La Vanguardia

Donald Trump

El presidente alega el coste médico pero sus críticos ven “simples y puros prejuicios”

- FRANCESC PEIRÓN

PRESIDENTE DE EE.UU.

El presidente estadounid­ense anunció ayer que prohibirá que los transexual­es participen de cualquier manera en el ejército, una polémica decisión que barre otra de las políticas de Barack Obama y pilló por sorpresa hasta al Pentágono.

No queda muy claro qué es lo que llevó a Donald Trump a anunciar ayer algo que cogió con el paso cambiado incluso al Pentágono.

En una nueva demostraci­ón de su obsesión por deconstrui­r el legado de su predecesor y de congraciar­se con los ultrarreli­giosos, el presidente comunicó que Estados Unidos “no aceptará o permitirá” que los transexual­es presten servicio en las fuerzas armadas.

“En ninguna competenci­a militar”, precisó en Twitter. Alegó el coste económico y el supuesto estropicio, mientras que los críticos hablaron de “simples y puros prejuicios”. Sarah McBride, activista transexual, no se creyó nada de ese argumento y, en declaracio­nes a la CNN, sostuvo que sólo se explica por un intento de restablece­r la discrimina­ción sexual.

Sus mensajes causaron sorpresa, aunque Trump sostuvo que toma esta decisión “tras consultar con mis generales y expertos militares”. No citó ni una fuente.

“Nuestros militares –subrayó– han de centrarse en una decisiva y abrumadora victoria y no pueden sufrir la carga de los tremendos costes médicos y el trastorno que los transexual­es implicaría­n para nuestros soldados. Gracias”.

La integració­n la rubricó el ejecutivo de Obama en el 2016. El Pentágono tenía previsto abrir la incorporac­ión este 2017. Pero Jim Mattis, secretario de Defensa, aprobó el 30 de junio un aplazamien­to de medio año de cara a analizar el impacto. “Llamad a la Casa Blanca”, contestó el portavoz de las fuerzas armadas, el capitán de la Marina Jeff Davis, al preguntarl­e qué sucederá con los transexual­es que ya estén en filas. ¿Se les buscará, señalará y se les expulsará de la tropa? Esta es la cuestión.

El mando militar estadounid­ense se niega a dar cualquier dato sobre el número de transexual­es que visten el uniforme.

La Rand Corporatio­n realizó un estudio en el que se indica que hay un máximo de 11.000 en filas y en la reserva. La plantilla total es de 1,3 millones en activo.

Ashton Carter, el anterior secretario de Defensa, sostuvo hace poco más de un año que su inclusión causaría “un impacto mínimo”. Obama ya abolió en el 2011 la regla del “no preguntes, no digas”, que implicaba la obligación de los militares homosexual­es a ocultarse.

En su medio año de gobierno, el recorte de los derechos de los transexual­es ya había estado en el punto de mira de Trump, quien, en campaña, se promocionó como amigo del colectivo LGBT. “Lucharé por vosotros”, reiteró.

En febrero rescindió la protección institucio­nal fijada por la anterior administra­ción que facilitaba a los estudiante­s transexual­es utilizar los baños y vestuarios por el sexo de identifica­ción.

“Las medidas políticas no deben anunciarse por Twitter”, replicó el ahora heroico (a partir del revisionis­mo trumpero) senador republican­o John McCain al saber de la decisión sobre los transexual­es en el ejército.

La líder demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, la calificó de “cruel y arbitraria”. No vio más que una humillació­n. Joshua Block, abogado de la American Civil Liberties Union, dijo a Asssociate­d Press que la acción de Trump era escandalos­a y desesperad­a, un rechazo “a la humanidad” de los afectados. “Se ha estudiado extensamen­te y no existe coste ni desventaja en la preparació­n militar asociada a permitir que los transexual­es luchen por su país”, añadió.

“En el último año, los transexual­es han servido abiertamen­te y han sido elogiados por sus mandos, así como por 18 aliados en el mundo, incluidos Israel y el Reino Unido”, destacó en un comunicado Aaron Belkin, director del Palme Center, que ha colaborado con el ejército en este asunto.

La que salió victoriosa fue la congresist­a republican­a Vicky Hartzler. Ella propuso una enmienda para prohibir que el Pentágono costeara el gasto en la cirugía de transición o la terapia de hormonas a los transexual­es en filas. Sin ningún tipo de base ni estadístic­as, aseguró que esta decisión supondrá un ahorro de 3.700 millones de dólares, 3.175 millones de dólares.

Muchos de sus colegas de partido no le dieron crédito y se unieron a los demócratas para hacer fracasar su enmienda. Pero entonces apareció Trump.

Sorpresa en el Pentágono, mientras nadie aclara qué pasará con los transexual­es ya en las fuerzas armadas

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CHIP SOMODEVILL­A / GETTY / ARCHIVO Trump mostrando una bandera del colectivo de gais y transexual­es durante un acto electoral en Colorado, en octubre del año pasado

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