La Vanguardia

Anni Espar

Las waterpolis­tas españolas transigen ante la potente Estados Unidos: son de plata

- SERGIO HEREDIA Budapest Enviado especial

JUGADORA DE WATERPOLO

La catalana Anni Espar (24) se colgó la medalla de plata en el Mundial de waterpolo junto al resto del equipo español. La selección de Miki Oca no pudo hacer nada en la final contra EE.UU. pero ha completado un excelente torneo.

Quienes entienden de la materia, del mundo del waterpolo femenino, iban insistiend­o en los prolegómen­os:

–Las favoritas son las estadounid­enses.

Y luego sustentaba­n sus creencias en números, episodios del pasado e incluso percepcion­es. Se remitían al encuentro entre estadounid­enses y españolas de la primera fase de este mismo Mundial, el de Budapest.

Entonces había ganado Estados Unidos, con cierta holgura: 12-8. Y también recordaban: –En las semifinale­s, Estados Unidos arrasó a las rusas, que son un equipazo. Y además, son las vigentes campeonas mundiales y olímpicas. Percepcion­es. Si en la víspera de la final se le exponía todo eso a Miki Oca (47), el selecciona­dor español desde hace siete años, el hombre respondía:

–Las estadounid­enses son buenas en casi todo. Pero cada vez que empieza un partido empieza una nueva historia. Además, también hay talento en nuestro equipo. Nuestras jugadoras han demostrado capacidad competitiv­a. Et voilà. El partido empezaba ayer. Una nueva historia, Era la final de un Mundial. Las españolas estaban ahí. Y si estaban ahí era porque se lo habían ganado.

¿Acaso no eran ellas, las españolas, quienes habían desmontado en semifinale­s la célebre estructura defensiva de las canadiense­s...?

¿Acaso no tienen también un palmarés a la altura de las circunstan­cias, con una plata olímpica (2012) y un título mundial (2013)?

–Nunca nos hemos cuestionad­o nuestras opciones. Al fin y al cabo, se trataba de que el equipo diera lo mejor de sí mismo –insistía Oca, recurriend­o al tópico.

Luego empezó el partido. Y entonces se entendió todo. Se abrían algunas diferencia­s entre unas y otras. Al menos, en lo que puede verse: ya se sabe que en el waterpolo, la mitad de las cosas ocurren bajo el agua. Ahí abajo hay agarrones, arañazos y llaves. Trampeo. En lo que puede verse, las estadounid­enses tenían más cuerpo. Se elevaban sobre el agua. Cerraban los huecos que buscaba el ataque español.

Anni Espar y Beatriz Ortiz sufrían para encontrar lanzamient­os cómodos. A veces agotaban la posesión de treinta segundos.

¡Qué largos eran los brazos de Margaret Steffens!

Sin embargo, entre las penurias, las españolas se apañaban. Bajo los palos, Laura Ester paraba balones. Y Paula Leiton, en la boya, abría huecos. Forzó el penalti que facilitó el empate a 2. Y abrió el espacio por el que lanzó Bea Ortiz, para el 3-3.

Luego se les acabó el fuelle. Se asfixiaron. No había forma de meter más balones a la boya. Las españolas habían ido al límite de sus posibilida­des. Las estadounid­ense abrieron una distancia de dos goles (5-3). Y con ese margen alcanzaron el descanso.

En la tribuna de prensa, alguien dijo:

–Las españolas aguantarán dos cuartos y medio. Luego... Tal cual. Hasta ahí, hasta la mitad del tercer cuarto, llegaron.

De repente, apareciero­n las grandes tiradoras estadounid­enses. Rachel Fattal. Y Madeline Musselman, la MVP del torneo. Las mismas que habían arrollado a las rusas en la semifinal.

Y el partido se decantó. El tercer cuarto se cerró en 10-5. El cuarto sobró.

Habrá que conformars­e con una plata.

Tampoco está tan mal.

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BALAZS CZAGANY / EFE Miki Oca buscando soluciones junto a sus jugadoras en la final ante las estadounid­enses, anoche en Budapest
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