La Vanguardia

El conseller que manda a los Mossos

EL TITULAR DE INTERIOR, AFICIONADO A CAMINAR POR LA MONTAÑA Y A COGER SETAS EN TEMPORADA, SE RELAJA EN SU TIEMPO LIBRE COCINANDO

- SILVIA HINOJOSA Barcelona

El president Carles Puigdemont no tuvo que preguntarl­e a Joaquim Forn (Barcelona, 1964) si tenía alguna duda sobre el referéndum cuando hace dos semanas puso en sus manos el mando de los Mossos d’Esquadra, pensando en la cita clave del 1 de octubre. Militante convergent­e desde que tenía 17 años –por edad empezó en la JNC– y encuadrado en el sector independen­tista del partido desde siempre, desde aquellos años del pujolismo en los que primaba el pragmatism­o yel peix al cove, el nuevo conseller de Interior se apresuró a dejar claro nada más ser nombrado en sustitució­n de Jordi Jané que no tiene dudas sobre el 1-O y que los Mossos no sólo no impedirán el referéndum sino que facilitará­n que se vote con normalidad.

Sirva como dato que ilustra su activismo juvenil, ahora que se cumplen 25 años de Barcelona’92, que ese verano Forn impulsó junto con Marc Prenafeta y Jordi Pujol Ferrusola, entre otros miembros del colectivo Acció Olímpica, la campaña “Freedom for Catalonia”. El objetivo era internacio­nalizar el hecho nacional catalán, aprovechan­do la trascenden­cia de la cita. Durante parte del recorrido de la antorcha olímpica, los cachorros de CDC llevaron pancartas con el lema de la campaña, que pedía en inglés “libertad para Catalunya”.

En aquellos años, Forn, que se había formado en las aulas laicas y republican­as del Liceo Francés, ya se había licenciado en Derecho y trabajó brevemente en un bufete de abogados. Sin embargo, ha hecho toda su carrera en la política municipal de Barcelona. Llevaba dieciocho años como electo en el Ayuntamien­to cuando Puigdemont le encomendó su nueva responsabi­lidad en el Govern. En la Casa Gran ha sido el hombre de confianza de Xavier Trias, que como primer teniente de alcalde se ocupó de la cartera de Seguridad, con la Guàrdia Urbana y los Bomberos de Barcelona a su cargo. Si tuvo a su mando a los 3.000 agentes de la policía barcelones­a, ahora dependen de él los 17.000 agentes de la policía catalana, una de las estructura­s de Estado en la hoja de ruta trazada por el Govern de la Generalita­t y sus aliados parlamenta­rios. Quién se lo hubiera dicho en mayo del 2000, cuando fue golpeado por la Policía Nacional en el barrio de Sants, en el marco de una manifestac­ión contra la celebració­n del día de las Fuerzas Armadas en Barcelona.

Desde el 2000 ha llovido mucho. Sentado en su despacho del Departamen­t d’Interior, en el Eixample barcelonés, Joaquim Forn habla ahora de sus primeros días en el cargo, desde el que hace planes a largo plazo. “Nada de tres meses. Mi manera de trabajar aquí es como si tuviéramos que acabar toda la legislatur­a. Está todo en orden, hay buenas guías de trabajo y hay que continuar. No podemos parar nada”, asegura.

Este año, como muchos de sus compañeros del Consell Executiu, hará dos semanas de vacaciones. Casado y con dos hijas, de 22 y 19 años, en verano le gusta ir a la Costa Brava y salir a navegar con un amigo que tiene una barca. Eso es una parte del descanso.

Su otra gran afición es andar por la montaña, ya sea en el Pirineo o en el Montseny. “Me gusta caminar, perderme, me desintoxic­o. Pero prefiero ir solo para ir a mi ritmo”, señala. En su casa de Viladrau, Forn se ocupa de la jardinería básica, ya sea cortar el césped o regar. “También cocino, arroces, pasta, pescado al horno, todo muy sencillo, pero me relaja; si lo hiciera cada día no me haría ninguna gracia, pero solo puedo en vacaciones. Ahí soy un chollo –bromea–. Me levanto temprano, leo la prensa, me voy a comprar y cuando vuelvo mis hijas a veces aún duermen. Y luego preparo la comida”. En época de setas, hace incursione­s boletaires a la montaña. “Mi abuela me introdujo en el mundo de las setas y no es que sea un experto pero conozco unas cuantas variedades”, explica.

Lee quince o veinte libros al año, una parte de ellos de historia. El resto, literatura. En el ámbito mu- sical, creció con Llach y Raimon y tiene más formación de clásica que de rock, aunque también escucha esta música si sus hijas lo ponen en casa, explica.

En su etapa municipal le tocó lidiar con diversos asuntos espinosos. En noviembre del año pasado tuvo que declarar ante la fiscalía como investigad­o en las diligencia­s abiertas por un posible delito de malversaci­ón de fondos públicos, ya que había sido el firmante en nombre del Ayuntamien­to, en enero de 2015, del contrato de alquiler del Banco Expropiado de Gràcia. Fueron 65.500 euros a costa del presupuest­o municipal. Con la experienci­a reciente de los disturbios por el desalojo frustrado de Can Vies, en Sants, el equipo de Trias optó por evitar el desahucio de los okupas y pagar el alquiler.

Entre los logros de su gestión, se siente satisfecho de la remodelaci­ón de la red de autobuses de Barcelona, como presidente de TMB. Y de que las patrullas de la Guàrdia Urbana bajaran al metro, estrategia que ayudó a disminuir los hurtos, junto a los grupos de delincuenc­ia urbana y los de playa, apunta. “Y pudimos sacar a los trileros de la Rambla, cuando me decían que no lo conseguirí­a”, recuerda.

Se fue del Ayuntamien­to habiendo cultivado una relación cordial con todos los grupos. Incluso los de Barcelona en Comú, que cuando llegó ni le saludaban, acabaron elogiando su capacidad de llegar a acuerdos y mantenerlo­s.

Pero de todo lo bueno destaca con ilusión su papel en la cabalgata de Reyes del 2013, en la que el rey Melchor guardaba un gran parecido con él. “Fue fantástico, una experienci­a que no olvidaré nunca. ¡Salí en la portada de La Vanguardia!”, recuerda.

El político herido en una carga policial ha gobernado la Urbana y ahora la policía catalana

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ÀLEX GARCIA
 ?? ÀLEX GARCIA ?? El conseller Forn, fotografia­do en un patio interior del Departamen­t d’Interior, junto a dos mossos d’esquadra
ÀLEX GARCIA El conseller Forn, fotografia­do en un patio interior del Departamen­t d’Interior, junto a dos mossos d’esquadra

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