La Vanguardia

LA MEMORIA DEL EVEREST

- ROSA M. BOSCH ELIZABETH HAWLEY

El alpinista Reinhold Messner aprovechó su última visita a Nepal para encontrars­e con la veterana Elizabeth Hawley.

“¿Y qué pasó con Miss Ho?”, se pregunta sin segundas intencione­s Elizabeth Hawley en una conversaci­ón que gira en torno al siempre fecundo tema de los farsantes de la montaña, en su casa de Katmandú. Miss Hawley, conocida como la notaria del Himalaya, camino de los 94 años, asegura que no ha sabido nada más de la surcoreana Oh EunSun desde el 2010, cuando se sentenció que no había alcanzado la cima del Kanchenjun­ga y que, por tanto, no era la primera mujer que lograba ascender las 14 cimas más altas del planeta como ella pretendía. Miss Ho da pie a hablar de otros conocidos impostores, como el holandés Bart Vos, también pillado con dos falsas cumbres (el Everest y el Dhaulagiri), o la pareja india que manipuló en el 2016 una fotografía para hacer creer que había pisado la cima del techo del mundo. También en la montaña la realidad supera la ficción. Mientras recuerda tiempos pasados acomodada en su mesa de lectura, en la que asoma la prensa local, el Kathmandu Post y la

República, también The New York Times y un libro que recomienda entusiasta­mente, Above the clouds, de Anatoli Boukreev, alguien llama a la puerta. Hawley anda con dificultad y esta periodista se ofrece a abrir.

¡Oh! El visitante sorpresa es otra leyenda del Himalaya, el mejor alpinista de la historia, a juicio de Hawley y de otros muchos: Reinhold Messner, que irrumpe sonriente en la sala acompañado de un viejo compañero de expedición, el austriaco Wolfgang Nairz. La presencia de Messner invita a proponer una entrevista conjunta a dos mitos del himalayism­o. Por un lado, el pionero en casi todo, en coronar el Everest sin chupar oxígeno embotellad­o y en culminar los 14 ochomiles. Por otro, una mujer que nunca ha trepado por un pico –“ni ganas, con lo calentita que se está en casa”, dice–, pero que ha entrevista­do a centenares, quizás a miles, de montañeros para certificar sus cumbres.

–¿Cómo está? –le pregunta Messner.

–Muy bien, muy bien –responde contenta.

Aunque sale poco de casa, está encantada de poder charlar con montañeros que cada primavera suelen regresar a Nepal. Las entrevista­s las hace ahora Billi Bierling, junto con otras tres personas en las que Hawley ha delegado la misión de documentar las ascensione­s. “Es un trabajo terrible, primero tienes que contactar con las agencias de trekking para saber dónde va cada uno, luego averiguar cuándo regresan a Katmandú, en qué hotel se alojarán, llamar y volver a llamar para concertar la cita ... ”

Messner y Nairz pasaron varias semanas de la pasada primavera en Nepal finalizand­o el rodaje de The holy mountain (La montaña sagrada), dirigida por el primero. La visita a Miss Hawley tiene lugar el 29 mayo, un día antes de que regresen a Europa.

¿Cuál es la trama de The holy

mountain?

Messner: Yo tengo mi propia filosofía sobre las películas de montaña, considero que no hay que inventar nada, si no, se convierten en filmes como Límite vertical. Lo único que tienes que hacer es plasmar lo que pasa. En The holy mountain utilizamos hechos del pasado, de tres expedicion­es al Ama Dablam: la de 1959, en la que desapareci­eron dos personas; la Silver Hut Expedition de 1961, con fines científico­s, liderada por Edmund Hillary, que escalaron la montaña sin permiso. Como Hillary era tan famoso, y muy querido por los sherpas, pagaron una multa y al final la cosa casi fue olvidada. Y la tercera, la de 1979, en la que junto con Nairz montamos un pequeño equipo al Ama Dablam. Peter Hillary (hijo de Edmund) también estaba allí, él iba por la ruta más bella y más peligrosa, le cayó un bloque de hielo, se rompió un brazo y no se podía mover. Emprendimo­s una travesía para ayudarlo. Pero lo más interesant­e del filme es el comportami­ento de la población local, que se pregunta por qué nosotros, los occidental­es, subimos montañas sagradas como el Ama Dablam.

En esta película, Messner también habla de la invasión china de Tíbet, de la huida del Dalái Lama, de la emigración de los sherpas a Nepal en el siglo XVI, “cuando en Solo Khumbu no había nadie, estaba desierto...”. Hawley asiste con interés al relato de Messner.

El encuentro se produce dos días después del segundo ascenso al

‘La Vanguardia’,

testigo del encuentro en Katmandú de dos viejos amigos: la

notaria del Himalaya, la nonagenari­a periodista Elizabeth

Hawley, y el legendario alpinista Reinhold Messner

“Las agencias deberían decir ‘no’ a los alpinistas sin experienci­a, pero el dinero es el dinero...”

REINHOLD MESSNER “Kilian hará historia si escala una ruta difícil por su cuenta, correr no tiene importanci­a”

LA MENTIRA EN LA MONTAÑA Demasiados farsantes: de Miss Ho a la pareja india que falsificó su foto de cima en el Everest

Everest, y en menos de una semana, de Kilian Jornet y de una temporada en la que se ha vuelto a ver de todo, a aspirantes a coronar esta cima demasiado novatos, rescates al límite, y toneladas de basura acumuladas durante años recogidas por una expedición francesa.

Hawley: El Everest debe estar abierto a todo el mundo. Son las agencias las que deberían decir no a los montañeros sin experienci­a, que comprobara­n antes si saben ponerse los crampones... Pero algunas

lo hacen y otras no, el dinero es el dinero.

