El hospital se opone al traslado de Charlie a su casa para morir
Un tribunal decidirá los cuidados del bebé en sus últimos días
La agonía de Charlie Gard no acaba. El hospital inglés en el que se encuentra ingresado el pequeño, víctima de una rara enfermedad genética llamada síndrome de agotamiento mitocondrial, informó ayer al juez de la imposibilidad de que el bebé pueda regresar a su casa para morir junto a sus padres, tal y como estos han pedido, debido a que el sistema de respiración asistida que necesita sólo puede ser facilitado en el centro médico.
Estos fueron los argumentos que esgrimieron los abogados del Great Ormond Street Hospital ante el tribunal al que también acudieron los padres del bebé para determinar un plan de cuidados para el final de su vida. Esta nueva visita al tribunal se produjo un día después de que Connie Yates y Chris Gard, padres del pequeño de 11 meses, anunciaran que abandonaban la batalla legal para no desconectar a su hijo y permitir que recibiera un tratamiento experimental.
El texto remitido al juzgado por los abogados del hospital señalan que “el plan debe ser seguro, evitar cualquier dolor a Charlie y proteger su dignidad. Al mismo tiempo, debe atender los deseos de sus padres en relación con el momento y lugar de su fallecimiento”. El documento apunta que la ventilación artificial del pequeño sólo puede atenderse en el hospital. “Charlie es un menor que requiere un tratamiento altamente especializado y su cuidado no puede ser simplificado”, añade el documento.
El abogado de los padres, Grant Armstrong, denuncia que el hospital está poniendo obstáculos para que el menor pueda morir en su casa. El “último deseo [de los padres] es que Charlie muera en casa”, explicó el letrado al tribunal y propuso el uso de ventilador portátil y suministro de oxígeno.
El Great Ormond Street Hospital, el centro infantil más antiguo de Inglaterra, no ha informado aún del momento en el que desconectará al bebé. El pequeño sufre graves daños cerebrales, sus órganos se han visto afectados, carece de movimiento y no puede oír.
La batalla judicial comenzó el pasado 3 de marzo y ha llegado hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los jueces británicos dieron a los progenitores un plazo que expiraba el pasado lunes para presentar pruebas médicas que justificasen la decisión de los médicos de desconectar al bebé. Pero cualquier esperanza desapareció cuando el especialista norteamericano que había ofrecido una terapia alternativa a Charlie dijo que ya era demasiado tarde para el pequeño. Los daños cerebrales eran irreversibles.