Sequía vaticana
Ante la sequía, el Vaticano decide cortar el agua de sus fuentes dentro y fuera de la muralla
La prolongada falta de lluvia en el Lacio ha llevado al Vaticano a cortar el agua de las fuentes instaladas en las 44 hectáreas de sus dominios, una decisión que pretende ser un ejemplo de las preocupaciones ecologistas del papa Francisco.
AGian Lorenzo Bernini no le hubiera gustado ver sin agua las fuentes de la plaza de San Pedro. Aquel genial arquitecto y escultor, obsesionado por la armonía estética, por la simetría, no podía imaginar que, siglos después, habría un papa jesuita y muy austero, en las antípodas de sus dispendiosos antecesores
En su encíclica ‘Laudato si’’, el Pontífice calificó el acceso al agua como “un derecho humano básico”
del renacimiento y del barroco.
La administración de la Ciudad del Vaticano decidió ayer cerrar todas las fuentes en su territorio –44 hectáreas–, dentro y fuera del recinto amurallado, para ahorrar agua ante la larga sequía que padece Roma. Eso afecta también a los monumentales surtidores gemelos de la plaza de San Pedro. Antes de Bernini había una sola fuente, pero él decidió que se construyera una copia y que las dos estuvieran simétricamente alineadas con el obelisco. Los chorros de agua llegaron a alcanzar los ocho metros de altura, aunque luego se redujo la presión.
Radio Vaticano, al explicar la medida, subrayó que está en consonancia con la filosofía ecologista de del Papa, expuesta en su encíclica
Laudato si’ (alabado seas), en el 2015. Ese texto, en efecto, alertó, respecto al agua, de “la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos”. La encíclica puso énfasis en que “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”.
Según Andrea Masullo, director científico de la oenegé Greenaccord, el gesto del Vaticano es “un mensaje ético muy importante”. Masullo destacó que el agua de las fuentes, proviene, desde hace unos años, del Tíber, tras ser filtrada y depurada.
La Santa Sede, en su calidad de observadora permanente ante la ONU, también se empeña en lograr un acceso universal al agua y defiende, en el marco de la Agenda 2030, bajo discusión en Ginebra, que se acabe con la tragedia de casi mil niños que mueren cada día en el mundo por enfermedades ligadas al agua contaminada.
El cierre de las fuentes vaticanas coincidió con una reunión, a última hora de la tarde, de la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, el consejero de Infraestructuras de la región de Lacio y los responsables de la empresa municipal de aguas, Acea, para estudiar fórmulas que eviten, a partir de este viernes, proceder a cortes de agua rotatorios de 8 horas. La emergencia se debe a la peligrosa bajada del nivel del lago de Bracciano, al norte de la capital, que amenaza con sufrir una catástrofe medioambiental si se sigue captando agua.
Se barajan diversas hipótesis para no tener que aplicar las drásticas e impopulares restricciones, que afectarían a la imagen de la ciudad y al turismo. Una posibilidad es que los cortes se retrasen al menos hasta el primero de agosto, para que quienes inician vacaciones se libren del racionamiento y a la espera de que lleguen las anheladas lluvias que alivien el problema.
Las fuentes suponen un aspecto anecdótico de la crisis hídrica. Siempre han sido, eso sí, una seña de identidad de Roma, desde la época de Bernini hasta el célebre baño de Anita Eckberg en la Fontana di Trevi en el filme La dolce vita .No fueron construidas para estar secas, por más que haya que reaccionar al cambio climático y ocupe la silla de Pedro un papa ecologista.