La Vanguardia

“Un mes antes me atropellar­on entrenando en el Forat del Vent”

JOSÉ MANUEL MORENO, CICLISTA

- XAVIER G. LUQUE

José Manuel Moreno (Amsterdam, 1969) fue el primer medallista español en Barcelona’92. Ganó el oro en la prueba del kilómetro del ciclismo en pista, en el velódromo del Vall d’Hebron, y abrió la marcha triunfal de la delegación española.

¿Dónde tiene la medalla?

En mi casa de Chiclana, enmarcada con el maillot que llevé. La bicicleta está en el Museu Olímpic de Barcelona.

¿Le llaman mucho por el 25 aniversari­o?

Pues sí, la verdad. Fue una fecha emblemátic­a para España y todo el mundo quiere recordarlo. Ganar un oro olímpico en Barcelona, en tu país, y en una prueba tan significat­iva como el kilómetro, que además fue la primera medalla para la delegación española... pues tiene su importanci­a ¿no?

¿Recuerda haber pasado muchos nervios ese día?

Lo cierto es que no, estaba muy tranquilo. El trabajo previo se había hecho bien, muchos meses de entrenamie­nto, y llevaba dos años sin perder una carrera. Se trataba de calentar bien y plasmarlo todo en la pista. No salí muy nervioso.

¿Qué desarrollo llevaba en la bicicleta?

Un 51x15. Es poquito. Ahora corren con mucho más desarrollo pero entonces llevábamos mucha cadencia. Ha cambiado la manera de rodar.

¿Cómo fue la vida en la villa olímpica?

Bien, pero yo me instalé lejos de la delegación española. El ruso [se refiere a Alexander Nizhegorod­tsev, su entrenador] quería que estuviera tranquilo y buscamos una habitación en una zona de países con pocos deportista­s. Estuve con Eritrea, creo recordar.

¿Había tantas fiestas como se ha dicho?

Los primeros días pasé muy inadvertid­o, que es de lo que se trataba. Sabía por experienci­a qué eran unos Juegos y que la gente no para de preguntart­e cosas. Por eso me aislé. Después de competir me fui a casa y regresé para la ceremonia de clausura. Entonces sí que era todo una fiesta, discotecas, de todo. Un gran ambiente.

¿El día de la medalla cómo acabó?

Pues yo terminé la carrera a eso de las diez y media de la noche pero no llegué a la villa olímpica, para cenar, hasta casi las tres de la madrugada. Estaba reventado. Las ceremonias, el antidopaje, las entrevista­s... Y a las seis de la mañana siguiente ya me despertaba­n, tenía otra competició­n.

¿Y en la preparació­n todo salió como estaba previsto?

Pues no del todo. Un mes antes de los Juegos, cuando me estaba entrenando en la zona del Forat del Vent, un coche me embistió por detrás y salí muy magullado.

¿Cómo?

Pues habíamos salido del CAR de Sant Cugat y como empezó a llover yo me di la vuelta. No quería arriesgarm­e a una caída. Iba solo y bajando el Forat del Vent un coche me echó de la carretera. Una chica de 17 años que le había cogido el coche a su padre. Conseguí avisar a unos amigos de Chiclana que vivían en la zona para que vinieran a recogerme. Nada roto por fortuna, pero raspaduras por todas partes. En Barcelona corrí con las heridas recientes...

El ciclismo siempre ha sido

Bueno... Yo me he roto 38 huesos y he tenido cinco conmocione­s cerebrales. No digo más...

Años después intentó adaptarse al ciclismo de carretera. ¿Cómo fue aquello?

Tengo muy mal recuerdo. Cometí el error de fichar por el Kelme porque el patrón Pepe Quiles era amigo mío. Pero a los directores, Álvaro Pino y Vicent Belda, no les cuadraba mi presencia en un equipo de escaladore­s. Cuando mejor estaba para llegar a etapas llanas y ganarlas con una pierna al sprint, me llevaron a Colombia, a subir puertos de 3.600 metros. Regresé con el hierro por los suelos. Hasta que me peleé con ellos y empecé por mi cuenta de nuevo y en la Federación Española. Pino y Belda no eran amigos de que estuviera ahí y en vez de dejarme que llegara al sprint y ganara, me reventaban para que no llegara. Y así fue.

¿Y después de colgar la bicicleta?

Hubo muchas promesas, pero nada. Tanto la Federación como empresas privadas. Seat me regaló un coche y me prometió un cargo de asesor de imagen. Aún lo estoy esperando. Pero eso sí, tengo en casa el compromiso firmado por el director general de Seat de la época. Todo se quedó en agua de borrajas. Fue todo mentira. Y la Federación... muchas promesas de dinero y más pero todo se quedó por el camino.

¿Cómo fue entonces su reconversi­ón?

Yo dejé la bici con 30 años y una

LA RECONVERSI­ÓN “Me prometiero­n muchas cosas, pero cuando colgué la bici estaba con una mano delante y otra detrás” LA PRIMERA “Fue emblemátic­o para España; ganar la primera medalla tuvo su importanci­a, ¿no?”

mano delante y otra detrás. Empecé con una empresa de gestión deportiva y ahora no me puedo quejar. Soy director de expansión de Benefits, una cadena de gimnasios muy potente y en plena expansión.

Ganó el oro con un tiempo de 1m3s342 y ahora mismo el récord del mundo está en 56s303. Una progresión bárbara. ¿Cómo ha evoluciona­do tanto su disciplina?

En mis tiempos utilizábam­os unos desarrollo­s que ahora los usan para el calentamie­nto. Trabajábam­os la fuerza pero luego no metíamos estos desarrollo­s de ahora. Es que era increíble, porque en los entrenamie­ntos de carretera igual metíamos un 54x12 y luego en la pista... competía con el 51x15. En Bogotá batí el récord del mundo de 200 metros [10s008, en 1995, hoy día aún es récord de España] y lo hice con un 48x14. ¡Lo hice a 166 pedaladas! Tenía la potencia para mover esos desarrollo­s, pero no se utilizaban aún. Y sigo teniendo las mismas piernas de entonces, ¡unas mazas! En fin, me tocó lo que me tocó y lo aproveché.

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JESÚS DIGES / EFE José Manuel Moreno, el día de su victoria en el velódromo de Horta

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