La oposición venezolana acosa a Maduro con una huelga de 24 horas
Dos jóvenes mueren y varios resultan heridos en las manifestaciones de protesta
La oposición venezolana intentó ayer su mayor golpe de efecto contra el régimen bolivariano desde que trató de derrocar a Hugo Chávez con una huelga general en el 2002. Definida por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como “paro cívico”, la convocatoria de 24 horas comenzó a las seis de la mañana de ayer (mediodía en España) y tenía que concluir hoy a la misma hora.
La huelga de doce horas del año pasado fue un fracaso pero esta vez la oposición se siente reforzada después de cien días de manifestaciones y, sobre todo, tras la consulta popular celebrada el domingo pasado, en la que votaron cerca de 7,2 millones de venezolanos, según la MUD, con un 98,4% en contra de los planes de Nicolás Maduro de elegir, el 30 de julio, una nueva Asamblea Nacional Constituyente para afianzarse en el poder. El Gobierno redujo esa participación a un millón y medio.
Caracas amaneció ayer paralizada, prácticamente sin transporte público y con calles y avenidas cortadas por barricadas montadas por los vecinos, en particular en el este de la capital y en el municipio de Cachao, donde la oposición es fuerte. Miles de negocios y establecimientos permanecieron cerrados a pesar de las amenazas del Ministerio de Trabajo de sancionar a las empresas que siguieran la huelga. La banca, los hospitales y el sector petrolero trabajaron con normalidad, según el Gobierno, que esperaba apoyarse en los tres millones de funcionarios públicos. La Unión de Trabajadores de Venezuela (Unetanquetas te) advirtió de que numerosos empleados estaban “sometidos a presiones”, mientras que la Confederación de Trabajadores (CTV), vinculada a la oposición, anunció que doce de sus veinte centrales sindicales secundaban la huelga. El sector del transporte se sumó al paro, aunque el metro de Caracas funcionaba, a excepción de algunas estaciones que permanecieron cerradas.
El Gobierno desplegó a la Guardia Nacional para desmantelar las barricadas de Caracas y dispersar a los que las defendían, utilizando y gases lacrimógenos. Ronney Tejera, un joven de 24 años, murió de un disparo de arma de fuego cuando participaba en una manifestación en Los Teques, en el estado de Miranda. Y también se confirmó la muerte de Andrés Uzcátegui, de 23 años, en Valencia, en el estado de Carabobo. Hubo numerosos heridos y la policía detuvo a dos centenares de personas.
En previsión de una nueva jornada de violencia (ha habido un centenar de muertos desde abril), el líder opositor Henrique Capriles había tuiteado: “El Paro Cívico también es quedarse en las viviendas y dejar en la soledad a los esbirros de Maduro! El silencio también es protesta!”. Y había aludido a un supuesto mensaje del jefe de la Guardia Nacional en el que animaba a sus oficiales a “afinar la puntería”. Al conocer la noticia de la muerte del joven en Miranda, estado del que es gobernador, Capriles achacó la responsabilidad al presidente venezolano: “Otro joven venezolano asesinado por la enferma ambición y locura de poder de Maduro, que pretende imponer un fraude con balas. ¡Basta!”, dijo en Twitter.
En este ambiente, la patronal Fedecámaras, que fue capital en la movilización del 2002, ni apoyó ni censuró la huelga. “Este es un paro cívico, el que quiera trabajar que trabaje y el que se quiera detener que se detenga”, dijo el martes su presidente, Francisco Martínez.
Capriles señala al presidente: “Otro joven asesinado por la enferma ambición y locura de Maduro”