El optimismo de los barceloneses
La Vila Olímpica, con una puntuación de 8,18, era la obra más valorada por los barceloneses antes del inicio de los Juegos Olímpicos, por delante del puerto (8,11), la ronda de Dalt (8,05) y la zona de Vall d’Hebron (8,03). El impacto de la cita olímpica provocaba optimismo. Así, el 55,9% de los barceloneses descartaba que la ciudad entrase en un periodo de decadencia después del acontecimiento deportivo, mientras que sólo el 38,3 % se declaraba pesimista sobre el futuro.
Los Juegos sirvieron de revulsivo para la transformación urbanística de la ciudad y los catalanes siguieron con expectación el proceso. Nuevos espacios urbanos, ejes viarios e infraestructuras de comunicación cobraron una importancia de primera fila en la vida de la ciudad y despertaron la curiosidad de los catalanes. Así, dos terceras partes de los encuestados (66,5%) declararon haber visitado alguna de las obras olímpicas y sólo el 33% no conocía ninguna de las nuevas instalaciones. Asimismo, el 63,7% de los barceloneses afirmó que estaría en la ciudad durante la celebración de las pruebas del programa olímpico, lo que reflejaba el claro deseo de los catalanes de seguir desde cerca un acontecimiento histórico.
Por otra parte, Javier Gómez Navarro, presidente del Consejo Superior de Deportes, afirmaba que “el Gobierno central ha invertido más dinero que el Ayuntamiento y la Generalitat juntos en la organización de los Juegos. Pero, según los sondeos de opinión, la gente lo desconoce y piensa que quienes más han invertido en los Juegos son el Ayuntamiento y la Generalitat. Esto produce en los gestores de la Administración central una cierta frustración”. Pese a todo, Gómez Navarro veía con “optimismo” el papel deportivo de España.