Pitonisos bien encaminados
A cuatro días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, La
Vanguardia recogía dos pronósticos sobre las opciones de medalla de la delegación española. Uno, realizado por la prestigiosa revista estadounidense
Sports Illustrated, que auguraba 20 medallas, y otro, calculado por los especialistas de la redacción de Deportes de este diario, que añadía otras 15 posibilidades factibles de metales “olvidados en la primera lista”. La solución adoptada por los expertos de entonces fue fusionar las dos predicciones, con lo cual “se alcanza una cifra de 35 medallas posibles al alcance del equipo español”. Si se acababa cumpliendo este magno cálculo tan poco ortodoxo, “España lograría más medallas que en toda su historia olímpica (26 medallas en 24 Juegos modernos) y se situaría inmediatamente después de las grandes potencias deportivas”, escribían Albert Turró y Juan A. Casanova.
Con el ventajismo que da el tiempo, la suma de las dos predicciones ya se antojaba muy generosa –viniendo de las 4 medallas de Seúl’88–, pero los pronósticos, los nombres y las pruebas, no iban nada desencaminados. De las 20 medallas que pronosticaba Sports Illustrated, 9 se hicieron realidad (un 45% de acierto): Moreno (ciclismo), Blasco (judo), López Zubero (natación), la selección de fútbol, Sánchez-Martínez (tenis), Zabell-Guerra (vela), Doreste-Manrique (vela), Arantxa (tenis) y el waterpolo masculino. Un nivel de acierto similar tuvieron Casanova y Turró: 6 de sus 15 pronósticos (40%), con nombres que la revista estadounidense olvidaba: Cacho, Plaza, Peñalver, hockey femenino, Calafat-Sánchez y Van der Ploeg. Entre unos y otros no acertaron 7 de los 22 medallistas de Barcelona’92, acaso los más inesperados: Via-Dufresne (vela), Almudena Muñoz (judo), García Chico (atletismo), Reyes (boxeo), Carolina Pascual (rítmica), el tiro con arco y Arrese.