Messner: El alpinismo empieza donde acaban las infraestru­cturas. Para mí lo que hace Kilian (Jornet) no es alpinismo, que quiere decir ir donde no va nadie, lo que hace es una actividad deportiva. Kilian formará parte de la historia si escala una ruta difícil por su cuenta, correr no tiene importanci­a, lo que cuenta es que vaya a una montaña sin equipar .

Hawley: ¡Ahora hay gente que va hasta el campo base en helicópter­o!

Messner: El objetivo es sólo la cima, compran el Everest, la cosa ya no va de alpinismo, no tienen ni idea, no tienen ni idea de lo que es un glaciar. Es turismo. Antes, en la ruta al campo base, saludaba a todo el mundo, decía Namasté y la gente me contestaba. Con los años todo ha cambiado, ni te miran, van con la cabeza baja mirando el móvil. Hay tantos estímulos, es tan fácil llamar por teléfono... Es más difícil la comunión con la montaña, la desconexió­n con el resto del mundo.

Nairz: Antes, una expedición al Everest no se acababa cuando regresabas al campo base. Recuerdo un fantástico trekking de vuelta por el valle, andando muchos días, relacionán­donos con las poblacione­s del Khumbu... Ahora cogen un helicópter­o que los lleva a Katmandú, se alojan en el Yak & Yeti (un lujoso hotel) y, al día siguiente, a casa.

Messner: Vivimos la época de las pistas porque el 99% de la actividad se desarrolla en un terreno de pistas, incluso en las paredes más difíciles del mundo.

Hawley: Todavía hay una gran parte del Everest que nunca se ha escalado, nadie va a la Kanchen Face.

Messner: Sí, es bastante peligroso, tampoco van por la arista oeste. Poco a poco, la gente normal no entenderá qué es alpinismo porque lo están transforma­ndo en una mera actividad deportiva, pero el alpinismo no son números, son emociones.

Messner reitera su preocupaci­ón por la imparable masificaci­ón de la montaña más icónica del planeta. “Ya hace tiempo, creo que fue en el año 2000, Hillary y yo planteamos al rey de Nepal que el Everest tenía que ser como antes, sólo una expedición por temporada y por ruta”.

“Pero si es una gran negocio”, salta Hawley para subrayar la inviabilid­ad de tal planteamie­nto. El permiso para subir el Everest cuesta 11.000 dólares por persona, una poderosa razón para alentar el turismo en este destino de altura.

Messner: Al principio eran agencias extranjera­s, americanas, neozelande­sas... las que tenían el negocio del Everest; ponían precios elevados y el dinero salía del país. Ahora hay sherpas jóvenes en condicione­s de montar expedicion­es, y las tarifas han bajado, pero cuando

ellos tengan a todos los clientes los precios volverán a subir. Hay sherpas muy buenos.

El Gobierno de Nepal anuncia cada dos por tres que va a poner limitacion­es, que prohibirá subir a ancianos, a niños, a personas discapacit­adas...

Messner: Ningún ciego puede escalar el Everest y si dice que lo ha hecho miente. El que subió este año no es completame­nte ciego, tiene la visión limitada.

Hawley: ¡Yo entrevisté a un americano ciego (Erik Weihenmaye­r) que subió el Everest en el 2001! Iba con una persona delante y otra detrás, pero no se tocaban. Le pregunté por qué subía si no podía ver

las maravillos­as vistas, y él me dijo que disfrutaba sintiendo el viento en la cara, la nieve en los pies...

¿Pero consideran que deberían ponerse normas?

Messner: Si hablamos de alpinismo tradiciona­l, las reglas las pone la naturaleza y no los humanos. El arte es ir a la montaña, a la anarquía, y sobrevivir.

Además de dirigir la película, el escalador surtirolés está trabajando en un libro, en una suerte de diario fruto de los viajes que ha realizado en los últimos cinco años a Nepal y Pakistán. Ya tiene título: Letters from the Himalayas, aunque calcula que no verá la luz hasta el 2019.

Messner y Nairz se despiden con la ilusión de volver en unos meses. Hawley, animada, sigue recordando episodios de épocas pasadas. “Mi primera entrevista con Messner fue en 1972, en el hotel Himalaya Inn, después de coronar el Manaslu... y hubo alcohol”. Con picardía desgrana anécdotas que le divierten mucho. “Cuando Messner fue en ayuda de Peter Hillary en el Ama Dablam no sólo lo rescató a él..., también se llevó a su novia, que estaba en el campamento base”.

Sus más de 50 años en Katmandú han dado para mucho. Aquí ha sido testigo de las primeras elecciones democrátic­as, la irrupción de los maoístas, la caída de la monarquía... Ahora se lo toma con calma, ha cedido el rol de ‘inspectora’ a Bierling y a su equipo. ¡Qué tiempos aquellos en los que era la incondicio­nal amiga y confidente de los grandes del alpinismo! De Hillary a Messner, Ed Viesturs o Willi Unsoeld, quien con Tom Hornbein firmaron una de las rutas más comprometi­das en el Everest, en 1963. Estos últimos han pasado a la historia por ser los primeros americanos que subieron el Everest y también los que inauguraro­n la lista de personajes entrevista­dos por esta notaria del Himalaya.

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 ?? CLAUDIA CAMILA LÓPEZ ?? Hawley, en su mesa de lectura, retratada por la fotógrafa y alpinista colombiana Claudia Camila López
CLAUDIA CAMILA LÓPEZ Hawley, en su mesa de lectura, retratada por la fotógrafa y alpinista colombiana Claudia Camila López
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CLAUDIA CAMILA LÓPEZ

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