Hambruna en Somalia
El país africano puede ver repetidas las catástrofes de 1992 y el 2011, que costaron casi medio millón de vidas
El país del Cuerno de África se enfrenta a una tormenta perfecta formada por la guerra, un Estado fallido y el terrorismo yihadista, a lo que ahora se suma la amenaza de hambruna a consecuencia de la sequía causada por el fenómeno meteorológico del Niño.
Las instituciones internacionales y los países donantes están aún a tiempo de evitar una catástrofe en Somalia. Este país sufrió dos hambrunas, en 1992 (220.000 muertos) y el 2011 (260.000), y podría declarar la tercera en octubre. Sería un caso único en el mundo.
Una sequía que dura desde el 2015 y que está provocada por el fenómeno meteorológico de El Niño se extiende por el Cuerno de África, afectando a Somalia, Etiopía, Kenia y Sudán, pero en el caso somalí se suman años de guerra, un Estado disfuncional y la presencia de la organización yihadista Al Shabab, que condiciona o impide el acceso de la ayuda humanitaria. Si en enero la población necesitada eran cinco millones de personas, desde entonces ha aumentado en 1,7 millones, lo que representa un total equivalente a la mitad de los habitantes del país.
Son las condiciones perfectas para que Somalia alcance un grado de desastre como el que padece el vecino Yemen, con 10 millones de personas necesitadas de ayuda urgente y medio millón de niños en estado de desnutrición, resultado de la guerra civil y de los bombardeos de Arabia Saudí. De hecho, los refugiados somalíes en Yemen están cruzando de retorno el estrecho de Adén. En Yemen se contabilizaban hace diez días 350.000 casos de cólera, con 1.800 muertos; en Somalia se han registrado 53.000 casos y 23 muertes por semana. El cólera tiene una rápida capacidad de expansión.
“De aquí a octubre pueden morir 275.000 niños (1,4 millones sufren desnutrición), y que no ocurra depende de la ayuda internacional” –explica Andrés Conde, director de Save the Children en España, de regreso a Somalia–. Si no llueve en octubre volveremos a ver cientos de miles de muertos. Pero una declaración de hambruna cuando ha habido un trabajo de prevención de varios meses sería un fracaso del sistema humanitario”. Conde explica cómo es la “cadena completa”: “Sequía, ausencia de pastos y muerte del 65% del ganado, que además ya no es capaz de concebir y parir. Los hombres se van en busca de pastos con el ganado que queda y dejan a las mujeres y los niños en campos de desplazados, cerca de núcleos urbanos. Esos 740.000 desplazados son los que más nos preocupan”.
Si el norte es la zona más afectada, en la mitad sur del país Al Shabab pone el factor humano . En el 2011, la gran mortandad se debió en parte al bloqueo de los yihadistas a la ayuda exterior y a las restricciones de los países donantes por sus políticas antiterroristas. Ahora, según organizaciones humanitarias, Al Shabab se habría percatado de que sus antiguas tácticas causaron resentimiento. Sin embargo, según Andrés Conde, “en el 2011 el problema estaba mucho más concentrado en el sur, y hoy la emergencia está generalizada en todo el país”.
La ONU lanzó la prealerta de hambruna el 2 de febrero y el nuevo presidente somalí, Mohamed Abdullahi, declaró situación de “desastre nacional” el 28. Conocido como Farmaajo (por formaggio, queso en italiano), pasa por ser, por primera vez, un presidente con amplio apoyo que ha hecho de la lucha contra Al Shabab su prioridad (los yihadistas le contestaron: “Nosotros sabemos comer queso”)y que esquiva la crisis entre Arabia Saudí y Qatar, aunque algo más inclinado hacia los qataríes que hacia los saudíes.
De nuevo, y en ausencia de apoyo de los países árabes, el rescate de Somalia le corresponde a EE.UU. y Gran Bretaña (Al Shabab es un motivo), los países nórdicos, la ONU y las oenegés. Pero de los 825 millones de dólares requeridos sólo se ha desembolsado un tercio.