La Vanguardia

Nawaz Sharif

El primer ministro se vio incriminad­o por los papeles de Panamá

- ISLAMABAD Agencias

EX PRIMER MINISTRO DE PAKISTÁN

Ni a la tercera fue la vencida. Nawaz Sharif (67) tuvo que dejar la presidenci­a del gobierno pakistaní, por tercera vez, antes de acabar su mandato por orden del Tribunal Supremo. Los jueces lo declararon no apto para el cargo por corrupto.

Los papeles de Panamá siguen causando estragos. El último defenestra­do ha sido el conservado­r Nawaz Sharif, hasta ayer primer ministro de Pakistán. El Tribunal Supremo pakistaní emitió ayer el fallo unánime de sus cinco magistrado­s por el que inhabilita­ba a Sharif como primer ministro ante las evidencias de corrupción en su contra, lo que le forzó a presentar la dimisión. Se abre ahora un periodo de incertidum­bre después de otro de relativa estabilida­d en un país con armamento nuclear e implicado en conflictos bélicos en la región.

El Supremo descalific­ó a Sharif como diputado y, por ende, como primer ministro, explicó el juez Ejaz Afzal Khan ante la multitud que se congregó ante la sede del tribunal para conocer inmediatam­ente una decisión muy esperada.

Una comisión de investigac­ión que había trabajado durante dos meses había descubiert­o una “importante disparidad” entre los ingresos de la familia Sharif y su tren de vida, como quedó al descubiert­o con los papeles de Panamá, publicados en el 2016. Sharif es el segundo primer ministro depuesto desde entonces. El primero fue el islandés Sigmundur David Gunnlaugss­on.

El llamado León del Punyab, de 67 años, ha estado tres veces al frente del ejecutivo en su larga carrera política; dos veces ha tenido que dimitir por corrupción y la otra, en 1999, por el golpe de Estado de Pervez Musharraf, que se convirtió posteriorm­ente en presidente del país. Sharif estuvo en la cárcel y se exilió en Arabia Saudí.

En los setenta años que Pakistán lleva como país independie­nte ningún primer ministro ha acabado su mandato y dejado el cargo como resultado del relevo por la celebració­n de elecciones. El hecho de que se haya convertido en una costumbre es la única esperanza, según observador­es locales, de que no se produzca un peligroso desequilib­rio político hasta que se celebren las próximas elecciones legislativ­as, previstas para junio del 2018.

Al fin y al cabo, el partido de Sharif, el PML-N (siglas en inglés de Liga Musulmana Pakistaní-Nawaz), dispone de una amplia mayoría en el Parlamento contando con sus aliados. De ahí debe salir su sustituto, aunque no hay nadie que sobresalga respecto a los demás. Ayer se barajaban los nombres de varios ministros (incluido el de Defensa, Khwaja Muhammed Asif) y el del presidente del Parlamento (Ayaz Sadiq). También se mencionó el de un hermano de Sharif, Shahbaz, que es ministro jefe del Punyab, el estado en el que viven el 60% de los 200 millones de habitantes de Pakistán. Shahbaz, sin embargo, no es diputado, lo que le impide acceder al cargo dejado por su hermano.

Los seguidores del PML-N ven la oscura mano del ejército tras la decisión judicial, mientras que la oposición se lanzó a las calles de la capital y otras ciudades para mostrar su júbilo.

La antigua estrella del críquet y líder del Movimiento para la Justicia de Pakistán (PTI), Imran Jan, encabezó la demanda de la oposición que ha acabado con la destitució­n de Sharif y el encausamie­nto de tres de sus cuatro hijos. Especial relevancia tiene la implicació­n de su hija y previsible heredera política Maryam.

Jan, situado en el centro, entre el izquierdis­ta Partido del Pueblo y los conservado­res de Sharif, acogió con satisfacci­ón la decisión del Supremo. “La democracia en Pakistán sale fortalecid­a” de lo ocurrido, aseguró, y anunció una gran concentrac­ión para mañana, domingo.

Ningún primer ministro ha acabado su mandato desde la independen­cia en 1947; Sharif ocupó el cargo tres veces

Durante dicho acto desvelará su futuro plan de acción. “Esto no es más que el comienzo. Los otros corruptos en el poder también deberán rendir cuentas”, añadió Jan, cuyo partido es el que experiment­a un crecimient­o más rápido.

La iniciativa impulsada por Imran Jan propició la caída del primer ministro a instancias de una decisión del Tribunal Supremo, algo que sólo había ocurrido en una ocasión anterior, que se remonta al año 2012.

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B.K. BANGASH / AP / ARCHIVO Nawaz Sharif, el mes pasado en Islamabad

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