lo bajo sus colegas, que saben que en el ejército no hay opiniones ni se discuten decisiones de la superioridad.
En su dimisión, De Villiers recordó sus 43 años de leales servicios y que su desacuerdo con el Ejecutivo tiene que ver con el hecho de que “las misiones encomendadas al ejército no paran de aumentar”. Padre de seis hijos, nacido en la conservadorísima Vandea, hermano del político soberanista Philippe de Villiers e hijo de un oficial –y héroe de la Resistencia– enfrentado a De Gaulle y a la independencia de Argelia, De Villiers protestó, recientemente: “La mitad de los militares no puede conciliar vida profesional y familiar, es un fenómeno nuevo”.
No para él: cuando asumió el cargo, los ejércitos habían sufrido en seis años la supresión de 50.000 puestos, con programas de armamentos reducidos al mínimo. Y si Hollande, cuando abrió frentes sucesivos, suavizó la situación, la realidad es que desde la década de 1980 el presupuesto militar ha caído del 4% al 1,7% del PIB francés.
Macron ganó puntos con su gesto de visitar a las tropas apenas investido. Y hoy lo esperan en la base aérea nuclear de Istres. La recepción que se le brinde puede servir de termómetro para medir la temperatura del más delicado de los triángulos: Ejecutivo, militares y presupuestos.
REBELIÓN “No me dejaré joder por Bercy”, dijo De Villiers ante un recorte previsto de 850 millones
AUTORIDAD “Soy vuestro jefe”, afirma Macron; “y no necesito ninguna presión ni comentario”