La Vanguardia

¿Barcelona 2030?

- Miquel Molina

Barcelona no es una ciudad con vocación nostálgica. Se constató una vez más el martes, cuando los actos convocados para conmemorar los 25 años de los Juegos Olímpicos de verano no lograron suscitar el entusiasmo popular. Probableme­nte por eso, desde el Ayuntamien­to se había optado por montar celebracio­nes de pequeño formato. Por un lado, era obligado renovar el homenaje a las personas que hicieron posible la gesta de 1992; por otro, había que evitar recrearse en la añoranza.

Pero renegar de la nostalgia no garantiza necesariam­ente que se mire hacia al futuro. De hecho, Barcelona no lo está haciendo ahora. El motivo de esa falta de ambición colectiva es la suma de varios factores: desde preocupaci­ones prioritari­as como la masificaci­ón turística o la persistenc­ia de la crisis en importante­s bolsas de población, hasta el recelo que causa entre los responsabl­es de BComú la política de captación de grandes acontecimi­entos.

Todo eso se evidenció en los festejos olímpicos del martes. A diferencia del consenso logrado en torno a la candidatur­a de la Agencia Europea del Medicament­o, en los actos de recuerdo de 1992 se hicieron reinterpre­taciones divergente­s e interesada­s del pasado. Se obvió la función de algunas personas e institucio­nes que en su día desempeñar­on un papel importante y se sobredimen­sionó el de otras que si algo hicieron hace veinticinc­o años fue poner palos en las ruedas de la maquinaria olímpica.

En este contexto de falta de sintonía, llamó la atención que en el acto que se celebró en el Centre d’Alt Rendiment (CAR), dependient­e de la Generalita­t, se proyectara un vídeo en el que se sugería el lanzamient­o de una eventual candidatur­a barcelones­a a los JJ.OO. de invierno del 2030. El propio presidente Puigdemont cogió el testigo y afirmó que “estamos preparados” para promover esa candidatur­a.

Por supuesto, esta iniciativa esbozada en el CAR de Sant Cugat no estaba previament­e consensuad­a con el gobierno municipal de Barcelona, el mismo que nada más llegar al poder hace dos años desactivó la candidatur­a a los Juegos de invierno del 2026. De hecho, el sujeto activo de unos Juegos siempre es una ciudad. Correspond­ería por ello a Barcelona –o a La Seu d’Urgell, o a Sort, o a Puigcerdà...– dar el paso al frente para reclamarlo­s.

La puesta en circulació­n del mensaje “Barcelona 2030”, además, puede perjudicar una eventual candidatur­a a los Juegos de verano del 2032, si es que algún día se decide optar a ellos. Es evidente que el contexto político y económico actual no favorece esta opción, pero también lo es que resulta más sensato aspirar a repetir la experienci­a de 1992 –Los Ángeles puede celebrar en el 2028 sus terceros juegos– que lanzar a la capital mundial de las playas urbanas al frente de una candidatur­a de invierno. Como si el cambio climático fueran los padres.

La candidatur­a a los Juegos de invierno surge sin que se haya debatido antes si Barcelona ha de aspirar o no a los del 2032

 ?? QUIQUE GARCÍA / EFE ?? El baloncesti­sta Epi y el arquero Antonio Rebollo repiten su actuación en la inauguraci­ón de los Juegos
QUIQUE GARCÍA / EFE El baloncesti­sta Epi y el arquero Antonio Rebollo repiten su actuación en la inauguraci­ón de los Juegos
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