El Parlamento francés veta dar empleo a familiares de los diputados
La pena por incumplir la norma es de tres años de cárcel y 45.000 euros de multa
CASTIGO EJEMPLAR La pena por dar trabajo a la familia próxima es de tres años de cárcel y 45.000 euros de multa MARCHA ATRÁS La ley no incluye finalmente exigir los antecedentes penales a los parlamentarios UN PÁRRAFO ELIMINADO Los macronistas no impiden los pactos para el empleo cruzado de familiares
Si volviera a ser diputado, François Fillon no podría emplear a su mujer, Penelope, ni a sus dos hijos, como solía hacerlo: esa “costumbre de otra época” que “los ciudadanos ya no toleran” –según la ministra de Justicia, Nicole Belloubet– fue erradicada del parlamento francés en la madrugada de ayer. La ley votada a mano alzada se refiere a “la familia próxima”, es decir, cónyuge según cualquiera de las leyes que lo determinan, incluyendo a la pareja estable; y padres e hijos del diputado y de su pareja. Ya no podrán ser empleados por el representante del pueblo, bajo pena de tres años de prisión y 45.000 euros de multa.
Los 308 diputados de La República en Marcha (REM) habrán respirado aliviados. Unidos por el carisma de Macron y no por una ideología común, sufren polémicas divisiones internas y críticas externas por su falta de oficio en el hemiciclo.
El día anterior, en efecto, sufrieron una tormenta de discursos negativos que unieron contra natura a diputados republicanos y socialistas. Porque apenas comenzado el debate sobre esta ley de moralización de la vida pública que Macron convirtió en eje de su campaña –sobre todo cuando el Penelopegate le limpió la parte derecha de la autopista al Elíseo–, una medida que también había entusiasmado, la de exigir los antecedentes penales a los diputados, fue escamoteada en el sopor de la una de la madrugada. Para enmendar el daño, los macronistas alegaron que la norma habría sido considerada anticonstitucional. Y votaron una pena complementaria para los diputados acusados de la trilogía más vilipendiada por las redes sociales: “Provocación al odio racial, declaraciones sexistas o de condena a una determinada orientación sexual”. Insuficiente para la oposición, que coincidió en que, privada del capítulo relativo a los antecedentes penales, la ley de moralización pierde el sentido de “transparencia de la vida pública” que preconizó el entonces candidato Macron.
Fue una jornada tensa y no sólo por las 900 enmiendas al texto depositadas por la oposición. En su paso previo por el Senado, la ley de moralización estuvo a punto de naufragar cuando los senadores se cargaron la prohibición de emplear a familiares. Pero la reacción negativa infectó las redes y los forzó a volver sobre sus pasos: en la noche del 12 al 13 de julio votaron la prohibición.
Ayer, a pesar del voto mayoritario, hubo críticas. Especialmente desde la derecha. Un diputado republicano deploró que “un par de casos particulares deriven en ley general”. Y en una comparación que no habrá sido del gusto de todos hizo un símil con la peste porcina: “Un cerdo afectado y se los mata a todos”. Más incisivo, un colega consideró que “en adelante sólo subsistirá un empleo familiar, el de la primera dama”, por la decisión de Macron de otorgar un estatuto legal a la mujer del presidente.
En ese revival de la Revolución Francesa que es la eliminación de privilegios, los diputados, dolidos por la desaparición de la reserva ministerial, canonjía que les acordaba 130.000 euros por cabeza para impulsar actividades en su área de influencia –unos 130 millones para el hemiciclo–, fueron consolados por la eliminación simultánea de la prebenda similar de los ministros.
Otro tema relacionado con las acusaciones que desbarataron la campaña de François Fillon, el de las consultorías que puede atender un diputado sin caer en conflicto de intereses, será la próxima prueba para la mayoría. Porque si en el parlamento anterior una centena de diputados empleaba a familiares, muchos reforzaban su salario con tareas de consejo.
Pero la oposición se guarda una carta definitiva en la manga. Porque la misma generosidad hacia la familia que cortó de cuajo la carrera de Fillon es el pecado del que se acusa a Richard Ferrand, íntimo de Macron y presidente del grupo parlamentario. Al frente de una mutua bretona, las medidas que adoptó en beneficio de su compañera sentimental podrían terminar por inhabilitarle. Mientras tanto, podrá contratar a expertos que compensen la falta de experiencia de gran parte de sus tropas, porque acaban de aprobarle un presupuesto de casi 6 millones de euros, provenientes en un 90% del de la Asamblea y el resto, de las cotizaciones de los parlamentarios.
Al final, reunidos en una comisión, entre gallos y medianoche, los diputados de la mayoría se cargaron un párrafo fundamental del texto que eliminaba los llamados empleos cruzados. “Una práctica muy extendida en los pasillos del parlamento consiste en convenir, con otro diputado, un par de puestos de asistente. Con una fórmula sencilla: yo empleo a tu pariente, tu haces trabajar al mío”.