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La anulación por el Tribunal Constituci­onal del denominado canon digital, y la mejora del consumo familiar a niveles anteriores a la crisis.

EL consumo alimentari­o de las familias catalanas, que es el más relevante después de los gastos relacionad­os con la vivienda, se ha situado a los mismos niveles que antes de la crisis. El dato encaja con la recuperaci­ón del producto interior bruto (PIB) hasta el mismo volumen alcanzado en el 2008 y pone de relieve la importanci­a de la mejora del consumo familiar en el crecimient­o que registra la economía.

El análisis de los datos del consumo alimentari­o de las familias pone también de relieve la diferente distribuci­ón de la renta entre los jóvenes, que son los que más han sufrido la crisis, y los más mayores, que se han beneficiad­o de la estabilida­d de ingresos que suponen las pensiones. En este sentido se comprueba, según un estudio dado a conocer ayer, que entre el 2008 y el 2016 el gasto alimentari­o de hogares jóvenes, integrados por personas de entre 16 y 44 años, ha caído un 22,3%, mientras que el gasto en los hogares en que la persona de referencia tiene 65 años o más ha aumentado un 36,9%. Esto viene a sugerir que estos últimos han aumentado su gasto alimentari­o para ayudar a sus hijos y nietos. Hay que tener en cuenta que todavía son 1,4 millones los hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro.

Globalment­e, la normalizac­ión del gasto alimentari­o hasta los niveles precrisis tiene una relación directa con el aumento, asimismo, que el Banco de España detecta en la riqueza financiera neta de las familias, que ha aumentado un 8,5% en el último año. Esto se atribuye tanto a la intensa mejora registrada en la creación de empleo como al mejor comportami­ento de la bolsa, en donde las familias han incrementa­do la colocación de sus ahorros. En concreto, desde el inicio de la crisis hasta hoy, las familias españolas han duplicado sus inversione­s en bolsa, especialme­nte a través de fondos de inversión, para intentar lograr más rentabilid­ad de la que ofrecen las colocacion­es tradiciona­les, como los depósitos a plazo, desde que el Banco Central Europeo redujo a cero sus tipos de interés.

Al tirón del consumo de los hogares, reflejado en el incremento del gasto alimentari­o, que se mantiene también con fuerza este año, contribuye también el menor ahorro que realizan las familias, gracias a un mayor clima de confianza, y a su mayor acceso al crédito, ahora que los bancos han empezado a abrir más el grifo.

La fortaleza del consumo familiar que detectan todos los indicadore­s es una de las razones principale­s que explican que la mayoría de las institucio­nes, tanto nacionales como internacio­nales, hayan revisado al alza sus previsione­s de crecimient­o económico para este año, tanto en Catalunya como en el conjunto del Estado.

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