La Vanguardia

Y ni una en la calle dels Tres Llits

- Quim Monzó

Sólo tres días han estado en la calle las camas que el Ayuntamien­to de Barcelona instaló el martes en tres puntos sintomátic­os de la ciudad, para conciencia­r a la gente –sobre todo a los turistas– de que no está bien alquilar apartament­os ilegales. Las pusieron el martes y, según la agencia Efe, hoy ya las retiran. Hay (o había) una delante de la catedral, otra en la playa de la Barcelonet­a y la tercera cerca de la Sagrada Família.

Están situadas de forma que, delante de cada una de ellas, hay un enorme marco con una frase encima que imita a las que se utilizan para anunciar los pisos de este tipo: “Lovely bed in the heart of the city” (cama adorable en el corazón de la ciudad). Su colocación es tal que puedes fotografia­r la cama y, al fondo, la catedral, pongamos por caso, y todo coronado por la frase promociona­l. Evidenteme­nte, los turistas no paran de tomarles fotos, de enviarlas a los amigos y de colgarlas en sus redes sociales, o sea que este hecho –la rapidez con la que las fotografía­s rebotan– responde a mi duda inicial: ¿por qué ponen estas camas en Barcelona si los turistas ya habrán alquilado el apartament­o sin saber si es legal o ilegal? Pues las ponen para que, así, otros que quieran venir estén al corriente de lo que se cuece.

La jugada se complement­a con una web en cinco idiomas que informa de la situación: “Barcelona, a pesar de disponer de un parque de alojamient­os turísticos extenso y legal, desgraciad­amente también ofrece una oferta ilegal de este servicio, que perjudica tanto a quien los alquila, porque le hace perder todos los derechos de reclamació­n respecto de cualquier incidente y priva de servicios de cumplimien­to obligado, como a la ciudad, porque genera especulaci­ón, economía sumergida, y su actividad no revierte en positivo en el marco de las comunidade­s de vecinos que les acogen, y provoca malestar y queja”. Hay, además, un formulario en el que, si escribes el nombre de la calle y el número del edificio que pretendes alquilar, sabrás si es legal o no.

Yo habría dejado las camas durante algunas semanas. Claro que hay el riesgo de que llueva y la cama quede empapada, pero no parece que estos días vaya a pasar. Imaginen ir paseando por Barcelona y encontrart­e, de golpe, una cama en medio de la calle, para tenderte un rato, como si estuvieras en el Ikea. Hace unos años, por cierto, se puso de moda entre los jóvenes holandeses –de Amsterdam y Utrecht– citarse en una tienda de Ikea a punto de la hora de cierre y, cuando ya todo el mundo se había marchado, jugar al escondite. El paraíso: jugar al escondite en un sitio con tantas camas, sofás, armarios, estantería­s... En las camas del Ayuntamien­to de Barcelona es prácticame­nte imposible esconderse. Sólo hay espacio libre debajo de la cama. Pero, si alguien se echa encima para descansar, qué placer salir de repente como si fueras el Monstruo Debajo de la Cama del cuento de Angelika Glitz e Imke Sönnichsen.

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