Joaquín Achúcarro
Benjamin Alard y Joaquín Achúcarro protagonizan el arranque de Torroella
PIANISTA
El pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro (85) cumplió anoche sus 25 años consecutivos en el Festival Internacional de Torroella de Montgrí con una actuación acompañado de la Orquestra del Vallès en el primer fin de semana del festival.
Achúcarro cumple 25 años consecutivos en el festival con un concierto que habla de vitalidad
La Orquestra del Vallès con su extitular Rubén Gimeno hizo anoche con Achúcarro un trabajo sorprendente compartido con la buena dirección de Gimeno, y muy aplaudido. Era el gran homenaje a Achúcarro, quien con espíritu e integridad afrontó el reto de estas dos obras tan exigentes que son parte de su vida. Una vida de maestro.
Benjamin Alard y Joaquín Achúcarro protagonizan la apertura de esta nueva edición del Festival de Torroella. Dos artistas que están en las antípodas y coinciden en sensibilidad expresivatanto generacionales como de la forma, ya que la intimidad del Bach más camerístico se opone a la exuberancia orquestal y pianística
de las Noches de Falla y del Concierto en La menor de Grieg. El viernes 28 Benjamin Alard abrió esa caja de música del Espai Ter (cuyo entorno debería de ser más cuidado y ajardinado) con un recital con música ajena al artificio, y que entra de lleno en el terreno de la intimidad. Su versión de las Variaciones Goldberg desde el clavecín fue de referencia, ante un público entendido que llenaba la gran sala de un exquisito silencio. Este público de Torroella es capítulo aparte, y si hay un pueblo que merece ser recordado con la Lira de Apolo es Torroella de Montgrí. Todo empezó hace 37 años con unos conciertos en torno a la Plaza, al malogrado Convento de Agustinos y la Iglesia de Sant Genis. Es imprescindible hacer una buena historia de esta aventura liderada por Josep Lloret desde Joventuts Musicals. La que conocemos habla de listado de intérpretes de prestigio, pero la del día a día es sustancial. Porque esto no es cosa de disponer de dineros y contratar, es un trabajo constante, de convicción, compromiso y conocimientos. Y así, año a año, Lloret y un equipo de pioneros abrieron las puertas a esta dimensión singular de la cultura a la que fue ingresando un público numeroso y entusiasta que hoy es ejemplo. Y cada año, con algunas bajas notorias que recordamos, es la sonrisa y el saludo cordial de “un any més!”.
Y este año sorprende el programa que lidera Montse Faura, no solo por el interés, sino por la cantidad de ofertas musicales de dis- tintos géneros, y a todas horas, y la clásica sin ceder espacios. Comenzamos, como decía, con la exquisita sensibilidad de Benjamin Alard –una delicia saborear los sonidos del clavecín en esta sala- y por un intérprete joven tan depurado, que asombró por la claridad en la dicción, la capacidad técnica en pasajes virtuosos que no ceden en trasparencia, con todas las notas, un buen discurso ornamental, justo, sin excesos, así como en lo polifónico, todo ello en un marco de fraseo y musicalidad notorias.
Y por fin –este año– homenajes a Achúcarro, que cumple sus 25 años consecutivos en el Festival, en un concierto que habla de vitalidad y ganas de convivir con el piano y el aplauso. Nada menos que dos grandes obras del género: Noches en los Jardines de España donde hay mucho de Catalunya, y el Concierto de Grieg, tan admirado por Granados, de quien hace tres días fue su 150 aniversario. ¿Alguien le recordó?
Así vamos...