El Pentágono se resiste a aplicar el veto a los transexuales
El máximo jefe militar mantiene la atención médica y espera órdenes de Defensa
La factura de la Viagra es cosa de machos. La integración de los transexuales en el ejército de Estados Unidos, un pecado mortal para los radicales evangelistas, la base a la que apela Trump en tiempos de contestación y de fracasos en su agenda política.
Cada vez más, cobra cuerpo la teoría de la cortina de humo, del intento de hacer que las miradas vayan hacia otro lado.
A pesar de que el presidente aseguró que había consultado con sus generales y expertos militares para vetar a los transexuales en las fuerzas armadas, su decisión cogió por sorpresa al Pentágono. Por si había dudas, el paso de las horas evidencia que Joseph Dunford, el máximo jefe militar estadounidense, carecía de cualquier pista. Entonces, ¿con quién consultó el presidente Trump?
El secretario de Defensa, James Mattis, marcó el pasado 30 de junio un periodo de estudio de seis meses. Mattis estaba el miércoles de vacaciones.
El general Dunford remitió ayer una nota aclaratoria a sus subordinados en la que reconoce la situación de desconcierto. “No habrá modificaciones en la política actual hasta que la orden del presidente sea recibida por el secretario de Defensa y el secretario dé una guía para su implementación”, señaló.
Dunford dijo además que se mantiene la atención médica para los transexuales. “Continuaremos tratando a nuestro personal con respeto. Dados los conflictos en marcha y los desafíos que encaramos, seguiremos enfocados en cumplir nuestras misiones”, un comentario que se puede interpretar como un toque de alerta a la inesperada interferencia de la Casa Blanca.
El Departamento de Defensa de EE.UU. invierte diez veces más en medicación contra la disfunción eréctil que en los servicios prestados en la atención sanitaria a los transexuales en filas.
Esta es la conclusión. Según diversos cálculos, el Pentágono se puede gastar no más de 8,4 millones de dólares en tratamientos de transición de sexo y otras atenciones. Una cantidad calificada de “minúscula” por los analistas si se compara con el presupuesto en estimulantes sexuales.
En cambio, los tuits presidenciales se ampararon en una cuestión económica para vetar a los transexuales en las fuerzas armadas. Su antecesor, Barack Obama, les abrió las puertas a prestar servicio mostrando abiertamente su elección de género. La experiencia confirma que los que ya estaban en la tropa no han originado disrupciones, otro argumento desmentido que citó el tuitero en jefe.
De inmediato a su anuncio, el Pentágono emitió un comunicado en el que solicitó al Gobierno aclaraciones y un programa de actuación. Nadie sabe ahora qué pasará con los transexuales que prestan servicio: ¿Se les señalará y echará de la institución?
Entre los transexuales, colectivo en el que figuran no pocos laureados con medallas por su heroísmo, se ha producido un escándalo de gran dimensión por el retroceso en los logros sociales.
La comunicación de Trump apareció, ironías del destino, el mismo día en que se conmemoraba la firma por el presidente Harry Truman del fin de la segregación racial en el ejército hace 69 años. “Hubo problemas raciales pero hoy el ejército estadounidense es una de las instituciones más igualitarias y racialmente integradas en la sociedad americana”, remarcó Elaine Kamarck, analista de la Brookings Institution.
¿Por qué ahora? “Los tuits del presidente son un desnudo intento de desviar la atención de sus escándalos”, escribió David Remnick, director de The New Yorker. Ahí cuenta la declaración de Don Júnior por el Rusiagate.
El ejército de EE.UU. gasta en Viagra diez veces más que en la atención sanitaria a los transexuales