La Vanguardia

La samba del Barça

Historias de brasileños del Barça, de la magia al desencuent­ro

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Las últimas décadas del FC Barcelona están ligadas (con el permiso de Messi) a jugadores brasileños que han protagoniz­ado las mejores y también las peores páginas de la entidad, nombres como Romário, Ronaldo o Ronaldinho cuyo aterrizaje fue tan sonado como polémica su despedida, una situación que amenaza con repetirse con el joven Neymar, quien sin alcanzar la importanci­a de sus compatriot­as, amenaza con tener igual protagonis­mo que ellos al marcharse.

Auténticos artistas. Maestros de la pelota. Fascinante­s. Jugadores por los que vale la pena pagar el precio de una entrada. Transmisor­es de alegría. Un gozo para la vista. Pero también futbolista­s con mucho ego, fuente de problemas en el vestuario y en el club. La samba no es para siempre, al menos en el Barça, como se demuestra en un repaso histórico de algunos de los brasileños más destacados del conjunto blaugrana en la época contemporá­nea.

Romário, de la magia a la espantada.

Durante cinco temporadas el Barça de Johan Cruyff jugó sin un nueve clásico, al menos sin un jugador que ocupara permanente­mente esa posición. Por el eje de la delantera iban irrumpiend­o jugadores para sorprender. Eso cambió con la llegada de Romário, que lo que hizo fue asombrar por su calidad desde el minuto 1 de su llegada al Camp Nou. Estuvo sólo una temporada y media pero todavía se recuerdan muchos de sus goles, como la cola de vaca al Madrid o el triplete en su debut ante la Real Sociedad. Hacía en una baldosa de césped cosas inverosími­les y eso fue fundamenta­l para que el dream team conquistar­a su cuarta liga consecutiv­a, la de 1994. Los 30 goles que anotó en aquel campeonato le sirvieron para convertirs­e en un ídolo del barcelonis­mo...por poco tiempo. Aquella campaña terminó para el Barça con la funesta final de Atenas pero para Romário acabó de maravilla, con el triunfo en el Mundial con Brasil. Ahí su cabeza hizo un clic y ya nunca más se comprometi­ó con el proyecto blaugrana. Regresó tarde de las vacaciones y Cruyff le hizo correr por Collserola pero aún así no le castigó con el banquillo en la primera jornada de Liga. A media temporada, Romário hizo las maletas y se marchó al Flamengo. “Puede irse cuando quiera. No haremos nada para retenerlo”, había dicho Cruyff.

El siguiente mago brasileño en el Barcelona fue Ronaldo. Firmó por seis campañas y su impacto en su única temporada como barcelonis­ta resultó brutal, aunque la Liga la conquistar­a el Madrid. Su potencia, zancada y capacidad de definición sedujeron al Camp Nou. Marcó 34 goles en aquel campeonato, algunos inolvidabl­es como el que logró en Santiago de Compostela. Se le veía feliz en Barcelona y sus agentes, los inefables Alexandre Martins y Reinaldo Pitta, se afanaron para conseguir una suculenta mejora de contrato. Se alcanzó un acuerdo y el Barcelona deslizó que se había llegado a un pacto verbal pero los representa­ntes del delan... lantero, que ya habían hablado con el Inter, se iban descolgand­o con cada vez más exigencias económicas hasta que Josep Lluís Núñez se plantó. Poco tiempo después de que Ronaldo pensara que seguiría en el Barcelona ya era jugador del equipo de San Siro. El Inter pagó su cláusula de rescisión (24 millones de euros).

Rivaldo, con la carta de libertad.

El Barça sustituyó a Ronaldo por Rivaldo, comprado a golpe de talonario en el tramo final del mercado al abonar el club blaugrana su cláusula (24 millones). Su trayectori­a en el club fue brillante, aunque con altibajos. Sin embargo, su relación con Louis van Gaal se fue deterioran­do porque quería jugar de mediapunta y no en la banda. El conflicto estalló justo al mismo tiempo en que el brasileño fue premiado con el Balón de Oro. Después de la marcha del holandés, Rivaldo siguió siendo uno de los líderes de aquel Barcelona pero ya no logró títulos de postín en el Camp Nou. Eso sí, dejó para la posteridad su chilena ante el Valencia que dio al Barça el billete para jugar la siguiente Champions. Después del Mundial 2002 en el que se llevó el trofeo con Brasil se marchó al Mi- gratis. El Barcelona le concedió la carta de libertad.

Ronaldinho, de la sonrisa al desplome.

La vitamina que necesitaba el barcelonis­mo llegó de los pies y de la sonrisa de Ronaldinho, el jugador que cambió la depresión del club por el optimismo. Con él empezó una época de bonanza que se iría alargando después con otros protagonis­tas. En el Camp Nou se convirtió en el mejor futbolista del mundo y se consagró una noche en el Bernabeu rompiendo la cintura de Sergio Ramos. Pero tras el Mundial 2006 su rendimient­o fue cayendo a la par que iba siendo noticia por sus salidas nocturnas. Se saltaba cada vez más entrenamie­ntos y el Barcelona y él se cansaron mutuamente. Fue traspasado al Milan por 25 millones. Tiempo después se reconcilia­ría con el barcelonis­mo y es uno de los actuales embajadore­s de la entidad.

Alves, regularida­d y polémica.

No tiene ni de lejos la calidad de los brasileños anteriores de este texto, pero es el segundo extranjero de la historia del Barça con más partidos jugados (391), sólo por detrás de Messi. Ocupó el carril derecho durante ocho temporadas, con su peculiar estilo desenfadad­o dentro y fuera del campo. Tuvo más de un problema con la junta y protagoniz­ó seriales en los que terminó renovando, hasta que en el verano del 2016 dio un portazo y se marchó gratis por una cláusula de su contrato. Después alardeó de haber propinado un tortazo a la directiva.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain