La Vanguardia

El clásico de las Américas

Barça y Madrid se miden en un duelo que ha despertado enorme expectació­n

- FRANCESC PEIRÓN Miami Correspons­al

Benja, de cinco años, se ha quedado dormido con la cabeza apoyada en la mesa. Una camiseta del FC Barcelona, modelo senyera, le sirve de almohada.

“Está agotado. Nos hemos levantado a las seis y media de la mañana”, comenta el padre, Alberto Ramírez, mexicano de origen, de 32 años (25 en EE.UU.).

Al niño no le perturba su paz ni los gritos de “Barça, Barça” o el himno culé a todo trapo que resuena en el restaurant­e La Palapa Hondureña 2, sede de la peña blaugrana en Miami. Su padre lo lleva en brazos a hacerse la foto con el héroe de París 2006, Juliano Belletti, y no se entera de nada.

Hace más de doce horas que Alberto y Benja, residentes en Los Ángeles, emprendier­on viaje para asistir hoy (dos de la madrugada del domingo en Barcelona), a El Clásico de las Américas que se disputa en Hard Rock Stadium de la ciudad de Florida (65.300 espectador­es). Otros lo denominan “el clásico global”. Como matiza Maurici Lladó, alto cargo del Banc Sabadell y presidente de la peña azulgrana en Miami, “estos son los dos equipos que más enganchan, no solo a lo latinos, también a los estadounid­enses”.

Según Lladó, las hinchadas están parejas, aunque matiza que “los jóvenes tienden a ser más del Barça y los mayores del Madrid”. Su colega en el banco, Juan José Casais, madridista de largo recorrido, coincide más o menos en el análisis. “Estamos al 50%”, tercia.

“Mi esposa y mi niña se han quedado en casa, la bolsa no daba para más”, confiesa Alberto, al que le enamoraron los colores de la camiseta y Rivaldo. “Cada boleto nos ha costado 650 dólares (553 euros), demasiado dinero, pero me hacía mucha ilusión y no sé si volveré a tener otra oportunida­d”, añadió.

El choque de pretempora­da entre el Madrid y el Barcelona llega en medio de la polémica por el síndrome Neymar, las críticas entre los merengues transatlán­ticos por la ausencia de Cristiano Ronaldo y la apreciació­n general de que se han pasado con el precio de las entradas. “A los trabajador­es nos ha resultado casi imposible hacernos con un ticket”, señala Miguel, estudiante de “una maestría en arquitectu­ra”.

“Del Madrid a muerte”, remarca. “Hace un par de años los vi aquí contra el Chelsea, Ronaldo marcó un golazo”, recuerda. “Supongo que han pensado en el business y estoy convencido que les irá bien, aquí se concentran muchos ricos, pero para los verdaderos aficionado­s es prohibitiv­o”.

Dicen que se han pagado incluso hasta 3.400 euros. La organizaci­ón correspond­e a Relevent Sports, propiedad de Stephen Ross, dueño de los Miami Dolphins, equipo de fútbol americano que cede su estadio. Para Ross esto es un negocio al por mayor. Tal vez así se entienda que aún se emitan anuncios con Cristiano de gancho cuando se sabe que no estará en el césped.

“La gente ha descubiert­o que no viene y quiere demandar”, indica Gustavo Díaz, infiltrado madridista entre los barcelonis­tas. “Soy amigo del dueño del bar y me gusta compartir, si ganan los míos estoy feliz y si pierden, también”. Le tiraba el Barça, pero se enamoró de una madridista. Aunque luego se separaron, siguió fiel al Real. No sorprende la convivenci­a si se sabe que el publicista catalán Ignasi Puig convoca en su casa de Miami para ver los clásicos. Acuden de los dos bandos, “y nunca ha habido un problema”, reitera.

El de hoy es un asunto de otra dimensión. El de Florida tiene un precedente en el continente americano. En mayo de 1982, los dos gallitos de la liga española se enfrentaro­n en Venezuela. Ganaron los blancos con gol de Del Bosque. En la crónica de La Vanguardia del aquel 1 de junio, día en que se recoge la crónica, se califica la gira barcelonis­ta de “demencial”, con una asistencia al campo de escasas 7.000 personas. Si este dato es chocante, hay otro que aún refleja más el cambio de época: el encuentro no se retransmit­ió. Pasados 35 años, en la era audiovisua­l, de internet y las redes sociales, la cadena ESPN ha montado un dispositiv­o especial con 25 periodista­s y un despliegue propio de las grandes ocasiones.

“Para nosotros puede ser un partido de costellada, para ellos no lo es”, considera Lladó. “Contra los culés no hay partido de amistad”, afima el madridista Hanin, venezolano de nacimiento. “Siempre hay batalla entre estos dos equipos”, apostilla Luis Téllez, nacido en Nicaragua. Por debajo del codo izquierdo lleva tatuado el “més que un club” y un escudo surcado por unas líneas. Y aclara: “Significa que llevó al Barça entre las venas”.

Los azulgrana viven bajo el síndrome Neymar mientras que los blancos lamentan que no esté Cristiano

 ?? GIORGIO VIERA / EFE ?? Una cola de aficionado­s, ayer en Miami, donde hoy se disputará un clásico entre el Barcelona y el Madrid muy especial
GIORGIO VIERA / EFE Una cola de aficionado­s, ayer en Miami, donde hoy se disputará un clásico entre el Barcelona y el Madrid muy especial
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FCB El mosaico que se hará en la grada azulgrana
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