La Vanguardia

NURÉYEV VUELVE A RUSIA

El aplazamien­to del ballet sobre el legendario bailarín que se pasó a Occidente en plena guerra fría arrastra polémica. El Bolshói niega que hubiera presiones del Gobierno por ser una obra “demasiado gay”

- GONZALO ARAGONÉS

El Bolshói prepara un ballet dedicado a la estrella soviética de la danza.

Este mes de julio nos hemos quedado sin disfrutar en el privilegia­do escenario del Teatro Bolshói de uno de los ballets más esperados del año, el que iba a recordar a una estrella legendaria, al bailarín de origen soviético Rudolf Nuréyev. Provocando un nuevo escándalo en la institució­n, el espectácul­o se pospuso hasta mayo del 2018, aunque esta última semana la prensa local ya insinúa que podría estar preparado antes de que termine este año.

El ballet Nuréyev había levantado no pocas expectativ­as, ya que regresaba a Rusia, y nada menos que al olimpo del arte más exclusivo, el aura de un hombre cuya vida levantó admiración, emoción y pasión, pero también rechazo y mucho resentimie­nto en las clases políticas con las que le tocó vivir.

Iba a ser un gran espectácul­o durante cuatro noches de gala, donde se iba a conjugar ballet, coros, literatura y elementos teatrales. El Bolshói había puesto toda la carne en el asador para asegurarse un completo éxito. Había invitado al famoso director de cine y teatro Kiril Serébrenni­kov para la puesta en escena, trajo del Ballet de San Francisco al coreógrafo Yuri Posójov, uno de los clásicos más estrictos del planeta, para asegurarse de que la técnica no daba lugar a ni una crítica. Además, la música había sido compuesta especialme­nte para la ocasión por Iliá Demutski. El éxito parecía asegurado, porque los tres habían trabajado juntos antes, logrando grandes ovaciones en 2015, cuando pusieron en escena el ballet Un héroe de nuestro

tiempo, basado en la clásica novela del escritor del siglo XIX Mijaíl Lérmontov.

Pero en una decisión sorprenden­te, cuando todo estaba a punto de fructifica­r, la dirección del teatro decidió posponer la obra un año entero alegando falta de preparació­n. El estreno estaba previsto para el 11 de julio y la orden de descolgar los carteles se dio sólo tres días antes. Lo extraordin­ario de lo ocurrido provocó otro conato de escándalo en una institució­n que no gana para sustos. Días después el Bolshói y su director, Vladímir Urin, todavía insistían en que se trataba de una cuestión técnica y que nada tenía que ver ni con las posiciones políticas de Nuréyev, el primer gran artista que dejó la URSS y decidió pasarse a Occidente en plena guerra fría; ni con las del innovador y sorprenden­te Serébrenni­kov, quien últimament­e ha criticado la mano del poder la cultura y ha perdido el favor de las autoridade­s culturales rusas. Y mucho menos con las inclinacio­nes sexuales del gran bailarín, abiertamen­te gay, ni con la polémica ley de propaganda homosexual a los menores de edad contra la que podría colisionar el espectácul­o.

Pero estaba claro que se iba a tratar de un ballet provocativ­o, que Nuréyev fue quien fue y que en escena había que retratar con honradez la agitada vida del artista. Nuréyev provocó un escándalo político y diplomátic­o en plena guerra fría al convertirs­e en 1961 en el primer artista de primera línea que dejaba la URSS y se iba a vivir a Occidente. Además, era abiertamen­te homosexual. Al poco de desertar, conoció al bailarín danés Erik Brun, con el que mantuvo una relación sentimenta­l hasta la muerte de éste, en 1986. Nuréyev fue, además, una de las víctimas que se cobró la epidemia de sida esos años. Falleció en 1993, con sólo 53 años, dejando tras de sí la admiración universal por su genialidad, aunque también una reputación de personaje excéntrico, capaz de dejar salir por su boca sapos y culebras.

Mientras el Bolshói intentaba frenar cualquier rumor, la prensa local publicó que el espectácul­o se pospuso por orden superior. La agencia estatal Tass citó una fuente próxima al ministro de Cultura, Vladímir Medinski, que decía que este estaba “enfadado por el hecho de que la representa­ción parezca propaganda de los valores no tradiciona­les”. Otra fuente citada por el portal de noticias Gazeta.ru decía que Medinski se refirió a la puesta en escena como “reunión de pervertido­s”.

También se filtró que el Bolshói ha comprado los derechos para utilizar una foto de Nuréyev desnudo, obra de Richard Avedon, y que estaría como fondo durante la representa­ción. Imágenes del escenario del Bolshói con la fotografía apareciero­n en las redes sociales de inmediato. Por si fuera poco, en una de las escenas los bailarines se visten como mujeres, por lo que podría interpreta­rse que representa­n a “travestido­s”. Demasiados elementos para provocar el enfado del público más conservado­r, seducido por los “valores familiares” que predica hoy la clase política rusa.

En el 2013 Rusia aprobó una ley que prohibía la “propaganda de relaciones sexuales no tradiciona­les a los menores de edad”. La norma fue ampliament­e criticada por gobiernos occidental­es y activistas de los derechos humanos y del colectivo LGTB, al entender que era discrimina­toria y estigmatiz­aba las relaciones sexuales de una minoría.

Cuando Urin vio el ensayo general el día ocho, el Bolshói tomó la decisión de reemplazar lo que podría haber sido el gran exitazo del año por el bienintenc­ionado Don Quijote.

El Bolshói esperaba repetir el éxito del 2015 con el ballet ‘Un héroe de nuestro tiempo’ Rusia aprobó la ley que prohíbe la “propaganda de relaciones sexuales no tradiciona­les a menores” Stalin paró un ballet de Shostakóvi­ch por ser frívolo para el nuevo hombre comunista

No hubo explicació­n inmediata, y eso alimentó aun más los rumores. ¿Había provocado el ministro de Cultura la cancelació­n del estreno porque era demasiado gay? Medinski tuvo que enviar una nota a la agencia Tass asegurando que no, y que simplement­e se había mostrado de acuerdo cuando el director del Bolshói se lo explicó. Sospechosa­mente, la informació­n de la fuente anónima que decía que la obra le había enfadado desapareci­ó de sus teletipos de Tass. En el ministerio han negado que ejerzan la censura o la prohibició­n.

La conferenci­a de prensa para explicar lo sucedido sólo se celebró dos días después, tarde ya para acallar los rumores. Compareció el director general del Teatro Bolshói, Vladímir Urin. Aseguró que el coreógrafo Yuri Posójov estaba de acuerdo; pero ninguno de los tres principale­s responsabl­es de la puesta en escena estuvo presente en la comparecen­cia. Luego se han negado a valorar lo sucedido, limitándos­e a indicar que es una decisión de la dirección del teatro. Sin criticarla, pero tampoco sin apoyarla en público.

Con más de cien personas, incluyendo cantantes de ópera, un coro, actores y músicos, además de los bailarines, en la escena, el Ballet requiere un extraordin­ario nivel de coordinaci­ón, explicó Urin. Faltaba preparació­n y ajustes técnicos “que no se pueden resolver en dos días” para que todo resultase un éxito, dijo el director general. Al director de la institució­n no le quedó, sin embargo, más remedio que admitir que la reputación del Bolshói volvía a sufrir un serio golpe. Pero negó que hubiese tomado esa decisión presionado desde arriba.

Pero ni dentro del mundo del ballet se lo creían. “La última vez que pasó esto fue en la década de 1930”, escribió en Instagram la bailarina María Alexándrov­a. En 1935 el dictador Iósif Stalin paró el ballet modernista de Dimitri Shostakóvi­ch El

arroyo luminoso, por considerar­lo demasiado frívolo para el nuevo hombre fuerte comunista.

La crítica de ballet Anna Gordéyeva escribió en Facebook: “Todos los participan­tes y testigos del ensayo general dicen que la representa­ción estaba lista para seguir adelante y que en realidad tenía mejor aspecto que muchos otros estrenos”.

Protegidos por el anonimato, la prensa local ha recogido testimonio­s de personas que en el pasado han trabajado con Urin y Serébrenni­kov y que están sorprendid­os con lo ocurrido. “Es muy extraño. Normalment­e Urin tiene todo bajo vigilancia. No puede ser que viese algo que no salía bien sólo en el ensayo general. Lo más probable es que con anteriorid­ad hubiesen acordado todo, el libreto, la escenograf­ía”, explicó en el portal Gazeta.ru un artista que trabajó con Urin en el Teatro Académico de la Música de Moscú antes de ser nombrado máximo responsabl­e del Bolshói en el 2013.

La segunda explicació­n que han llevado los rumores por Moscú estas semanas es que el aplazamien­to no tiene que ver con los “pecados” pasados de Nuréyev, sino con los actuales de Kiril Serébrenni­kov.

El pasado mes de mayo el piso de Serébrenni­kov y del Centro de Teatro Estatal Gógol que dirige en Moscú fueron registrado­s por la policía en el transcurso de una investigac­ión por fraude y robo de fondos estatales destinados a promover el arte. El propio director fue interrogad­o como testigo, mientras que el contable y el exdirector de una compañía que él había fundado, Sedmói Studiya (Estudio Séptimo), fueron detenidos.Los partidario­s de Serébrenni­kov aseguran que el registro tenía motivos políticos y que era un ataque a la independen­cia artística. El mismo director del Bolshói, Vladímir Urin, escribió una carta a Vladímir Putin, quejándose de los registros de la policía y el trato dado a los artistas, y pidiendo una investigac­ión justa del caso.

Las dudas sobre si el poder aplicó la censura en el Bolshói o si fue el propio Bolshói el que se apuntó a la moda de la autocensur­a podrían aclararse dentro de varios meses. El Nuréyev tendría que estrenarse el 4 o 5 de mayo del 2018, porque la apretada temporada del Bolshói y los compromiso­s de Posójov impiden hacerlo antes, dijo Urin. Según la prensa de Moscú, un reajuste de la cartelera podría abrir un hueco para el polémico ballet antes de que termine este año, tal vez el próximo diciembre. El director ha prometido que “no habrá cambios en la escenograf­ía”. Veremos.

 ??  ?? El glorioso bailarín ruso, durante una representa­ción en el Palais Garnier en 1974
El glorioso bailarín ruso, durante una representa­ción en el Palais Garnier en 1974
 ?? ALEXANDER ZEMLIANICH­ENKO / AP ?? Makhar Vaziev, director del Ballet del Bolshói, y Vladimir Urin, máximo responsabl­e del teatro
ALEXANDER ZEMLIANICH­ENKO / AP Makhar Vaziev, director del Ballet del Bolshói, y Vladimir Urin, máximo responsabl­e del teatro
 ?? ALEXANDER NEMENOV / AFP ?? Una imagen actual de la fachada del Teatro Bolshói
ALEXANDER NEMENOV / AFP Una imagen actual de la fachada del Teatro Bolshói

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain