Estambul resumida
Històries d’Istanbul, a contrapeu Autora: Yesim Özsoy Dirección: Joan Arqué Solà
Lugar y fecha: Espacio Lliure (13/VII/2017)
Conseguir el retrato plausible de una ciudad tan contradictoria y efervescente como Estambul ha sido la empresa arriesgada y al mismo tiempo fascinante que ha intentado Yesim Özsoy. Dramaturga, directora y fundadora del Galata Performer de la capital turca, esta figura notable y respetada del teatro de su país, ha tenido que luchar contra dos factores muy pesados que habrían podido decantar Històries
d’Istanbul, a contrapeu hacia una visión paisajística y, al fin y al cabo demasiado tópica, o de las vivencias derivadas del zarandeo político que se ha producido después del golpe de Estado fracasado del año pasado.
Özsoy ha hecho trabajar una mirada ajena al jaleo y la coloración turística que no cesa, así como a las nuevas situaciones todavía no consolidadas que se han derivado del actual momento político.
Tres actrices y tres actores han tenido que interpretar a doce personajes, un colectivo mínimo pero suficiente para ilustrar las confrontaciones por motivos culturales, religiosos, laborales, migratorios, etcétera. El director del espectáculo, Joan Arqué Solà, ha trabajado acertadamente en la caracterización de todos ellos, de manera que cada uno sabe jugar, sin sobresaltos visibles, con sus respectivas fisonomías. Entre estos personajes, muy obligados a hacer más de un papel, hay uno que preside la escena, inmóvil, con una dignidad incuestionable. Me refiero a Mercè Arànega.
La actriz, magnífica, es la voz del juicio, de la tradición, de la sabiduría. Arànega habla más de una vez de las tres crisis que ha conocido su país en tiempos modernos y de cómo los habitantes de Estambul las han vivido. Por otra parte, lo primero que dice en su intervención es que los residentes de la ciudad parecen instalados en una crisis permanente de inestabilidad, diagnosticada por su propia experiencia: “Todo el mundo con quien hablo –afirma sorprendida– siempre parece decidido a buscar otro lugar para vivir”. La permanencia de los vecinos de Estambul, en efecto, se diría gobernada por una conciencia de provisionalidad. Y mientras tanto, en Històries
d’Istanbul, a contrapeu se proyectan constantemente imágenes del Bósforo y del eterno navegar de barcos de todo tipo. Es la fortuna de esta enorme frontera acuática entre dos continentes. Y el espectador puede imaginar cómo hablan entre ellos los navegantes, cómo el bramido oscuro de un petrolero saluda la bocina alegre de un crucero de vacaciones, mientras por las calles de la ciudad enfebrecida, un taxista novato –formidable Jordi Martínez– dialoga receloso con un pasajero exageradamente crispado (Carles Gilabert) y dos buenas actrices (Magda Puig y Elena Fortuny) representan con mucha convicción la convivencia entre religiosidad y laicismo y las buenas formas de la ciudad culta queda en las buenas manos de Francesc Ferrer. Un resumen fantástico el conseguido por Yesim Özsoy.