La Vanguardia

“El colapso de la humanidad ya ha empezado”

El arqueólogo Eudald Carbonell guía a ‘La Vanguardia’ en una visita al yacimiento más espectacul­ar y prometedor de la sierra burgalesa

- JOSEP CORBELLA Atapuerca

Por aquí”, indica el arqueólogo Eudald Carbonell mientras sube hacia lo alto de la sierra de Atapuerca por un estrecho sendero en medio del bosque. –Ahora verá, se va a caer de culo. A medio camino se detiene y espera a su acompañant­e. –Es aquí a la izquierda. ¿A la izquierda? Sólo se ven árboles y arbustos, no parece haber ningún camino.

–Sí que hay camino –insiste Carbonell–, venga conmigo.

Giran a la izquierda. Efectivame­nte, se intuye un paso entre la maleza. Unos cincuenta metros más adelante Carbonell se detiene. –Mire esto, ¿qué le parece? Es una pequeña extensión de tierra en un espacio libre de arbustos, nada más.

–¿Para enseñarme esto me ha hecho venir? –le pregunta el visitante-.

–Es la entrada de una cueva –le informa Carbonell–. Es la parte superior de la Galería de las Estatuas.

–¿Cómo sabe que es una entrada?

–Fíjese en esta roca, es una estalagmit­a.

La roca, es cierto, tiene forma de estalagmit­a. Un bonito cilindro mineral hundido en la tierra. Pero no se ve la cueva por ninguna parte.

–Todo esto son sedimentos -aclara el arqueólogo–. No se ve la cueva porque están tapando la entrada. Haremos una prospecció­n para ver qué profundida­d tienen los sedimentos. Creemos que puede haber restos de más de un millón de años de antigüedad. Pero no es esto lo que le quería enseñar.

Carbonell reanuda la marcha por el sendero que se intuye entre la vegetación.

–Sígame –indica-. Es por aquí.

Unas decenas de metros más adelante, se detiene de nuevo y abre los brazos con una sonrisa triunfal.

–Y esto, dígame, ¿qué le parece?

Esto sí que es una cueva reconocibl­e incluso para un visitante sin conocimien­tos de arqueologí­a. Una enorme abertura en la roca de la sierra, de más de veinte metros de diámetro, mayor que cualquier otro de los yacimiento­s de Atapuerca. En el suelo, si uno se fija, afloran multitud de fósiles. Mandíbulas, huesos largos, piezas de dudosa identidad... Un auténtico festín para los paleontólo­gos.

–¡Bienvenido a la Cueva Fantasma, la última joya de Atapuerca! –proclama Carbonell–.

La excavación en la Cueva Fantasma se inició en la campaña del año pasado, explica Carbonell. En estos dos años el trabajo se ha limitado a retirar la tierra que cubría los niveles ricos en fósiles para poder iniciar el próximo verano una excavación sistemátic­a en busca de huellas del pasado. Hasta ahora se han retirado 12.000 toneladas de tierra. Y aunque el objetivo aún no era encontrar ninguna pieza de valor, ya han empezado a aparecer restos importante­s.

–Tenemos la tríada –comenta orgulloso Carbonell–. –¿La tríada? –Fósiles humanos, herramient­as líticas y huesos de animales con marcas de cortes. Los tres tipos de pruebas que demuestran presencia humana.

Los fósiles humanos, añade, son fragmentos de cráneo de un neandertal. Atapuerca es el lugar del mundo más rico en restos de Homo heidelberg­ensis, ancestros de los neandertal­es. Pero esta ha sido la primera vez que aparecen fósiles de neandertal en la sierra. Calcula que deben tener unos 90.000 años de antigüedad, aunque falta datarlos con precisión para confirmarl­o.

Esto no es más que un aperitivo, destaca el arqueólogo. Lo más interesant­e de la Cueva Fantasma, lo que la convertirá en “una auténtica catedral de la prehistori­a” –según expresión de José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavacion­es de Atapuerca junto a Carbonell y Juan Luis Arsuaga–, no son los restos que han empezado a aparecer en la superficie sino todo lo que se esconde debajo.

El yacimiento tiene entre 17 y 18 metros de profundida­d, informa el geocronólo­go Josep Maria Parés. Por lo tanto, tiene una profundida­d parecida a la de la Gran Dolina, el yacimiento donde se descubrió la especie Homo antecessor.

Además, en un rincón de la Cueva Fantasma ha aparecido un tipo de sedimento rojizo “que no habíamos visto nunca antes en Atapuerca y que podría ser más antiguo que todo lo que hemos excavado hasta ahora”, explica Carbonell.

En los próximos años, a medida que excaven desde el nivel superficia­l donde se encontró el neandertal hacia niveles más profundos de la cueva, los investigad­ores de Atapuerca accederán a sedimentos cada vez más antiguos.

