Donald Trump
El presidente alega el coste médico pero sus críticos ven “simples y puros prejuicios”
PRESIDENTE DE EE.UU.
El presidente estadounidense anunció ayer que prohibirá que los transexuales participen de cualquier manera en el ejército, una polémica decisión que barre otra de las políticas de Barack Obama y pilló por sorpresa hasta al Pentágono.
No queda muy claro qué es lo que llevó a Donald Trump a anunciar ayer algo que cogió con el paso cambiado incluso al Pentágono.
En una nueva demostración de su obsesión por deconstruir el legado de su predecesor y de congraciarse con los ultrarreligiosos, el presidente comunicó que Estados Unidos “no aceptará o permitirá” que los transexuales presten servicio en las fuerzas armadas.
“En ninguna competencia militar”, precisó en Twitter. Alegó el coste económico y el supuesto estropicio, mientras que los críticos hablaron de “simples y puros prejuicios”. Sarah McBride, activista transexual, no se creyó nada de ese argumento y, en declaraciones a la CNN, sostuvo que sólo se explica por un intento de restablecer la discriminación sexual.
Sus mensajes causaron sorpresa, aunque Trump sostuvo que toma esta decisión “tras consultar con mis generales y expertos militares”. No citó ni una fuente.
“Nuestros militares –subrayó– han de centrarse en una decisiva y abrumadora victoria y no pueden sufrir la carga de los tremendos costes médicos y el trastorno que los transexuales implicarían para nuestros soldados. Gracias”.
La integración la rubricó el ejecutivo de Obama en el 2016. El Pentágono tenía previsto abrir la incorporación este 2017. Pero Jim Mattis, secretario de Defensa, aprobó el 30 de junio un aplazamiento de medio año de cara a analizar el impacto. “Llamad a la Casa Blanca”, contestó el portavoz de las fuerzas armadas, el capitán de la Marina Jeff Davis, al preguntarle qué sucederá con los transexuales que ya estén en filas. ¿Se les buscará, señalará y se les expulsará de la tropa? Esta es la cuestión.
El mando militar estadounidense se niega a dar cualquier dato sobre el número de transexuales que visten el uniforme.
La Rand Corporation realizó un estudio en el que se indica que hay un máximo de 11.000 en filas y en la reserva. La plantilla total es de 1,3 millones en activo.
Ashton Carter, el anterior secretario de Defensa, sostuvo hace poco más de un año que su inclusión causaría “un impacto mínimo”. Obama ya abolió en el 2011 la regla del “no preguntes, no digas”, que implicaba la obligación de los militares homosexuales a ocultarse.
En su medio año de gobierno, el recorte de los derechos de los transexuales ya había estado en el punto de mira de Trump, quien, en campaña, se promocionó como amigo del colectivo LGBT. “Lucharé por vosotros”, reiteró.
En febrero rescindió la protección institucional fijada por la anterior administración que facilitaba a los estudiantes transexuales utilizar los baños y vestuarios por el sexo de identificación.
“Las medidas políticas no deben anunciarse por Twitter”, replicó el ahora heroico (a partir del revisionismo trumpero) senador republicano John McCain al saber de la decisión sobre los transexuales en el ejército.
La líder demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, la calificó de “cruel y arbitraria”. No vio más que una humillación. Joshua Block, abogado de la American Civil Liberties Union, dijo a Asssociated Press que la acción de Trump era escandalosa y desesperada, un rechazo “a la humanidad” de los afectados. “Se ha estudiado extensamente y no existe coste ni desventaja en la preparación militar asociada a permitir que los transexuales luchen por su país”, añadió.
“En el último año, los transexuales han servido abiertamente y han sido elogiados por sus mandos, así como por 18 aliados en el mundo, incluidos Israel y el Reino Unido”, destacó en un comunicado Aaron Belkin, director del Palme Center, que ha colaborado con el ejército en este asunto.
La que salió victoriosa fue la congresista republicana Vicky Hartzler. Ella propuso una enmienda para prohibir que el Pentágono costeara el gasto en la cirugía de transición o la terapia de hormonas a los transexuales en filas. Sin ningún tipo de base ni estadísticas, aseguró que esta decisión supondrá un ahorro de 3.700 millones de dólares, 3.175 millones de dólares.
Muchos de sus colegas de partido no le dieron crédito y se unieron a los demócratas para hacer fracasar su enmienda. Pero entonces apareció Trump.
Sorpresa en el Pentágono, mientras nadie aclara qué pasará con los transexuales ya en las fuerzas armadas