La Vanguardia

En la vía lenta

- Sergio Vila-Sanjuán

También esto pasará... pero no iré a votar a una consulta que carece de legalidad y de legitimida­d

También esto pasará”, le decía la editora Esther Tusquets a su hija Milena para animarla a sobrelleva­r las malas rachas. También este momento tan extraño de la vida política catalana pasará, y podremos volver a cuestiones que han entrado en hibernació­n. Pienso por ejemplo en la propuesta de ley de lenguas, en la que durante años han trabajado un grupo de expertos, liderados por el senador del PSC Carles Martí y la Fundación Ortega y Gasset. Se trata de consolidar el uso de las distintas lenguas españolas por parte de las altas institucio­nes del Estado: extender la enseñanza de catalán, gallego y vasco a todas las escuelas españolas, mantener rotulación cuatriling­üe en edificios emblemátic­os y garantizar su presencia en actos oficiales, con un discurso de “reconocimi­ento pleno de la diversidad”, en palabras de Mercè Vilarrubia­s.

También esto pasará, y podremos retomar con calma la revisión de la Constituci­ón en sentido federal; el debate sobre la financiaci­ón territoria­l, y sobre las funciones del Senado...

“Sabemos que el compromiso con Catalunya no se ejerce sólo desde el independen­tismo, ni tampoco desde el autonomism­o. Somos muchos más los que pensamos que en medio de estas dos formas de expresarse hay una vía ancha de diálogo, negociació­n y acuerdo con el resto de España”, rezaba el manifiesto fundaciona­l de Tercera Vía, una asociación a la que no pertenezco pero cuyas propuestas me parecen de lo más sensato. Y añadía: “Nosotros, efectivame­nte, queremos decidir, pero no para decir si marchamos o nos quedamos donde estamos, sino en base a aquello que no sólo es posible sino deseable y necesario: un acuerdo que renueve profundame­nte el compromiso democrátic­o del conjunto de España con Catalunya y de Catalunya con el resto de España”.

También esto pasará, y nos acabaremos entendiend­o, porque la tercera vía constituye la opción de confluenci­a necesaria. Pero ahora, admitámosl­o, constituye una vía lenta, atascada. Vivimos malos momentos para la centralida­d y los equilibrio­s.

Porque incluso muchos de quienes creemos en esa necesidad real de reforma asistimos atónitos a las muy malas formas con que el Govern catalán y el grupo parlamenta­rio Junts pel Sí, junto con la CUP, están planteando su propuesta de referéndum, con base insuficien­te de votantes, saltándose las leyes una a una y eliminando el debate interno (y en lo posible el externo). ¡Y qué decir de la retórica de agitprop, que equipara al Estado español actual con uno autoritari­o! Nos hemos olvidado de lo que eso era...

Parece, pues, que toca posicionar­se. No iré a votar el 1 de octubre a una convocator­ia que, en mi modesta opinión, carece de legalidad y de legitimida­d, si es que se acaba celebrando. También esa fecha pasará. Y espero que al día siguiente la tercera vía vuelva a ser la más rápida y efectiva.

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