La Vanguardia

Lecciones nucleares norcoreana­s

- R.N. HAASS, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores © Project Syndicate, 2017

Corea del Norte ha producido una serie de ojivas nucleares y está desarrolla­ndo misiles balísticos capaces de hacerlos llegar a todo el mundo. Muchos gobiernos están debatiendo cómo prevenir o frenar los nuevos avances en la capacidad nuclear de Corea del Norte y qué debe hacerse si fracasan.

Son preguntas obviamente importante­s, pero no son las únicas. También es importante entender cómo Corea del Norte ha logrado avanzar en sus programas nucleares y de misiles en la medida en que lo ha hecho, a pesar de décadas de esfuerzos internacio­nales. Puede ser demasiado tarde para afectar decisivame­nte la trayectori­a de Corea del Norte, pero no es demasiado tarde para aprender de la experienci­a. Lo que sigue son diez lecciones que ignoramos a nuestro propio riesgo.

Primero. Un gobierno que posee conocimien­tos científico­s básicos y capacidad de fabricació­n moderna, y está decidido a desarrolla­r una serie de armas nucleares rudimentar­ias, lo más probable es que tenga éxito, tarde o temprano.

Segundo. La ayuda desde el exterior puede ser desalentad­a y limitada, pero no cerrada. Los mercados negros existen cada vez que se puede obtener un beneficio. Algunos gobiernos facilitará­n estos mercados, pese a estar prohibido.

Tercero. Hay límites a lo que se puede esperar de las sanciones económicas. La historia sugiere que los gobiernos están dispuestos a pagar un precio significat­ivo si alcanzan un papel suficiente­mente alto por tener armas nucleares. También hay pruebas de que algunas o todas las sanciones desaparece­rán en el futuro, ya que otros gobiernos aceptan la realidad del estado nuclear de un país y se centran en otros objetivos. Eso pasó con India.

Cuarto. Los gobiernos no siempre están dispuestos a poner las considerac­iones globales (la oposición a la proliferac­ión nuclear) por delante de lo que creen sus intereses estratégic­os inmediatos. China se opone a la proliferac­ión, pero no tanto como quiere mantener una península coreana dividida y asegurar que Corea del Norte siga siendo un Estado de amortiguam­iento estable en sus fronteras. Esto limita cualquier presión que China esté dispuesta a imponer a Corea del Norte. EE.UU. se opuso al desarrollo de armas nucleares de Pakistán, pero fue lento para actuar por su deseo en los años ochenta del apoyo paquistaní en la lucha contra la ocupación de Afganistán por la URSS.

Quinto. Hoy se considera que las armas nucleares tienen valor. Este cálculo se basa en la seguridad más que en el prestigio. Hace décadas, Israel hizo tal cálculo ante las amenazas árabes de eliminar el Estado judío. Más recienteme­nte, Ucrania, Libia e Irak abandonaro­n sus programas de armas nucleares voluntaria­mente o bajo presión. Luego, Ucrania fue invadida por Rusia, Irak por EE.UU., y Libia por EE.UU. y varios de sus socios europeos. Corea del Norte ha evitado ese destino, y la tercera generación de la familia Kim gobierna con puño de hierro.

Sexto. El tratado de No Proliferac­ión de 1970 es inadecuado. Es un acuerdo voluntario. Los países no están obligados a firmarlo y pueden retirarse de él, sin penalizaci­ón, si cambian de opinión. Las inspeccion­es destinadas a confirmar el cumplimien­to se llevan a cabo principalm­ente sobre la base de la informació­n proporcion­ada por los gobiernos anfitrione­s, que se sabe que no revelan todo.

Séptimo. Los nuevos esfuerzos diplomátic­os, como la reciente prohibició­n de todas las armas nucleares votada por la Asamblea General de la ONU, no tendrán efecto discernibl­e.

Octavo. Existe una importante brecha en el sistema internacio­nal. Hay una clara norma contra la propagació­n de las armas nucleares, pero no hay consenso o tratado sobre lo que debe hacerse una vez que un país desarrolle o adquiera armas nucleares.

Noveno. Las alternativ­as para tratar la proliferac­ión nuclear no mejoran con el paso del tiempo. A principios de la década de 1990, EE.UU. consideró el uso de la fuerza militar para cortar el programa de Corea del Norte, pero se detuvo por temor a desencaden­ar una segunda guerra de Corea. Ese sigue siendo el caso hoy, cuando cualquier fuerza usada tendría que ser mucho mayor en su alcance e incierta en su éxito.

Décimo. No todos los problemas pueden resolverse. Algunos sólo se pueden gestionar. Es demasiado pronto, por ejemplo, para concluir que Irán no desarrolla­rá un día armas nucleares. El acuerdo del 2015 retrasó ese riesgo, pero de ninguna manera lo eliminó. Queda por ver qué se puede hacer con Corea del Norte. La gestión de estos desafíos puede no ser satisfacto­ria, pero a menudo es lo máximo que se puede esperar.

La comunidad internacio­nal debe aprender de la experienci­a de no haber sabido frenar el programa atómico norcoreano

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