Conservar la decencia

EL senador por Arizona John McCain, de 80 años, ha dado una lección democrática no sólo a sus compatriotas, sino al mundo en general. El pasado martes asistió en el Capitolio a la sesión en la que debía abordarse la liquidación del Obamacare, que ha permitido ampliar la protección sanitaria a más de 30 millones de estadounidenses. El presidente Donald Trump había pedido a los senadores republicanos que no faltaran a la cita y apoyaran su enmienda. McCain estaba convaleciente de una intervención en la que le extirparon un agresivo tumor cerebral –las señales de la operación saltaban a la vista– y recorrió los tres mil kilómetros largos que hay desde Arizona hasta Washington tal como le había pedido su jefe de filas. Sin embargo, lo que no hizo el viernes fue votar a favor de su propuesta, igual que otros dos senadores republicanos y la totalidad de los senadores demócratas. De tal modo que Trump fracasó en su intento de derogar el Obamacare.

McCain es la antítesis de Trump, aunque como él quiso ser presidente de Estados Unidos. En el 2000 perdió la nominación republicana ante George W. Bush y en el 2008, cuando lo logró, no consiguió vencer al demócrata Barack Obama. Es un político muy respetado en su país que estudió en la Academia Naval y que, tras 23 acciones victoriosas en la guerra de Vietnam con su A-4 Skyhawk, fue abatido en 1967 por un cohete antiaéreo. Como pudo, consiguió aterrizar en el lago Trúc Bach con heridas en las piernas y un brazo roto, y le detuvieron. Fue torturado, pero sobrevivió durante cinco años, hasta el final de la guerra. Sin embargo, la peor humillación la experimentó McCain cuando en la campaña electoral tuvo que oír a Trump diciendo que sólo era un héroe de guerra porque fue capturado y que él prefería a los que no se dejaban coger. Con su presencia en el Capitolio, el viejo senador quiso recordar que son las instituciones las que nos ayudan a conservar la decencia.