La Vanguardia

“Si me silban, me divierto mucho más”

Yulia Efimova se apunta el segundo asalto en su combate ante Lilly King

- SERGIO HEREDIA Budapest. Enviado especial

A estas alturas del Mundial, Lilly King y Yulia Efimova están empatadas. En la braza, va un oro para cada una. Ayer ganó Efimova, en la más larga distancia del estilo, los 200 m. Conviene contextual­izar esto. Podríamos rebobinar hasta la guerra fría. Aunque no es un muro invisible el que se alza entre King, estadounid­ense, y Efimova, rusa.

Lo que hay entre ambas son las corcheras que separan los carriles de la piscina. Un obstáculo elástico, sorteable como si nada.

Ninguna de ellas se apresurará a cruzarlo, para abrazarse. Efimova (25) y King (20) son enemigas.

La historia viene del año pasado. En enero del 2016, averiguába­mos que Efimova había dado positivo. Por segunda vez en su carrera. La primera había sido dos años antes: 16 meses le habían caído, tras aparecer DHEA en su organismo. Un anabolizan­te que acelera la pérdida de peso. El segundo positivo, el del año pasado, era por meldonio. Y este podría haberle costado la carrera. Quedó en nada. Efimova pudo probar que había dejado de tomar el meldonio a finales del 2015, que es cuando su consumo iba a ilegalizar­se, pero que se había retrasado en la retirada: en el momento del control, aún le quedaban unos últimos trazos. El lector verá similitude­s entre su caso y el de Maria Sharápova. El entorno no las perdona. ¡Cuántas veces abuchean a Efimova, igual que abuchean a Sharápova, cuando saltan a una piscina, o una pista de tenis! Lo vimos en los Juegos de Río, el verano pasado: los brasileños la tomaron con Efimova. Y las rivales, también. Entre otras, lo hizo Lilly King. –Con mi victoria, se demuestra que se puede ganar limpiament­e –dijo King ante los periodista­s, justo después de haberse apuntado los 100 m braza, tumbando a Efimova.

A su lado, en aquel entonces, la rusa la miraba, perpleja.

–Siempre pensé que la Guerra Fría era un asunto del pasado –respondió Efimova.

Y así quedaron, como diciendo: “Volveremos a vernos en el 2017”.

Y aquí estamos: en el 2017 y en Budapest. Y ambas siguen siendo íntimas enemigas. Y el público sigue abucheando a Efimova. –Así es más divertido –dice ella. Se vivió un primer episodio del duelo el martes, en los 100 m braza. Ganó King, como en Río, y esta vez con récord del mundo. Efimova fue bronce.

Pero ayer, el segundo asalto fue para la rusa. Con King, cuarta. Y con Jessica Vall, octava, como invitada de excepción.

–Es cierto que se notan cosas en la zona mixta. Que no se saludan y todo eso. Pero yo en eso apenas me fijo. Cuando salgo a competir voy a lo mío –dijo Vall, que abandonará Budapest satisfecha. Quería disputar dos finales. Lo ha hecho. Y Efimova y King seguirán enfrentánd­ose entre sí. Aún queda el desempate: la final de los 50 braza.

ENEMIGAS ÍNTIMAS El duelo trasciende la piscina: King no olvida el antiguo doble positivo de la rusa; el público, tampoco

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MARTIN BUREAU / AFP Yulia Efimova contempla al público tras su victoria, ayer en Budapest

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