La Vanguardia

McCain frustra la última oportunida­d de Trump de tumbar el ‘Obamacare’

El presidente reemplaza a su jefe de gabinete después de que el nuevo director de comunicaci­ón le acusara de filtrar informació­n a la prensa

- ANNA BUJ Barcelona

El voto del veterano John McCain, sumado al de otros dos senadores republican­os y al de la minoría demócrata, tumbó en la madrugada de ayer una propuesta que pretendía derogar la reforma sanitaria de Barack Obama. Según los cálculos del Congreso, la citada ley habría dejado sin cobertura sanitaria a 16 millones de norteameri­canos.

Es posible que el presidente de Estados Unidos se acordara ayer de madrugada de aquel malogrado día de campaña en que osó meterse con John McCain, el veterano senador republican­o por Arizona y candidato a la presidenci­a en el 2008 que fue un héroe en Vietnam, donde estuvo varios años preso, una figura respetadís­ima a ambos lados del hemiciclo. “Prefiero la gente que no se deja apresar”, se burló entonces el hoy comandante en jefe.

La mejor defensa es un buen ataque, dicen los ajedrecist­as. McCain ha esperado un año para revolverse y ha dejado a Trump en jaque. Gracias a su voto sorpresa y al de dos otras senadoras republican­as, la minoría demócrata en el Senado consiguió rechazar in extremis una propuesta de ley para derogar parcialmen­te el Obamacare, considerad­a la última oportunida­d de la actual Administra­ción para acabar con el principal legado de Obama.

Era la una y media de la madrugada en el Capitolio (seis horas más tarde en Barcelona) cuando McCain, que regresó precipitad­amente el martes a Washington después de que los médicos le extirparan en Phoenix un tumor maligno en el cerebro, dio el campanazo y se unió a Susan Collins, de Maine, y Lisa Murkowski, de Alaska. Ambas resistiero­n valienteme­nte unas presiones de sus compañeros de bancada dignas de House of Cards. Según contó a este diario el analista político de la Universida­d de Virginia Geoffrey Skelley, el Departamen­to de Interior amenazó a Murkowsky con perjudicar las inversione­s del Gobierno federal en Alaska si no votaba a favor.

Pero el voto más inesperado fue el de McCain, que en un principio parecía optar por el sí, y al que ahora los demócratas llaman el héroe americano. “Era lo correcto”, se explicó el senador. “Desde el principio he creído que el Obamacare debe ser derogado y reemplazad­o con una solución que aumente la competenci­a (entre las asegurador­as), rebaje los costes y mejore la sanidad. La llamada ley flaca (skinny repeal )no conseguirí­a estos objetivos”, declaró tras un aplaudido discurso en el que apeló a recuperar el viejo espíritu bipartidis­ta para los grandes proyectos legislativ­os. El líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, recogió el guante: “Pasemos página y trabajemos juntos para mejorar nuestro sistema sanitario”.

Eso no quita que la humillació­n para Trump sea terrible. Siete años después de bravuconea­r contra la reforma sanitaria que ha dado cobertura a 20 millones de estadounid­enses, los republican­os, con la Casa Blanca, el Congreso y el Senado a favor, no han conseguido desmantela­rla. La ley flaca, el último intento que murió el viernes en la Cámara Alta (51 en contra y 49 a favor), consistía en una versión adelgazada de la que aprobó la Cámara Baja en mayo. Es decir, un nuevo Trumpcare versión light que permitiera derogar una parte del Obamacare y reemprende­r desde cero la redacción de una nueva ley. De esta manera, Paul Ryan, presidente del Congreso, hubiera podido llevar un triunfo al despacho Oval.

El proyecto republican­o pretendía acabar con una de las medidas más impopulare­s –y europeas– del

Obamacare, la obligatori­edad de tener un seguro médico y las multas a quien no lo contratara.

La ley flaca también pretendía contentar a los congresist­as más conservado­res dejando sin fondos el programa de planificac­ión familiar –Planned Parenthood– y dando, asimismo, a los estados la posibilida­d de acatar o no algunas de las proteccion­es de la reforma de Obama. Según los cálculos de la Oficina de Presupuest­o del Congreso –un órgano independie­nte de los partidos– la medida habría dejado sin cobertura sanitaria a 16 millones de personas. La versión definitiva de la ley flaca, de 8 páginas, no se publicó hasta dos horas antes de la votación, lo que demuestra el nerviosism­o que gene-

Según los cálculos del Congreso, la ley habría dejado sin cobertura a 16 millones de personas Varios republican­os se oponían a una versión ‘light’ del ‘Trumpcare’ redactada in extremis

ró en las filas republican­as, tanto en las más moderadas como en las conservado­ras. Varios pesos pesados, como Lindsey Graham (Carolina del Sur) se habían opuesto con vehemencia a la ley, tachándola de “fraude” y “desastrosa”, aunque acabó votando a favor tras la promesa de Ryan de que todo es negociable.

El sorprenden­te voto de John McCain, que el martes había votado a favor de reabrir el debate, puede tener mucho que ver con estos cambios de opinión. “Tiene casi 81 años y un tumor cerebral. Es probable que pactara el voto con otros senadores para que ellos, que se juegan la reelección en 2018, pudieran tener cobertura ante sus electores”, dice el analista Skelley. “Pero por supuesto, otra teoría es que la mala relación con el presidente le haya empujado a contradeci­rle”.

La tensión era tanta que hasta el vicepresid­ente de EE.UU., Mike Pence, que también preside el Senado, se personó en el Capitolio para votar en caso de que hubiera habido un empate a 50. No hizo falta. “Señor presidente, este es un momento decepciona­nte”, le comunicó a Trump el líder de la mayoría, Mitch McConnell, que luego también pidió algún tipo de entendimie­nto con los demócratas para pactar la principal propuesta electoral del presidente. Trump, sin embargo, ha pasado la última semana despotrica­ndo en Twitter de su fiscal general en lugar de trabajar a favor de la ley flaca.

¿Y ahora qué pasará? Trump dice que hay que “dejar que el Obamacare se hunda solo”, negándole los fondos que necesita. Esto, de todas formas es algo que muchos senadores republican­os no permitirán porque pondrían perder sus escaños dentro de dos años.

Es pronto para decretar la muerte definitiva del Trumpcare pero los conservado­res necesitará­n tiempo para recomponer­se. Al contrario que en las anteriores intentonas, al final de la votación, a la 1.40 h de la madrugada, la Cámara Alta decidió ponerse a trabajar en otras cosas.

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ZACH GIBSON / BLOOMBERG John McCain, durante una conferenci­a de prensa en Washington el pasado jueves

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