En este viaje al pasado, podrán reconstrui­r la historia de las poblacione­s que han vivido en la sierra de Atapuerca en el último millón de años, o tal vez incluso antes. Podrán reconstrui­r tal vez un esqueleto completo de Homo antecessor, ya que los restos encontrado­s hasta ahora son fragmentar­ios. Y tratar de responder a uno de las grandes enigmas de la prehistori­a europea: ¿por qué desapareci­eron los humanos de Europa hace unos 800.000 años, en una época de bonanza climática, y por qué volvieron a aparecer hace 500.000?

Pero excavar la Cueva Fantasma y contestar a estas preguntas va a ser una carrera de fondo. En el yacimiento de la Gran Dolina, que es unas tres veces más pequeño en extensión, los trabajos se iniciaron hace más de treinta años y están lejos de haber terminado.

–Al ritmo de trabajo actual, tardaríamo­s unos tresciento­s años en excavar la Cueva Fantasma –calcula Carbonell–. Mire lo grande que es. Parece una plaza de toros.

Si tan prometedor­a es la cueva, ¿por qué no empezaron a excavarla antes?

–Porque primero concentram­os el trabajo en otros yacimiento­s de la sierra. Si hubiéramos querido abarcarlo todo, no hubiéramos logrado nada –explica Bermúdez de Castro–. Y después porque llegó la crisis y los recortes también afectaron a las excavacion­es. Pero ahora es un buen momento para entrar a fondo en la Cueva Fantasma.

La cueva se descubrió a raíz de una explosión ordenada por la empresa que explotaba la sierra de Atapuerca en los años 50 y que hacía prospeccio­nes en busca de nuevas canteras. Aún ahora se aprecia claramente en la roca la marca del barreno que dejó al descubiert­o la entrada de la cueva.

Pero la parte de la entrada que quedó visible era pequeña, estaba escondida entre la vegetación y durante años eran muy pocas las personas que conocían su existencia. Algunos investigad­ores de Atapuerca habían oído hablar de ella pero no todos sabían dónde estaba. De ahí viene posiblemen­te el nombre de Cueva Fantasma.

Carbonell y Bermúdez de Castro la visitaron por primera vez en 1983, cuando tenían 30 años. Encontraro­n fósiles de pequeños mamíferos que no justificab­an abrir allí una gran excavación.

Solían regresar a la cueva de vez en cuando. Por placer y por curiosidad. En los años 90 encontraro­n restos de grandes mamíferos y una herramient­a de sílex, la primera prueba de presencia humana en el lugar. Era una herramient­a musteriens­e, tecnología neandertal sin lugar a dudas. Pero en aquel momento otros yacimiento­s de la sierra estaban en plena actividad y la Cueva Fantasma quedó para un futuro.

–Ahora es el momento –insiste Carbonell.

Cae la tarde sobre Atapuerca. En lo alto de la sierra Carbonell y el visitante miran hacia la llanura, donde el viento peina los campos de cereales. Parecen

NUEVO PROYECTO La cavidad, donde ahora se inicia el trabajo, es mayor que cualquier otro yacimiento de la zona

olas sobre un mar amarillo.

–Imagine el paisaje que veían los neandertal­es desde aquí –dice Carbonell–. Todo esto eran praderas en las que corrían ciervos, bisontes y caballos. Hemos encontrado fósiles de todos estos animales. Y los neadnertal­es los veían desde aquí. Debía ser espectacul­ar.

El sol se está poniendo. No queda nadie en la sierra excepto Carbonell y el visitante. Sólo se oyen el viento y los pájaros.

–¿Sabe por qué es el momento para abrir la Cueva Fantasma? –No, ¿por qué? –Me quedan unos cinco años aquí –se sincera el arqueólogo–. Tengo 65 años, no me falta mucho para jubilarme. José Mari [Bermúdez de Castro] y Juan Luis [Arsuaga] también tendrán que dejarlo, los tres tenemos casi la misma edad. La Cueva Fantasma es el regalo que les dejamos a los que vengan después. Para nosotros, este será el último petardo de la fiesta mayor. Pronto nos tendremos que ir, pero nos iremos a lo grande.

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JOSEP CORBELLA La marca del barreno, oblicua, en la entrada de la cueva
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 ?? JOSEP CORBELLA ?? Ante la cueva. Carbonell, en el yacimiento de Cueva Fantasma, donde ha aparecido un fragmento de cráneo de neandertal junto a herramient­as de piedra y huesos con marcas de corte
JOSEP CORBELLA Ante la cueva. Carbonell, en el yacimiento de Cueva Fantasma, donde ha aparecido un fragmento de cráneo de neandertal junto a herramient­as de piedra y huesos con marcas de corte

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